Historial de Catequesis

“ Todo el mundo te busca ”

Jesús enseña con "autoridad" liberadora

Iª Lectura: Deuteronomio (18,15-20): El anhelo de un “profeta” verdadero

I.1. La primera lectura es un texto de los llamados “programáticos” en la teología deuteronomista, una teología de inspiración profética, que habría de dar como fruto una reforma en tiempos del rey Josías (621 a. C). Porque el libro del Deuteronomio sirvió como apoyo a los israelitas piadosos, que trasladados a Judá después del 721 a. C., traerían sus mejores tradiciones religiosas. Estos habrían de influir en algún círculo profético, que ponía su mente y su corazón en una vida más concorde con la Alianza que Dios hizo con Moisés en beneficio del pueblo. Aunque ahora ciertas cosas nos parezcan tradicionales, en aquél entonces eran verdaderamente renovadoras frente a los círculos del poder religioso, social y político.

“ Venid conmigo y os haré pescadores de hombre ”

Iª Lectura: Jonás (3,1-5.10): "Todos pueden convertirse"

I.1. La liturgia de hoy nos ofrece, como primera lectura, un texto del libro de Jonás, el profeta que debía ir a la Nínive de los asirios, prototipo del pueblo opresor, para predicar la conversión. Este libro, que ha recibido muchas interpretaciones, probablemente vio la luz en los tiempos postexílicos de Esdras y Nehemías, cuando aparece una política religiosa de xenofobia. El que se elija Nínive, la capital del imperio Asirio, es un dato muy curioso ya que es el símbolo del imperio que destruyó Israel, el reino del norte, con Senaquerib. Por lo mismo, cuando se escribe este libro no existía ya el imperio asirio; el autor, pues, hace una ficción con objeto de exponer ideas teológicas: el profeta se dirige a los opresores de todos los tiempos para llamarlos a la conversión.

“ ¿Qué buscáis? ”

“ Tú eres mi Hijo amado ”

Con la fiesta del Bautismo del Señor que celebramos en el segundo domingo de Enero se cierra el tiempo de Navidad para introducirnos en la liturgia del tiempo ordinario. En la Navidad y Epifanía hemos celebrado el acontecimiento más determinante de la historia del mundo religioso: Dios ha hecho una opción por nuestra humanidad, por cada uno de nosotros, y se ha revelado como Aquél que nunca nos abandonará a un destino ciego y a la impiedad del mundo. Esa es la fuerza del misterio de la encarnación: la humanidad de nuestro Dios que nos quiere comunicar su divinidad a todos por su Hijo Jesucristo.