Dentro de la ideología de San Juan Bosco un astro de primera magnitud había de ser Santa María Mazzarello. En los sueños proféticos del gran fundador habían de anunciarle las Hijas de María Auxiliadora.
"Un buen día atravesaba la plaza Vittorio en Turín. De repente me vi cercado por un pequeño ejército de chiquillas que cantaban, gritaban, chillaban. Apenas me vieron volaron en torno mío y clamaron: "¡Viva Don Bosco!... Tómenos también a su cargo. ¿No ve que estamos abandonadas?" "Otro tendrá que ocuparse de vosotras: yo estoy abrumado con tantos niños... Pero mientras ellas insistían, una Señora noble y con rostro como el sol resplandeciente se me apareció y me dijo:
—Cuídamelas. Son hijas mías."
Por entonces llegaba a Turín un fervoroso sacerdote, que tenía en un pueblecillo de los Alpes su asociación de Hijas de la Inmaculada: se llamaba don Pestarino y quería quedarse con Don Bosco en Turín.
Pero el santo patriarca le dijo que volviera a su Mornese, a cuidar de sus congregantes; mientras tanto le consideraría como uno de los suyos.
Le dio una medalla y una tarjetita para las dos principales, con estas palabras: "Orad, haced todo el bien que podáis a las jovencitas: haced lo posible por impedir el pecado, aunque sea venial."
María y Petronila eran las dos obsequiadas y aconsejadas por Don Bosco, desconocidas entonces por él; por eso recibieron sorprendidas y maravilladas el regalo espiritual. Las dos, y sobre todo María, habían de ser las principales colaboradoras de San Juan Bosco en la fundación de las Hijas de María Auxiliadora, que también llamamos salesianas.
Santa María Doménica Mazzarello Calsagno nace en Mornese el 9 de Mayo de 1837, un pueblo montañoso del norte de Italia. Siendo una secilla campesina, pobre e ignorante, llegó a ser la Fundadora de la que es hoy la segunda Comunidad religiosa femenina en el mundo (en cuanto a número de sus religiosas), la Comunidad de hermanas Salesianas.
Alrededor de 1849 por asuntos de trabajo de su padre se mudan a la alquería llamada Valponasca, donde se ocuparían del cultivo de los viñedos. Permanecerían allí un decenio.Un trabajo intenso y una profunda piedad cristiana caracterizan el contexto familiar en el que la niña se abre a la vida; de su padre aprenderá el "verdadero sentido del trabajo" .También el verdadero sentido de Dios, que María Doménica expresará sencillamente en su característico "gusto por lo auténtico", que caracteriza su ovación.
Muy semejante fue su infancia aldeana a la de Don Bosco en Becchi, aunque menos maravillosa en lances, visiones y prodigios.
María, en su aldeíta de Mornese, primero, y luego en la vecina granja de la Valponasca, trabajó desde pequeñita en las viñas y sembrados, con diligencia y robusta laboriosidad. Todo era necesario en aquella familia, tan profundamente cristiana y ejemplar, bendecida por Dios con tres hijos y tres niñas; de todos, la mayor fue María y luego Feliciana, que también había de formar en el primer grupo de las salesianas.
A las cuatro de la madrugada se levantaba cada día, y después de arreglar todo lo que se necesitaba en casa para el trabajo del día, se dirigía hacia el pueblo, por caminos unas veces llenos de nieve o de barro y otras muy polvorientos, a asistir a la Santa Misa. A las siete de la mañana ya estaba de vuelta en casa para emprender las tareas agotadoras de la jornada campesina. Y durante el día desde el campo donde trabajaba dirigía de vez en cuando la vista hacia la lejana torre parroquial para ofrecer a Nuestro Señor las labores que hacía. Al llegar a casa se asomaba a la ventana de su casa de Valpomasca y desde allí, mirando a la distante torre de la Iglesia de su parroquia, adoraba al Santísimo Sacramento. Y Dios supo premiar su piedad y fervor, pero de un modo que nadie se esperaba.
El período transcurrido en la Valponasca aparece como el más rico de la formación espiritual de María, que volverá al pueblo más madura, después de verse templada en el sacrificio y corroborada por la gracia.
Es significativa en esta etapa de vida la pertenencia de María Doménica al "Pía Unión de las Hijas de María Inmaculada" .
Este grupo es para ella expresión de una vasta apertura apostólica dentro del mismo, crea nuevas relaciones y se consagra a Dios de forma explícita "con el ejercicio de la caridad".
Los orígenes de su apostolado están íntimamente ligados al sufrimiento, con aquel tipo de sufrimiento llamado incomprensión y soledad, que vivido en un silencio de relaciones y colmado de felicidad, prepara la génesis de una misión eclesial auténtica
De niña se propuso Mazzarello: "En catecismo no me dejaré ganar por ninguno en la clase". Y así lo logró. Aunque no fue a la escuela, sin embargo se aprendió de memoria todo el catecismo y logró entender muy bien las explicaciones que le daban. Y con esta excelente provisión en su memoria se propuso lograr que las niñas del pueblo adquirieran también una excelente instrucción religiosa. Para ello fundó un "Oratorio" o escuela de catecismo para la niñez femenina. Ella y sus amigas les enseñaban costura y otras artes caseras y les proporcionaban muy agradables recreos y bulliciosos paseos, mientras iban consiguiendo que las jovencitas aprendieran muy bien la religión y observaran excelente comportamiento en casa y fueran a misa y recibieran los sacramentos. Eso mismo estaba haciendo San Juan Bosco en otra ciudad, en Turín con los muchachos.
Cuando tiene 15 años, estalla en Mornese una terrible epidemia de tifo negro. María Mazzarello se dedica a atender a los enfermos con enorme generosidad y logra que muchos sanen y salven su vida. Pero ella se contagia y llega al extremo de que ya todos creen que se va a morir. Sin embargo se encomienda con toda fe a la Sma. Virgen y la Madre Celestial le concede de manera admirable su curación. Pero le sucede algo inesperado: ella que antes había sido la más fornida campesina de su vereda queda totalmente débil y sin fuerzas para dedicarse a las labores del campo. Era un plan secreto de Dios para que se dedicara a otra labor que el cielo le tenía señalada.
Entonces con su hermana y una amiga se fue donde el mejor sastre del pueblo y le pidió que le diera clases de costura y sastrería, y en pocos meses llegó a ser una excelente modista. Y con sus compañeras puso un taller de costura para las niñas pobres.
San Juan Bosco y María Mazzarello tienen extraordinario parecido en el método que emplearon para salvar almas y en la clase de gentes a las cuales se dedicaron a educar. Y lo curioso es que en sus primeros 25 años María Mazzarello ignora totalmente quién es Don Bosco y qué es lo que hace ese gran apóstol, y Don Bosco no sabe absolutamente nada de esta santa mujer. Y sin embargo los dos emprenden obras de apostolado totalmente.
A sus diecisiete años, el 9 de diciembre de 1855, hizo la Mazzarello con sus compañeras, en la capilla privada de don Pestarino, su primera consagración a la Virgen. Eran el ejemplo del pueblo, el honor de la parroquia.
Viajando en el tren se encontró el Padre Pestarino con San Juan Bosco. El Sumo Pontífice le había dicho a Don Bosco "¿Por qué no funda una Comunidad de mujeres para que se dedique a hacer en favor de las muchachas lo que Ud. y sus salesianos hacen en favor de los muchachos?". Eso le quedó zumbando en los oídos al gran santo.
En esto estaba pensando cuando Dios vino a hablarle por medio de un sueño misterioso. Vio el santo en sueños que muchas niñas pobres salían a su encuentro suplicándole con insistencia y diciéndole: "¿Por qué no se preocupa también de nuestra educación? ¿Es que las niñas no tenemos también un alma que salvar, como la tienen los muchachos?". Meditando estaba Don Bosco en todo esto cuando se encontró en el tren con el Padre Pestarino, el cual le contó que en su pueblo de Mornese tenía un grupo de muchachas muy fervorosas, las cuales estaban haciendo respecto a las niñas, lo mismo que él estaba haciendo en Turín por los muchachos. Y lo invitó a que fuera a encargarse de dirigirlas. Al santo le pareció formidable la idea, y anunció que pronto iría a visitar aquella bella obra.
Un día Mazzarello le dijo a su amiga Petronila:
—Me voy a hacer sastra: cuando lo sea, reuniré a las niñas y las enseñaré el oficio y la piedad; me parece soñar viendo el castillo, y en él muchas niñas que hemos de formar. ¿Me acompañarás?
No fue tan fácil realizarlo. Dificultades de la familia, ironías de los pueblerinos (¿pesaba la azada, eh?), falta de locales, con emigraciones como las de Don Bosco por los arrabales de Turín. Una temporada en casa Pampuro, su taller primero, luego en casa Maccagno por cinco liras al mes, más tarde las primeras internas en la residencia, con las dos mammas y maestras: Petronila y María. El taller va teniendo su oratorio festivo dominical.
En la vida de Mazzarello hay una fecha que jamás podrá olvidar, porque marcó para siempre el rumbo de su vida. Es el 7 de octubre de 1864, el día en que San Juan Bosco fue por primera vez a Mornese. Aquella fue una fecha emocionante e inolvidable. Todo el pueblo salió recibir al santo y a sus jóvenes alumnos que con una alegre banda musical venían a visitarlos. En bellísimo caballo blanco entró Don Bosco por las calles de la población, adornadas con flores y banderas. Los hombres habían ido a varios kilómetros de distancia a encontrarlo, y las mujeres y los niños llenaban las calles y gritaban vivas y aplaudían. Todos estaban convencidos de que era un hombre de Dios, un gran santo. Y además era extraordinariamente amable y alegre, y amigo de los niños y de los pobres.
Mazzarello no había visto nunca a Don Bosco, pero esa noche, apenas le oyó su primer sermón quedó encantada y llena de admiración. Y en esos días siempre que el santo hablaba, ella se colocaba en las primeras filas para oírle mejor y no perderle palabra alguna. A sus compañeras que la reprendían por meterse allá entre ese montón de hombres, a escucharle, ella les decía: "Es que mi corazón me dice que es un santo, y a los santos no se les puede perder palabra". La amistad con Don Bosco hizo crecer a pasos agigantados en santidad a la muchacha de Mornese.
Don Bosco constató que aquellas muchachas que dirigía el Padre Pestarino eran excelentes candidatas para ser religiosas, y con ellas fundó la Comunidad de Hijas de María Auxiliadora, o salesianas, que hoy en día son más de 16,000 en 75 países.
La vocación y la institución se van perfilando, El taller y el oratorio crecen. María es elegida presidenta de la Casa de la Inmaculada, con un grupo de siete congregantes consagradas a la obra; y en la altura, al pie del castillo, van a tener más amplias edificaciones para el colegio nuevo; Don Bosco vino a bendecirlo el 13 de diciembre de 1867.
Congregó Don Bosco su Capítulo General en mayo de 1871; les expuso el proyecto de fundar un Instituto de religiosas, y precisamente aprovechando la fundación del colegio de Mornese. Con su aprobación corrió a exponer su proyecto a Su Santidad Pío IX, que lo aprobó cálidamente y lo bendijo. Con esto se fue a Mornese y propuso su plan a don Pestarino. Hubo grandes dificultades, el pueblo se creyó privado de un colegio para chicos, a María la reclamaba su familia...
Pasó la tempestad y el 15 de agosto de 1867 el obispo de Acqui, con Don Bosco, recibían los votos primeros de once Hijas de María Auxiliadora. Como Superiora de la nueva Comunidad fue elegida por unanimidad María Mazzarello, y aunque ella se negaba a aceptar, diciendo que era una mujer muy ignorante, sin embargo San Juan Bosco respondió: "Dios le ha dado unas excelentes cualidades para ser superiora, y muy bien se merece este cargo". Y tuvo que aceptar, y fue Superiora General hasta su muerte y obtuvo resultados asombrosos, por su fe y su humildad.
María Mazzarello apenas medio sabía leer y escribir. Y siendo Superiora General se dedicó a hacer cuarto de primaria entre las niñas pequeñitas, cuando ella ya tenía 34 años. Era un ejemplo que impresionaba mucho.
Don Bosco les compuso las Reglas y Constituciones, y desde la muerte de don Pestarino, en 1874, la dirección de Don Bosco orientó de la más bella manera salesiana la naciente congregación y le envió como directores generales al que había de ser gran misionero y cardenal Cagliero, a don Rúa, luego sucesor de Don Bosco; a monseñor Costamagna, todo el Estado Mayor de aquellos idílicos y prodigiosos comienzos de la familia salesiana.
—Ahora soy del todo feliz —había dicho sor Mazzarello a su madre el día de su profesión religiosa.
Con prudencia celestial y santidad rebosante sor María regía la naciente congregación y veía su crecimiento, primero en Europa, luego a las misiones de los jíbaros, luego por todo el mundo.
La Congregación se consolida. Aconsejan a la superiora general, sor María, que vaya a pedir a Roma las bendiciones de Su Santidad y se excusa:
—¿Cómo, señor director, me presentaré, que no haga perder nuestro buen crédito? Esperará el Papa ver una superiora instruida y capacitada, y se encontrará con una pobre aldeanita ignorante.
La pobre aldeanita, sin embargo, era un prodigio de prudencia, de buen espíritu, de muchas virtudes y crecida santidad, ejemplar perfecto de la mejor hija de María Auxiliadora.
En 1877 la Casa Generalicia se trasladaba a Nizza Monferrato, casa mejor comunicada y mayor para el gran crecimiento de la Institución, y allí, con su ejemplo y divinas ilustraciones, ejerce su maravilloso apostolado y forma un plantel de religiosas fervientes y superioras excepcionales que habían de levantar tan excelsa la eficacia y la fama de la Congregación.
Era el año 1881. Madre Mazzarello ya llevaba 10 años de Superiora, con gran satisfacción de todas sus súbditas, y gozaba de buena salud. Pero un día le ofreció a Dios su vida, por la salvación de una muchacha que estaba en peligro de perder la fe, y Dios tiene buenos oídos para escuchar estos ofrecimientos y aceptó la propuesta. Y le vino la terrible enfermedad de la pluresía (inflamación de las membranas que cubren el pulmón). Sabiendo que a San Juan Bosco le había concedido Dios el don de conocer el futuro, le preguntó si ella se curaría de esa enfermedad y el santo le respondió de una manera muy extraña. Le dijo así:
"Le voy a contar una parábola. Un día llegó la muerte a una casa de religiosas y le dijo a la portera: `¡Venga conmigo a la eternidad!'. Pero la portera le respondió: `Tengo mucho oficio en la portería y no me puedo alejar de aquí'.
Entonces pasó la muerte a la cocina y le dijo a la hermana cocinera: `¡Venga conmigo a la eternidad!'. Pero la hermana cocinera le dijo: `Tengo tanto que cocinar'. ¡No puedo acompañarla!'. Y la muerte fue donde la Superiora y le dijo: `Ud. tiene que dar a las demás ejemplo de obediencia. ¡Venga conmigo a la eternidad!'. Y la superiora, para dar ejemplo, se fue a la eternidad con la muerte".
Madre Mazzarello entendió lo que le decía el santo, inclinó la cabeza y aceptó tener que morirse tan joven. Y en plena vida, a los 44 años recíen cumplidos, el 14 de mayo de 1881, después de cantar un himno a la virgen Santísima, expiró santamente. Sus tres grandes amores fueron la Eucaristía, María Auxiliadora y la juventud pobre para educarla y salvarla.
LAS HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA
Las Hijas de María Auxiliadora constituyen la familia religiosa nacida del corazón de Don Bosco y de la fidelidad creativa de Santa María Dominga Mazzarello.
Nace y crece la gran familia de mujeres que de “campesinas de la colina” llegan a ser pronto capaces de abarcar todo confín.
Cuando la cofundadora María Dominga Mazzarello muere, en el 1881, la obra tiene sólo 9 años de historia y ya las FMA se han extendido por Italia, han sido acogidas en Francia y se encuentran proyectadas hacia la entonces lejanísima América Latina.Y por todas partes protagonistas
La raíz de todo este milagro al femenino está en una invitación que Don Bosco escuchó en sueños dos veces. Se le apareció una bella señora que, frente a un grupo de muchachas que estaban solas en la Plaza de Turín, le dijo: “Son mis hijas,¡cuídalas!”
Contemporáneamente, en Mornés, María Dominga Mazzarello, mientras caminaba por un sendero del pueblo, vio delante de ella una gran construcción y muchas chicas que jugaban. Una voz le dijo: “¡A ti te las confío!”
A distancia, dos señales sobre la misma longitud de onda mandaban idéntico mensaje: debía nacer también para las niñas y las jóvenes el ambiente educativo que ya existía en Valdocco para los muchachos.
Fue así que el 5 de agosto de 1872 las primeras FMA pronunciaron su “sí” como María para ser “auxilio” sobre todo entre las jóvenes.
Se llamaron Hijas de María Auxiliadora porque fue la Virgen quien manifestó a Don Bosco la voluntad de Dios para esta nueva presencia en la Iglesia. Por esto el Santo repetía: “Vosotras pertenecéis a una Congregación que es toda de María”.
El acontecimiento histórico y religioso de María Mazzarello, confundadore con don Bosco de las Hijas de María Auxiliadora, pone de relievo los rasgos característicos de una experiencia de vida en la que la fe despliega un papel creativo .María Mazzarello es una campesina analfabeta que se convierte en refinada educadora, no mediante una recuperación tardía de competencias pedagógicas, sino a través de la elaboración personal de las potencialidades educativas de la pobreza, la solidaridad, la vida ordinaria, el trabajo y la oración.