Grupo de Lectores y Monitores

Grupo: 
Lectores y Monitores
Pastoral: 
Litúrgica
Contacto: 
Luis Ontiveros Reyes
E-Mail: 
elitt5@hotmail.com


Catedral del Sagrado Corazón de Jesús.

Grupo de Lectores y Monitores.

Manual de Metodología para el Ministerio del Lectorado.

"El proclamador de la Palabra no solo tiene un oficio en la Iglesia; no es digamos un simple predicador o lector y mada más, como quizás lo ven o lo entienden.
El Proclamador de la Palabra de Dios es una Dignidad, es una Misión Divina, y esa dignidad no la puede ejercer cualquier persona que simplemente lea bien, si antes no ha penetrado en el contenido de esa Palabra, si no vive el mensaje de esa Palabra
".

1. METODOLOGIA.

La comunicación es un arte a través del cual podemos llevar el mensaje a los demás. Pero para que ese mensaje que queremos transmitir llegue, a los que nos oyen en una forma clara y precisa, es necesario los términos correctos.

A veces, no le damos gran importancia a las palabras que vamos a usar, porque en el común hablar nos entendemos. Sín embargo, así no debe ser, porque los vocablos tienen significados diferentes. Los cristianos católicos muchas veces confundimos la expresión "Decir la Misa" con "Celebrar la Misa", y usamos tanto una como la otra para significar lo mismo.

En relidad "Decir la Misa" no es lo mismo que "Celebrar la Misa", porque "Decir la Misa" significa tomar un libro y leer lo que dice, pero "Celebrar la Misa" es algo más. Celebrar la Misa significa fiesta, alegría, participación. Celebrar el Sacrificio de Acción de Gracias al Señor.
Por eso, no es adecuado preguntar "¿Quien va a decir la Misa?"; lo correcto será decir "¿Quien va a Celebrar la Santa Misa?".

* Introducción:

El propósito del entrenamiento para los coordinadores del Ministerio del Lectorado, es proporcionarle a las Parroquias la posibilidad de tener Ministros del Lectorado con mejores habilidades para ejercer su ministerio. Este propósito tiene tres objetivos:
a. Animar a una mejor vivencia de nuestra vida cristiana y un mayor compromiso y responsabilidad ante el Ministerio al que Dios
nos ha llamado a servirle.
b. Impartir los materiales para mejorar las habilidades personales.
c. Que ellos puedan capacitar para ir después y dar este entrenamiento a los demás Ministros del Lectorado en su Parroquia.

2. SOBRE EL OFICIO DEL LECTOR EN LA EUCARISTÍA

Ahora vamos a tratar sobre los aspectos prácticos.

El lugar para proclamar las lecturas es el ambón; los fieles escogidos como lectores no deben leer desde su puesto.

Es importante que el lector "permita que quien preside la celebración y la asamblea se acomode en su puesto, se sienten y, cuando haya silencio, empiece a proclamar".

No se lea lo que está escrito en color rojo. No se diga, por ejemplo, "Primera lectura" ni "Salmo responsorial" o "Al salmo responderemos" o "Salmo de respuesta".
Tampoco debe añadirse palabras, como: "Esta es Palabra de Dios" o "Es Palabra de Dios"; dígase "Palabra de Dios". La razón es que el lector se identifica tanto con aquello que anuncia, que él mismo se hace "Palabra de Dios". Téngase cuidado de no hacer entonación de interrogación, como si se estuviera preguntando: "¿Palabra de Dios?".
El sacerdote, al finalizar las lectura del Evangelio, levanta el leccionario para decir: "Palabra del Señor"; esto no lo hace quien proclama las otras lecturas: debe dejarse el leccionario en el atril.

El lector debe leer pausadamente, articulando con la debida distinción las vocales, consonantes y sílabas de las palabras para hacer plenamente inteligible lo que se lee.

El micrófono estará a una cuarta de distancia de la boca (la cuarta es la medida de la mano abierta y extendida desde el extremo pulgar al del meñique). Así se evitan circunstancias que impiden una buena comprensión de lo que se lee: por ejemplo, que la "P" suene como un golpe; la "S", como un silbido fuerte; o que se escuche la respiración.

"No es necesario estar pasando la cinta de una hoja a otra; lo mejor es dejarla en su puesto para evitar posibles confusiones en otras celebraciones".

Al terminar la lectura, haga una pausa de tres segundos antes de decir: "Palabra de Dios".

El versículo anterior al Evangelio suele ir intercalado entre el canto del Aleluya (salvo en cuaresma, que no se dice ni se canta el Aleluya). Como norma general, si se proclama el versículo, el Aleluya debe cantarse; si no, se omite el versículo.

Se recomienda que el salmo se cante. "Si no es posible cantar el salmo, está debe recitarse del modo más apto en vistas a favorecer la meditación de la Palabra de Dios".

La lectura del Evangelio está reservada al diácono o al sacerdote, lo mismo que la homilía nunca la hará un laico. Se recuerda que debe tenerse por abrogada, según lo prescrito en el canon 767 (1), cualquier norma precedente que admitiera a los fieles no ordenados para poder hacer la homilía en la celebración eucarística. Se reprueba esta concesión, sin que se pueda admitir ninguna fuerza de la costumbre.

3. CUALIDADES DE ESTE MINISTERIO

"Las lecturas…sean confiadas a un lector o a otros laicos preparados espiritualmente y técnicamente".
La preparación espiritual presupone, por lo menos una doble instrucción: bíblica y litúrgica. La instrucción bíblica debe apuntar a que los lectores estén capacitados para percibir el sentido de las lecturas en su propio contexto y, para entender a la luz de la Fe el núcleo central del mensaje revelado.

La instrucción litúrgica debe facilitar a los lectores una cierta percepción del sentido y de la estructura de la liturgia de la Palabra y las razones de la conexión entre ésta y la liturgia eucarística.

"La preparación técnica debe consistir en que los lectores sean cada día más aptos en el arte de proclamar delante del pueblo, ya sea de viva voz, ya sea con ayuda de los instrumentos modernos de amplificación de voz".

Se requiere de práctica y de talleres para proclamar la Palabra, en vez de leerla, simplemente. "La proclamación es un anuncio solemne, una declaración&i>".

Es necesario diferenciar las lecturas para hacer una entonación adecuada de ellas: no es lo mismo recitar un cántico o un salmo que narrar una historia o leer una exhortación. Conviene que sean nombrados lectores quienes ya distinguen estos estilos literarios y el modo adecuado de proclamarlos.