Nuestro Pueblo Makurawe (Guarijío) y la Presa de Los Pilares

Reflexión del Padre David Joseph Beaumont Pfeifer, OFM, Cap. Vicario Episcopal de las Etnias de la Diócesis de Ciudad Obregón


María Luisa con su río en la Mesa Colorada

Todos sabemos que el agua es la vida de nuestros pueblos y realmente de todo nuestro planeta. En nuestro estado de Sonora hay tres ríos grandes que han sido la vida de nuestros pueblos originarios: el Río Sonora, El Río Yaqui y el Río Mayo. Los primeros pobladores llegaron a vivir por los lados de estos ríos de vida que también fueron caminos de los valles hacia la sierra por miles de años. Después de la revolución mexicana en 1910 muchos empresarios echaron sus ojos a estos ríos y a las tierras tan fértiles a sus lados. Con el gobierno se tomaron decisiones a favor del ¨progreso¨ y ¨modernización¨ que si trajeron beneficios pero a la vez, como en tantas comunidades indígenas en Brasil y otros países, cambiaron el estilo de vida de los primeros pobladores para siempre. Así es que construyeron la presa de Mocuzari en la cuenca del Río Mayo en 1955, la presa Abelardo L. Rodríguez en la cuenca del Río Sonora en 1948 y tres presas en la cuenca del Río Yaqui: La Angostura en el principio de los 1940s, el Oviachi en los 1950s y el Novillo en los 1960s. Desde entonces fueron reubicados descendientes de los ópatas y pimas que vivían por el Río Sonora. Desde entonces los niños y niñas mayos y yaquis no saben lo que es vivir al lado de un río, pues el cauce de su río es arena y polvo.

Los niños y niñas guarijíos, al contrario, si tienen el gozo de vivir al lado del Río Mayo y el Arroyo Guajaray y lo disfrutan plenamente. Pueden pasar todo el día bañándose y pescando en este refugio del calor tan intenso del verano. Allí he visto en el pueblo guarijío lo que ha de haber sido el gozo de los yaquis, mayos y ópatas en tiempos pasados. Ahora este gozo también está en peligro para los mismos guarijíos con el proyecto de la construcción de La Presa de Los Pilares arriba de San Bernardo, municipio de Álamos, por el Río Mayo.

Es muy difícil para el mundo moderno entender y conservar tanto la naturaleza como estos estilos de vida tan sencillos y hermosos. No obstante las presas por el Río Yaqui, de vez en cuando la cantidad de lluvia que cae y pasa por los arroyos que después forman el Río Yaqui es tan grande que se abren las compuertas de las presas para que corre el agua libremente de nuevo. La última vez que eso había pasado y el agua del Río Yaqui había corrido por Torim fue en 1985. El verano de 2010 fue otro de estos veranos de muchísima agua de manera que las autoridades federales de la comisión del agua decidieron abrir las compuertas de nuevo. ¡Qué vista tan espectacular, hermosa y inesperada para mí fue ver correr el agua por el Río Yaqui en Torim! Yo había llegado el 10 de septiembre para ver el progreso de nuestra construcción del centro pastoral y luego me contaron sobre el río. No esperaba verlo tan ancho y tan fuertes las corrientes.

Este día fuimos unos diez adultos y veinte niños a la orilla de nuestro Río Yaqui en Torim y allí me invitaron a nadar con ellos en el agua. Como vengo de la sierra de Yécora, el agua se me hacía caliente pero ellos decían que era muy helada. Primero, unos jóvenes me pasaron al otro lado del río en una panga guiada por un cable. Iban con una jovencita para pasar una chiva del otro lado. De allí me eché en el agua y nadé de regreso al lado de origen en donde me estaban esperando la gente. Sus sonrisas y carcajadas de los niños y niñas me hacían acordar de la vida gozosa de los guarijíos en Mochibampo, Mesa Colorada y Guajaray. Quisiera que los yaquis y los mayos siempre tuvieran el agua del río corriendo para ellos.

Entre todas las personas presentes en este día había una mujer yaqui de unos treinta años quien se sentó a un lado, descalza en la arena, muy tranquilamente contemplando el panorama con el sol ya bajando sobre el caminar del río. Ella irradiaba la paz. Su hija de ocho años se arrimó a su lado y las dos juntas, en el silencio, bañadas con el agua del río y los rayos del sol, se formaron parte de este momento glorioso de la obra de nuestro Creador. Este panorama maravilloso lo viven los guarijíos todos los días. Es una de sus riquezas y herencias más ricas. Es fuente de su vida, economía, cultura y espiritualidad. La pérdida de esta cultura, este estilo de vida, sería una tragedia para todos los guarijíos, para toda Sonora, para todo México y, de hecho, para toda la humanidad. Juntos con el pueblo guarijío debemos asegurar su historia, cultura y espiritualidad tanto para futuras generaciones guarijíos como también para el futuro de toda la humanidad.


Letrero puesto por el gobierno en el Predio Toma de Agua,
sitio que quedaría bajo el agua de la presa

En el caso de la construcción de la Presa de los Pilares, ha sido muy sorprendente para mí el silencio de la comunidad científica en cuanto a la flora y fauna tan rica y variada de esta región. Se me hace un gran contraste la petición de los letreros puestos por Semarnat, ProArbol y Conafor pidiendo la colaboración del pueblo precisamente para la conservación de esta biodiversidad, letreros que quedarán hundidos bajo el agua junto con todo el ecosistema local. También se me hace impensable que se inicie este proyecto sin haber realizado aún la investigación arqueológica y la documentación antropológica de los centros sagrados de la parte del CENTRO INAH SONORA por toda el área afectada. San Francisco de Asís alababa a Dios Padre Creador en su Cántico de las Criaturas, especialmente por la tierra y toda la creación. Cantaba, ¨Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas¨. Él encontraba en la creación misma un refugio de vida y fuente de alegría y paz. El pueblo guarijío tiene derecho a esta vida, al desarrollo de su propia cultura y espiritualidad junto con la riqueza del Río Mayo que ha sido suya por miles de años. Espero que podamos escuchar y respetar a su voz.


Una joven guarijía contemplando
su futuro en la Mesa Colorada