XVI Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo C

María ha escogido la parte mejor

Primera lectura: (Génesis 18, 1-10a)

Marco: El relato es particularmente entrañable y, a la vez, misterioso: se aparecen a Abrahán tres caminantes y se comporta con ellos guiado por las leyes y costumbres de la hospitalidad tan querida y mimada por los orientales. A la promesa de que Sara tendrá un hijo, ésta sonríe, detalle que se utilizará para la imposición del nombre: Isaac (Gn 21,1-6).

Reflexiones

1ª) ¡Corrió a su encuentro con el ruego de que no pasasen de largo!

El autor de este relato poseía el arte de la dramatización religiosa muy desarrollado. Ha sabido componer una bella escena de aparición y anuncio con recursos muy austeros. Para describir la aparición lo hace con una frase lacónica y una descripción propia de la vida nómada. Aquellos hombres estaban acostumbrados a entender que Dios se comunicaba con los hombres por medio de mensajeros. La reflexión posterior entendió y quiso descubrir en los tres personajes un anuncio y anticipo de la Trinidad. El sentido histórico puede que no alcance tanto y el autor puede que no quisiera decir tanto en aquel momento. Lo más que podemos decir en este sentido es que se trata de atisbos imprecisos y muy velados. La revelación de la Trinidad es una cuestión del Nuevo Testamento. Y aún esta revelación necesitó varios siglos hasta que cuajó en las fórmulas que hoy profesamos y proclamamos. Pero la presencia de los tres, de los que uno es portavoz, indica la firmeza de la palabra divina apoyada por dos testigos que comparten con el portavoz su mensaje. En cuanto a la escenificación, en lo que a Abrahán se refiere, el autor recurre a los elementos de una vida nómada que se realiza toda ella alrededor de la tienda. Sobresale el sentido de la hospitalidad como lo demuestra el resto del relato que adorna el conjunto. Es necesario recuperar la sensibilidad por lo divino en nuestro mundo. La sensibilidad por el servicio a los demás. La hospitalidad ha desaparecido prácticamente de entre nosotros.

Segunda lectura (Colosenses 1,24-28)

Marco: El contexto es la primera sección de la carta centrada en el misterio de Cristo (1,15-2,23). El autor insiste en la supremacía de Cristo. Mirada retrospectiva de la vida y ministerio de Pablo.

Reflexiones

1ª) ¡La misión apostólica para anunciar el mensaje completo incluye el sufrimiento!

La íntima relación del sufrimiento y de la misión evangelizadora forma parte de una misteriosa realidad. ¿Por qué el sufrimiento? Se preguntaban y se preguntan los hombres. Y cuando la relación se establece entre el sufrimiento y el Evangelio todavía es más sorprendente. Y llega a la cima cuando esto se cristaliza y se presenta plásticamente en el propio Cristo Jesús. Y esta íntima relación se prolonga en la Iglesia. El discípulo de Pablo, que recuerda con sumo cuidado la vida y la enseñanza de su maestro, sabe que así fue la historia. Y la historia tiene un sentido que hay que buscar y escudriñar. El nacimiento y el crecimiento de la Iglesia, lleva parejo el sufrimiento de su Fundador y de sus ministros y mensajeros. Las actitudes de Jesús, que sobrepasan por todos sus extremos las exigencias de la Ley para ofrecer la libertad del Evangelio y de la gracia, le acarreó no pocas incomprensiones que le condujeron finalmente a la cruz. Pablo ha recibido la tarea de anunciar el proyecto de Dios, el misterio de Dios y esta misión le acarreó la incomprensión, la persecución y la muerte. Y esta tarea consistió en realizar en la historia la promesa hecha a Abrahán en el momento de su vocación: en ti se bendecirán todas las naciones (Gn 12,1ss). Pablo ha emprendido esta tarea porque se sintió enviado para ello: anunciar a los gentiles que ellos forman parte integrante del único proyecto salvador de Dios. Admirable página para los ministros del Evangelio de hoy. Y para los discípulos de Jesús en general. El Evangelio de la gracia y su anuncio en el mundo ha provocado siempre la persecución.

Evangelio: (Lucas 10,38-42)

Marco: El fragmento se centra en el episodio de Marta y María que son presentadas como dos formas de servir y seguir a Jesús. Lucas está muy atento a los rasgos de oración de Jesús y de los que forman parte de su relato: María, etc.

Reflexiones

1ª) ¡Marta o la generosidad y entrega en el servicio a los otros!

Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio. Es oportuno hacer notar ahora que estas dos hermanas constituyen el motivo de un relato doble: uno lo encontramos en Juan 11 y el otro en Lucas (este fragmento de hoy). Pero ambos personajes no significan lo mismo en los dos autores. Para Lucas, lo acabamos de ver, Marta simboliza o expresa la dedicación al servicio hasta el agotamiento. María simboliza la actitud del discípulo que escucha atentamente y contempla. En el relato joánico aparecen las dos hermanas en dos relatos distintos: el primero, con motivo de la resurrección de Lázaro (Jn 11) y el segundo al recordar la unción en Betania (Jn 12,1-8). En el primero, Marta representa a la creyente fiel en la resurrección escatológica y futura; una creyente en Jesús como el que tenía que venir a este mundo. Marta, como Tomás, son para el autor del cuarto evangelio, el modelo del creyente (no incluimos al discípulo amado). En el segundo, Marta aparece consagrada al servicio (como en el relato lucano), y María consagrada a la atención delicada para con Jesús mismo ungiéndolo con exquisito perfume en vistas a la sepultura. En lo que al relato de Lucas se refiere, Marta aparece como la entregada al servicio. Tarea necesaria y urgente. En un marco de oración, como es en el que aparece este episodio, es necesario tener en cuenta la finalidad del mismo. El servicio es necesario, pero no es el valor supremo. Jesús sirvió hasta el don de la vida propia, pero había otro plano superior: la intimidad con su Padre del que está pendiente y procura hacer siempre su voluntad.

2ª) ¡María, sentada a los pies de Jesús, escuchaba y contemplaba!

La presentación narrativa de estos rasgos atribuidos a María nos lleva al mundo de las escuelas rabínicas del tiempo de Jesús. Los discípulos se sentaban en el suelo (habitualmente), en forma de círculo, alrededor de su maestro. Así sentados escuchan atentamente las enseñanzas del maestro que luego comparten en sus discusiones (Mc 3,34-35). María es entendida en la Iglesia primitiva como una discípula perfecta de Jesús. Y aquí convergen las representaciones lucana y joánica, pero con atribuciones a personas distintas: Marta, en Juan; María en Lucas. Sabemos por el relato bíblico en su conjunto que escuchar la Palabra de Dios es tarea de especial importancia y relevancia. María representa a lo mejor del pueblo de Israel, que es invitado a escuchar atentamente la palabra de Dios (Lc 11,27-28). Es la mejor respuesta a Jesús, Maestro y Predicador o Anunciador del reino. Con su actitud, María nos invita a entrar en el terreno de las bienaventuranzas o congratulaciones de Jesús. Y ésta de la escucha de la Palabra tiene un carácter especial. Es necesario recuperar en nuestro mundo la capacidad de contemplar y escuchar la palabra de vida que transmite Jesús a través de su Iglesia y de sus discípulos. Muchas dificultades encuentran el hombre y la mujer modernos para entrar en el santuario íntimo y perder algún tiempo en holgarse en el Señor, escuchando y contemplando su palabra.

Dile que me eche una mano... Eligió la mejor parte. Una lectura atenta del relato evangélico en su conjunto nos certifica que Jesús mismo supo armonizar las dos realidades y las dos tareas: durante el día se dedicaba intensamente a anunciar el reino con gestos y palabras; las gentes se agolpaban a su alrededor y no le dejaban tiempo y tranquilidad ni para comer. Pero a la vez leemos repetidamente en el relato evangélico que se retiraba habitualmente al monte (durante la noche o, incluso, durante el día), a la soledad, para dedicarse a la oración con Dios, es decir, al diálogo íntimo con Él. De tal manera que es necesario afirmar que no ha habido un modelo de oración que pueda superar a Jesús. Jesús es, por tanto, modelo de servidor hasta la muerte y modelo de oración permanente. Por eso, es necesario deducir del Evangelio que tanto Marta como María tienen una tarea y una misión que en este relato aparecen divididas, porque son personas limitadas. El ideal es que con las dos pudiéramos conseguir una síntesis: dedicarse al servicio fraterno y a la vez a la alabanza divina. Como hace María cuando visita a Isabel, que sabe conjugar las dos tareas. Es necesaria la síntesis: la acción, si le falta la experiencia íntima de la oración, esta vacía; a la oración, si le falta la acción del servicio fraterno, carece de expresión significativa. Pero cada uno recibe una tarea en la que se intensifican algunos de estos aspectos. A partir del ejemplo de Jesús podemos deducir que en la Iglesia es necesaria la síntesis, pero sumando personas diversas, dada la limitación humana. En el tiempo son necesarias las dos tareas; en la eternidad sólo permanecerá la contemplativa.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)