Etimológicamente significa “de pascua”. Viene de la lengua hebrea. Nacido en Soissons a finales del siglo VIII, padece de niño la más dura necesidad al fallecer su padre.
Atendido y formado en una Institución de Religiosas, más tarde ingresa en la Orden Benedictina, en la Abadía de Corbie; donde pronto se distingue por su vida religiosa y por sus estudios científicos y teológicos. Renuncia a recibir el sacerdocio, movido por su humildad. Y se firma “Pascasio diácono, el más indigno de ser contado entre los monjes”.
Aun permaneciendo diácono, Pascasio Radberto es elegido abad. Entre sus muchos escritos destacan “La Maternidad de la Virgen” y “El cuerpo y la sangre del Señor”
Estás ante un santo, un diplomático por el bien de la Iglesia y de la sociedad y un teólogo.
Estas son las tres características de este hombre, un personaje muy considerable en su tiempo que transcurrió en el siglo VIII y IX.
Los mismos historiadores de la rama de la teología siguen mencionando la teoría que él tenía acerca de cómo iluminar e ilustrar el misterio de la presencia de Jesús en el Santo Sacramento.
Por otra parte, y siempre a plena disposición de la Iglesia, tuvo que viajar muchos años para arreglar los asuntos de la Iglesia e intentar aplacar los conflictos que había respecto a los sucesores de Carlomagno.
¿Cuál es el origen de este santo?
La abadesa Teodrada, prima de Carlomagno, lo encontró un día abandonado en la porticada de Notre- Dame.
Lo recogió y lo educó lo mejor que pudo. El chico hablaba siempre con la boca llena de gratitud y veneración de esta ilustre señora.
A sus 22 años se convirtió. En esta labor tuvo mucha importancia el hermano de Teodrada. Era el abad de Corbie.
Y al ver sus buenas cualidades y su deseo de ser monje, lo admitió en el monasterio.
Con el tiempo llegó a ser un afamado profesor y, gracias a él, las escuelas de Corbie adquirieron fama en todos sitios.
En el año 844, los monjes lo eligieron como su abad, pero a los siete años hubo una revolución que le obligó a refugiarse en la abadía de san Riquier.
A él no le importó mucho. Era un escritor nato y tenía varios libros en mente. Solía decir:<<¡Qué placer sentirse arrojado en brazos de la filosofía y de la sabiduría y beber de nuevo la leche de la Biblia que alimentó mi juventud!>>.
Los monjes de Corbie volvieron a llamarlo. Retornó a vivir con ellos como simple religioso. Y siguió escribiendo.