Renuncia y Elección del PAPA

El mundo se ha sorprendido con la renuncia del Papa Benedicto XVI, inclusive algunos lo ven como un abandono a la Iglesia, lo cual dista de ser tan siquiera algo cierto. Lo que sí ignoramos son que existen cuatro causales para dejar de ser Papa; las cuales abordaré en este artículo, así como la elección del nuevo Romano Pontífice, y para esto me apoyaré en dos documentos claves: el Código de Derecho Canónico y la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, que trata sobre la sede vacante y la elección del Papa.

Primero que nada habrá que distinguir entre sede impedida y vacante. La primera situación se da cuando el Papa por causas de fuerza mayor (enfermedad prolongada, persecución, encarcelamiento, etc.) no puede regir la Iglesia; esto significa que sigue siendo la autoridad suprema, pero no puede estar al frente por un lapso de tiempo. La segunda tiene cuatro posibles formas:

  1. La muerte: esta situación la vivimos hace ocho años con el deceso del Papa Juan Pablo II.
  2. El Papa cae en herejía o apostasía: el colegio cardenalicio sería el encargado de declarar que el Papa incurrió en alguno de estos delitos.
  3. Incapacidad mental del Papa: para esto se ocuparía un peritaje, sobre el cual el colegio cardenalicio se basaría para declarar que el Romano Pontífice tiene esa incapacidad (vgr. Esquizofrenia).
  4. La renuncia: esta última es la que abordaré en seguida.

Establece el Código de Derecho Canónico, en el can. 332,§2: “Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie”. En base a este canon analizáremos unos extractos del mensaje de Benedicto XVI sobre su renuncia: “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.

Lo primero que hay que tomar en cuenta es que la renuncia viene en un ambiente de oración. El Papa por ningún motivo está abandonando a Cristo ni a si Iglesia. Recordemos que cuando era el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe ya le había presentado la renuncia a Juan Pablo II, el cual no la aceptó. En ese tiempo, el actual Papa, pensaba retirarse a un monasterio para estar en una ambiente de oración y reflexión para dedicarse a escribir libros; no olvidemos que ha sido uno de los mejores teólogos de las últimas décadas. Precisamente seguirá sirviendo a la Iglesia a través de la oración y sus reflexiones teológicas. Solo remarco: es un hombre de oración y reflexión, no en vano escribió tres libros teológicos durante su pontificado, y no tantas encíclicas y exhortaciones apostólicas.

La otra parte del texto a analizar versa de la siguiente manera: “Siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice”. Como leemos aquí se destaca la libertad para que la renuncia sea válida, de acuerdo a lo establecido por el Código de Derecho Canónico.

La renuncia del Papa no debe ser aceptada por nadie, puesto que es la suma autoridad en la Iglesia. Si fue valiente en aceptar el ministerio petrino, más valiente y humilde fue al presentar su renuncia. No es fácil hacerlo en un mundo que muchas veces pidió la renuncia de Juan Pablo II debido a su enfermedad, e inclusive hubo quien dijo que creería en la humildad del ahora beato si renunciara. Ahora que lo hizo Benedicto XVI viene las críticas de mucha de esa gente, y no es de extrañarse, ya que aquí se cumple lo que dice el mismo Evangelio sobre Jesús: “Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: «¡Ha perdido la cabeza!». Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores»” (Mt 11,18-19). Benedicto XVI y Juan Pablo II son personalidades distintas, con una historia diferente entre sí; por eso, cada quien aportó algo desde su propia realidad: Juan Pablo II desde el sufrimiento fue ejemplo para los enfermos y ancianos, Benedicto XVI desde la humildad y valentía es ejemplo para quienes se aferran a un puesto público, ya sea eclesial o secular, y no se atreven a renunciar cuando ya no pueden con el servicio.
En cuando a la elección del nuevo Papa, para el siguiente número expondré no tanto el mecanismo, sino más bien algunos datos concretos sobre lo que hacen las personas que están inmiscuidas en ello, tanto los cardenales electores como otros sacerdotes y laicos que participan en la logística del cónclave.