Renuncia y libertad

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

13 Julio

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San Enrique

Éxodo 1,8-14.22: “Tomemos precauciones contra Israel para que no siga multiplicándose”, Salmo 123: “Nuestra ayuda es invocar al Señor”, San Mateo 10,34-11,1: “No he venido a traer la paz, sino la guerra”

Muchas veces me pregunto si a base tanto escuchar estas palabras de Jesús les hemos ido quitando su verdadero sentido. Tenemos la experiencia que nos dice que las cosas nuevas llaman la atención pero conforme pasa el tiempo nos vamos acostumbrando y a veces ya no les damos ninguna importancia.

Resuenan exigentes las condiciones que Jesús pone a sus discípulos. No es Jesús ningún profeta mediocre que trate de endulzar las palabras o calmar los ánimos, todo lo contrario afirma que no viene a traer la paz sino la guerra. Pero no como esas guerras estúpidas que se basan en la ambición y en la conquista, que desprecian al hermano y someten al débil.

No, la guerra que Jesús propone es la violencia que tiene que hacerse quien pretenda vivir como su discípulo. La familia tan importante para los israelitas no debe ser obstáculo para seguir a Jesús. No está predicando contra la familia pero está poniendo muy en claro sus exigencias que implican una clara renuncia y una plena libertad frente a todo aquello que impida que el Reino de Dios se haga presente en medio de nosotros.

Hoy vivimos en un gran pluralismo que nos lleva ser tolerantes, pero ojalá no nos lleve a ser ambiguos y a pensar que todo es igual. Cada quien quiere llamar verdad a su propuesta, cada quien quiere imponer sus opciones… merecen respeto pero también claridad y no debemos llamar bien a lo que perjudica a los demás, ni callarnos ante lo que es injusto.

Para los primeros cristianos era decisivo lo que proponía Jesús. También hoy, para sus modernos discípulos, debe ser muy clara y contundente su propuesta. No se puede adoptar otro modelo ni otro estilo sino el mismo que recorrió Jesús. Sí, una libertad plena, una entrega completa, aceptando las consecuencias que trae el hablar con la verdad, el proponer la justicia y el buscar el Reino de Dios.