LA LEYENDA DE Barsabas, que no merece ningún crédito, cuenta que fue abad de Persia, donde gobernó a doce monjes. A los comienzos de la persecución de Sapor, el abad y sus monjes fueron arrestados y conducidos a ístachr, una ciudad próxima a las ruinas de Persépolis. El gobernador trató en vano de hacerlos apostatar, sometiéndolos a torturas de las que un ser humano difícilmente puede escapar con vida. Por fin, los condenó a morir decapitados. Los mártires se dirigieron gozosamente al sitio de la ejecución, rodeados por los soldados y seguidos por la turba. Cuando la carnicería había ya comenzado, un mazdeísta que pasaba por ahí con su esposa y sus hijos, vio al venerable abad que entonando himnos de alabanza a Dios, conducía a cada uno de sus monjes de la mano, para entregarlo al verdugo. También vio una especie de cruz de fuego que brillaba sobre los cadáveres de los mártires. El mazdeísta quedó tan impresionado, que descendió del caballo y pidió a Barsabas que le admitiese en su compañía. El santo convino en ello y él mismo le entregó al verdugo después del noveno de los monjes; el verdugo no reconoció al mazdeísta y le decapitó. San Barsabas murió después de sus subditos. La esposa y los hijos del mazdeísta se convirtieron al cristianismo.

Alban Butler - Vida de los Santos