Queridos hermanos y hermanas:
Al preguntarnos por el puesto que tiene la oración litúrgica en nuestra vida, debemos recordar ante todo que la oración es la relación viva y filial con Dios; es estar habitualmente en presencia suya. Y esto es posible por el bautismo que nos une a Cristo, ya que sólo en Cristo podemos hablar con Dios como un hijo con su padre. Así, la oración es mirar constantemente a Cristo, hablar, estar y actuar con él. Pero a Cristo lo descubrimos como persona viva en la Iglesia. Ella es su cuerpo. En la liturgia de la Iglesia aprendemos a no rezar de modo individualista, sino que debemos entrar en el nosotros de la Iglesia que reza. Además, la liturgia no es el recuerdo de eventos pasados, sino la presencia viva del misterio pascual de Cristo, por encima del tiempo y el espacio. La liturgia no es obra nuestra, sino acción de Dios en nosotros y con nosotros. Es obra suya, él es el sujeto, y a nosotros toca abrirnos y dejarnos guiar por él, y por su cuerpo que es la Iglesia.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los sacerdotes del Pontificio Colegio Mexicano, así como a los grupos provenientes de España, México, Perú, Honduras, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos. Pidamos al Señor que sepamos vivir cada día la liturgia, especialmente la eucaristía, como acción de Dios en nosotros, y sintiéndonos parte de la Iglesia viva. Muchas gracias.