Año de sabernos en manos de Dios

de Enrique Díaz Díaz
Obispo Coadjutor de San Cristóbal de las Casas

10 Diciembre

AUDIO

Isaías 41,13-20:“Yo soy tu redentor, el Dios de Israel”, Salmo 144:“Bueno es el Señor para con todos”, San Mateo 11,11-15: “No ha habido ninguno más grande que Juan el Bautista”

En el texto de San Mateo Jesús hace una gran alabanza a Juan el Bautista. Primero dice que no es una caña movida por el viento, después añade que es el mayor de todos los hombres. Para cualquier judío esto representa una alabanza asombrosa ya que tenían un amor grande a la historia y personajes como Moisés, Elías, Abraham, recibían una gran veneración. Sin embargo ahora Juan es presentado como el culmen de todo ese dinamismo que tenía que llegar hasta Jesús.

Juan se ve pequeño, con vestidos que no ayudan a una figura elegante, con propuestas diferentes, y por eso no acaban de entender que haya recibido el mayor elogio de parte de Jesús. La sorprendente alabanza que nos narra Mateo contiene, sin embargo, un profundo contenido cristológico y sólo desde ahí adquiere todo su sentido: la grandeza de Juan consiste en haber llevado hasta el final el largo camino que desde la antigua alianza conduce a la realización de las promesas. Juan que aparecía como el más grande se torna el más pequeño para presentar a Jesús y darle su verdadero lugar.

Estamos en el camino del Adviento, no nos dejemos distraer por otras propuestas, nuestro camino nos debe llevar hasta el Salvador. Año de la misericordia, año de sabernos en manos de Dios. Preparemos nuestro corazón para recibir a su Hijo. Recibamos la enseñanza de Juan que es grande porque puede señalar con su vida a Jesús. La meditación sobre la figura del Bautista se convierte en una provocación para que sepamos reconocer la gracia que se nos ofrece para formar parte del Reino y acoger el don de la dignidad de hijos de Dios, que supera con mucho cualquier otra grandeza a la que pudiéramos aspirar.

Que en este día, al igual que Juan, presentemos a Jesús como el Cordero de Dios, como el que quita el pecado del mundo y con nuestra vida demos testimonio de lo que estamos hablando.