Domingo Mundial de las Misiones, CATEQUESIS DE JESUCRISTO SOBRE LA NATURALEZA Y MISION DE LA IGLESIA (Mc. 16,15-20)

Hermanos hoy celebramos la fiesta más importante sobre la naturaleza de la comunidad fundada por Jesucristo, nuestra Iglesia y la misión, de la cual todos somos participantes indispensables, para lo cual fue fundada, pues “… la Iglesia es toda ella misionera, y la obra de la evangelización es deber fundamental del pueblo de Dios…”  (AD GENTES VAT. II). Esta naturaleza y misión de nuestra Iglesia tiene su origen en el mismo Jesucristo: “Id a todo el mundo y predicad el Evangelio a toda creatura”. Naturaleza y misión de la Iglesia que tiene como contenido, como dice San Pablo hoy, en la segunda lectura “Basta que cada uno declare con su boca que Jesús es el Señor, es decir, que es Dios mismo el que nos da esta misión y nos apoya eficazmente para realizarla; y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos para que pueda salvarse”; hermanos nuestra fe tiene como fundamento un Cristo vivo y resucitado, que nos da vida y quiere que la comuniquemos en abundancia.
 
​¿Qué necesitamos para descubrir la riqueza de nuestra Iglesia y llevar a cabo nuestra misión fundamental como cristianos? Como nos afirma el profeta Zacarías, primera lectura, necesitamos urgentemente unirnos en familia, en comunidad, en oración frecuente y permanente, porque ahí Dios en la oración camina, está con nosotros. Además, para encontrarle sentido a nuestra oración y orientarla benéficamente a todos, es urgente ofrecer nuestros sacrificios: enfermedades, problemas, dificultades, proyectos a favor de la misiones; y a fin de que nuestra misión sea fructuosa no sólo en nosotros, sino también apoye eficazmente a aquellos hermanos y hermanas que valientemente predican y testimonian el Evangelio en otros lugares difíciles. Además de  nuestra oración nos piden con urgencia nuestro generoso apoyo económico.
 
​¿Pero  nosotros dónde vamos a misionar? El Evangelio de Jesucristo nos está pidiendo llevarlo a todos los aspectos de nuestra vida y a los ambientes de nuestra sociedad: a la vida cultural; a la vida familiar, algunas veces tan maltratada; a la política, a veces tan poco creíble o lejana del bien común; a la economía, a veces tan excluyente y violenta contra los pobres; a la vida laboral, a veces opresiva e injusta.
 
​Frutos de nuestro ser misionero: San Agustín (Discursos 231, 1) afirma que muchos pueblos recibieron el anuncio de fe predicado por los discípulos, creyendo solamente lo que oían sin poder verlo, porque los que lo habían visto no quisieron creer en él. Hoy hay muchísimos hermanos que están esperando de nosotros este anuncio que transforme su vida presente y futura. Anuncio evangélico que tiene  como meta, ofrecida y cumplida por Jesucristo, subir al cielo y vivir en la casa de Dios, como hoy el Evangelio nos lo afirma al narrarnos la Ascensión de Jesucristo al cielo: en cuanto Dios él está en todas partes, en cuanto hombre él habita ahora físicamente en el cielo con el cuerpo que poseía en la tierra (San Agustín carta a Dardáno 187, 3,10).
 
+ Felipe Padilla Cardona.