“ Te doy un corazón sabio e inteligente ”
Iª Lectura: Génesis (18,20-32): Interceder ante Dios en beneficio de los otros
I.1. La primera lectura de este domingo es la continuación del anterior. Se trata del célebre relato de la destrucción de Sodoma y Gomorra, las ciudades con fama de depravadas en el valle del Siddim, en el sur del Mar Muerto.
Es un relato que se ha prestado a todo tipo de hipótesis arqueológicas en torno a esa depresión del valle del Jordán, que es uno de los fenómenos más originales de la naturaleza, a 400 metros bajo el nivel del Mediterráneo. La Biblia lo llama el yâm hammélah (mar de la Sal), y popularmente se le conoce por Muerto, desde el tiempo de los griegos, porque no hay vida, debido a la gran densidad de sal.
I.2. Todo esto explica la leyenda de este lugar, de la estatua de sal de la mujer de Lot y otros pormenores. Probablemente es una leyenda para explicar lo terrible de la vida allí, aunque la industria de todos los tiempos ha logrado del asfalto y otros minerales sus beneficios. Pero la lectura de hoy viene para poner de manifiesto la intercesión de Abrahán a Dios por los justos, por sus familiares. Es una explicación de cómo el hombre de todos los tiempos, y muy especialmente el de la antigüedad recurre a lo divino frente a las leyes de la naturaleza que se presenta tan atroz en momentos determinados.
IIª Lectura: Colosenses (2,12-14): El bautismo: sumergirse en la vida de Cristo
La carta a los Colosenses prosigue con su mensaje. En este caso es un texto bautismal, una pequeña catequesis sobre el bautismo cristiano, sobre el efecto de este sacramento: nos incorpora al misterio de Cristo, a su muerte y resurrección. Es un mensaje que se parece mucho al de Rom 6. Dios nos da la vida en Cristo y esto se expresa en la mediante el bautismo.
Evangelio: Lucas (11,1-13): Dios como Padre: ¡un misterio de intimidad!
III.1. El evangelio de Lucas nos ofrece hoy uno de los pasajes más bellos y entrañables de ese caminar con Jesús y de la actitud del discipulado cristiano. En Lucas, el Padrenuestro se halla dentro del marco de un catecismo sobre la oración (11, 1-13). Está dividido en cuatro partes y abarca: la petición «¡Enséñanos a orar!», juntamente con el Padrenuestro (11, 1-4); la parábola del amigo que viene a pedir, y que Lucas entiende como exhortación a ser constantes en la oración (11, 5-8); una invitación a orar (11,9s) y la imagen del padre generoso, que es una invitación a tener confianza en que se nos va a escuchar (11,11-13). Ya sabemos que el Padrenuestro está en Mateo (6,9-13) y que se ha tomado, en ambos casos, de la fuente de los profetas itinerantes de Galilea que conservaron los dichos de Jesús (fuente o evangelio Q). Pero esta catequesis de la oración, tal como la tenemos en el conjunto, se la debemos a Lucas que es el evangelista que más ha valorado este aspecto de la religión e identidad cristiana.
III.2. Cuando Jesús está orando, los discípulos quieren aprender. Sienten que Jesús se transforma. Jesús, en el evangelio de Lucas, ora muy frecuentemente. No se trata simplemente de un arma secreta de Jesús, sino de una necesidad que tiene como hombre de estar en contacto muy personal con Dios, con Dios como Padre. Todos conocemos cuál es la oración de Jesús, y cómo esa oración no se la guarda para sí, sino que la comunica a los suyos. Por lo mismo, la predicación de Jesús ha de revelar el sentido del Padrenuestro. Este es el primer fundamento en que se basa la explicación que se ha de dar. Sólo el que vive en el Espíritu de Jesús, quiere decir Lucas, sabrá rezar el Padrenuestro con el espíritu de Jesús. Y sólo sabrá rezarlo quien sepa escuchar primeramente la predicación de Jesús.
III.3. Debemos notar que el Padre es "la oración específica del discípulo de Jesús", ya que Lucas nos dice con claridad que los discípulos se lo han pedido y él les ha enseñado. Y los discípulos se lo pidieron para que ellos también tuvieran una oración que los identificara ante los demás grupos religiosos que existían. En consecuencia es una oración destinada para aquellos que "buscaron" el Reino de Dios, con plena entrega de vida; para aquellos que convirtieron el Reino de Dios en el contenido exclusivo de su vida. Pues cuando Jesús nos enseña cómo y qué es lo que hemos de orar, entonces nos está enseñando implícitamente cómo deberíamos ser y vivir, para poder orar de esta manera.
III.4. No podemos entrar en los pormenores exegéticos del Padrenuestro que ha logrado el consenso de muchas lecturas distintas, diferentes, originales, extraordinarias. No es que Jesús inventara la invocación de Dios como "Padre"… pero es quien la pone sobre la mesa de la experiencia religiosa de su tiempo, con sentido de reto, de cómo debemos entender a Dios y de cómo debemos relacionarnos con Él. Las diferencias entre Mateo y Lucas inclinan la balanza a un texto más primitivo en el caso de nuestra lectura de hoy: corta, directa, menos estructurada, pero más intimista y radical; quizás más cercana a la experiencia de Jesús tal como se la escucharon sus discípulos.
III.5. ¿Qué significa Padre (Abba)? No es un nombre de tantos para designar a Dios, como ocurría en las plegarias judías. Lo de Lucas, pues, no es más que el original arameo de la invocación de Jesús. Y era la expresión de los niños pequeños, con la significación genuina de "Padre querido". Así, pues, Jesús habla con Dios en una atmósfera de intimidad verdaderamente desacostumbrada. Y enseña a sus discípulos a hacer otro tanto. Toda la predicación de Jesús está confirmando esto mismo. Jesús, con palabras estimulantes, alienta a que los discípulos estén persuadidos previamente en la oración de una confianza sin límites. No se trata, pues, de un título más, frío o calculado, sino de la primera de las actitudes de la oración cristiana. Si no tenemos a Dios en nuestras manos, en nuestros brazos, como un padre o una madre, tienen a su pequeño, no entenderemos para qué vale orar a Dios.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura