Campaña de Oración

Estimados hermanos sacerdotes, diáconos, religiosas y pueblo de Dios:

Me dirijo a todos ustedes, con ocasión de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario y los recientes asesinatos de nuestros hermanos sacerdotes Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Suárez de la Cruz. Con estos acontecimientos Dios nos llama a la conversión y a la oración; en memoria de ellos pido a Dios que por la muerte de estos hermanos, el Señor nos bendiga con vocaciones sacerdotales, nos haga una Iglesia más unida y orante por la paz no solo de Veracruz, sino de México y el mundo entero.

Ahora que la situación de violencia se ha agravado al enraizarse en la sociedad con robos, extorsiones, secuestros y asesinatos, podemos palpar que la búsqueda de poder y dinero son los padres de la situación que estamos viviendo; y sus hijos, son la corrupción y la impunidad que están fuertemente arraigadas en nuestro País.

Seguimos sin superar la crisis de moralidad, de legalidad y del tejido social que los Obispos hemos señalado desde el año 2010 en nuestro documento “Que en Cristo nuestra paz México tenga vida digna”. Los esfuerzos para combatir la violencia por parte del Estado no han dado los resultados que la sociedad espera para recuperar la paz y la tranquilidad en los hogares, en las calles o en los lugares de trabajo.

Si no se respeta a los seres humanos y sus derechos; si no se hacen políticas públicas que, respetando la autonomía de las realidades temporales y hagan un lugar a Dios en la sociedad, no se podrá revertir esta situación. Construir una sociedad sin Dios y más aún contra Dios, es ir por un camino de muerte y destrucción.

Los Obispos de Veracruz publicamos, el 30 de noviembre del año 2014, un mensaje de adviento en el cual convocamos a un docenario de oración en torno a la fiesta de nuestra Señora de Guadalupe con el rosario, el ángelus y la oración por la paz (cfr. No 1), con este docenario pedíamos la conversión de los que provocan sufrimiento y muerte (cfr. No. 2) e invitábamos a consagrarnos a la Virgen de Guadalupe a nivel individual, familiar o comunitario y a orar permanentemente por la paz. También dijimos que este docenario no debía ser un hecho aislado, sino el inicio de un proceso de mayor compromiso (cfr. No. 3).

Por lo anterior, en esta nueva coyuntura que estamos viviendo, reitero la invitación a todos los sacerdotes y fieles para intensificar la campaña de oración por la paz con el rezo de ésta y del ángelus, a la hora que puedan, pero de manera especial a las doce del día, como ya lo habíamos pedido los obispos de la Provincia el 30 de noviembre del año 2014.

Quiero también invitar a que todos, con rosario en mano, a la hora que puedan y donde puedan, pidamos a María el don de la paz. Recemos el rosario todos los días con esta intención ya sea en forma privada o comunitaria, en sus capillas o en familia, en su casa o en sus grupos de oración para que la Santísima Virgen María interceda para que tengamos la paz que todas las familias deseamos. En efecto según las promesas del Rosario lo que pidamos por medio de él se nos concederá.

Creo que esta batalla sólo la podremos ganar de rodillas. A los adoradores nocturnos, o a quienes participan en capillas de oración perpetua les pido pedir a Jesús sacramentado la paz que necesitamos; a los movimientos laicales y asociaciones de fieles cristianos les pido que en sus reuniones de oración no olviden orar diariamente por esta intención y por la unidad con la Iglesia diocesana de la que forman parte.

A los sacerdotes les pido motivar esta campaña, especialmente con su testimonio de vida, el ejercicio de su ministerio sacerdotal en la celebración de la Eucaristía, no solo ofreciendo a Cristo, sino ofreciéndose con Él al Padre por la salvación del mundo. Les recuerdo también que además de nuestra oración personal, como una preparación o continuación a la celebración eucarística, tenemos el deber de rezar la liturgia de las horas, con la cual nos unimos a la oración de Cristo en su Iglesia por la salvación del mundo.

También les invito a participar humildemente con o al frente de sus feligreses, buscando la ocasión más oportuna, en la oración del rosario o en la adoración eucarística en sus respectivas parroquias. El pasado miércoles 24 de agosto, el Papa Francisco suspendió la catequesis de los miércoles y rezó el rosario en la plaza de San Pedro por las víctimas del terremoto. Acciones como éstas nos hacen falta a nosotros los pastores.

Pero no solo hay que preocuparse por celebrar y rezar, necesitamos una pastoral evangelizadora que nos haga a todos discípulos y misioneros. Impulsemos nuestro plan de renovación pastoral que lleve a convertir nuestras parroquias en casas y escuelas de comunión y de oración; y que en nuestras familias no se fomenten actitudes o acciones que conduzcan a la violencia. Que los padres de familia se den tiempo para estar con sus hijos, brindándoles seguridad y enseñándoles con el ejemplo de su vida los valores humanos y cristianos.

A todas las oraciones que ya veníamos haciendo por la paz, quiero pedir que agreguemos otras: la coronilla de la misericordia y la oración a San Miguel Arcángel. Además, quiero invitar a que pidamos siempre:

La intercesión de Nuestra Señora del Carmen, patrona de nuestra diócesis, que interceda por nuestras religiosas.

La intercesión de San José, que fue el custodio de los tesoros más preciosos de Dios, su Hijo y su Madre, para que custodie nuestra diócesis de Papantla.

La intercesión de san Juan María Vianney para que interceda por la santificación de todos los seminaristas y sacerdotes.

La intercesión de san Rafael Guizar y Valencia, que fue quien pidió al Papa la creación de esta diócesis, que interceda por todos los obispos.

La intercesión de san Juan Pablo II que tuvo un amor especial por México, me ordenó sacerdote y me hizo Obispo, que interceda por el Papa Francisco.

La intercesión del niño mártir y próximo santo San José Luis Sánchez del Río, para que interceda por la niñez mexicana y a los adultos nos de la valentía de vivir nuestra fe en momentos difíciles.

+ Mons. José Trinidad Zapata Ortiz
VIII Obispo de Papantla