Santos Carpo, Papilo y Agatónica

Date: 
Martes, Abril 13, 2021

EN ELreinado de Marco Aurelio o en el de Decio, un obispo llamado Carpo, de Furdos de Lidia, y un diácono de Tiateira llamado Papilo, comparecieron ante el gobernador de Pérgamo, en el Asia Menor. Cuando el juez preguntó su nombre a Carpo, éste respondió: "Mi primero y más noble nombre es Cristiano; pero si quieres saber también mi nombre mundano, me llamo Carpo." El gobernador le exhortó a ofrecer sacrificios a los dioses, pero el prisionero replicó: "Soy cristiano. Yo adoro a Cristo, el Hijo de Dios que vino a salvarnos de las acechanzas del demonio y no sacrificaré a tus ídolos." Como el gobernador le ordenase obedecer al punto el edicto del emperador, Carpo contestó citando a Jeremías: "Los dioses que no han creado el cielo y la tierra, perecerán" y declaró que los vivos no debían sacrificar a los muertos. "¿Crees acaso que los dioses están muertos?", le preguntó el magistrado. "Como nunca vivieron, no pue- den haber muerto", replicó el mártir. El gobernador le cortó la palabra y le condenó a la tortura.

Entonces empezó el interrogatorio de Papilo, quien declaró que era origi- nario de Tiateira. "¿Tienes hijos?" "Sí, muchos." Uno de los presentes explicó al juez que era una manera de hablar de los cristianos y que significaba que tenía muchos hijos en la fe. "Tengo hijos en la fe en todas las ciudades y provincias", corroboró el diácono. "¿Estás dispuesto a sacrificar, o no?", preguntó el juez con impaciencia. Papilo respondió: "Yo he servido a Dios desde la ju- ventud y nunca he ofrecido sacrificios a los ídolos. Soy cristiano. Esa es la única respuesta que daré a tus preguntas, porque no puedo decir nada más grande ni más noble que ese nombre." El juez le condenó también a la tortura. Pero al fin comprendió éste que ningún tormento sería capaz de hacerles cambiar y mandó que pereciesen en la hoguera. Papilo murió primero. Cuando los verdugos ataban a Carpo, su rostro se iluminó con tal expresión de gozo, que uno de los presentes le preguntó si veía algo. El mártir replicó: "Miraba la gloria de Dios y por eso me sentí transportado de gozo." * Cuando las llamas empezaron a consumirle, el santo exclamó: "¡Bendito seas, Señor Jesucristo, Hijo de Dios, porque te has dignado compartir conmigo tus suplicios, aunque soy un pecador!"

Después, el gobernador mandó que trajesen a su presencia a Agatónica, la cual se negó también a ofrecer sacrificios a los dioses. Los presentes la exhortaron a que abjurase de la fe por amor de sus hijos; pero ella respondió: "Mis hijos tienen a Dios, y El mirará por ellos." El gobernador la amenazó con condenarla a la hoguera, pero Agatónica permaneció inconmovible. Los solda- dos la condujeron al sitio de la ejecución; cuando la desnudaron, la multitud se maravilló de su belleza.

El fuego empezó a consumirla y Agatónica exclamó: "¡Ayúdame, Señor Jesús, a sufrir por Ti!" Murió al repetir esta oración por tercera vez.

Alban Butler - Vida de los Santos