San Germán de Constantinopla

Date: 
Miércoles, Mayo 12, 2021
Clase: 
Santo

Vivió en los siglos VII-VIII. Como Obispo de Constantinopla defendió la Iglesia contra los iconoclastas escribió varias obras de Teología, sobre todo 9 Homilías famosas, 7 de las cuales tratan de María. Por su integridad en la verdad, los herejes le forzaron a dejar su cargo, y abandonó su Sede el año 730. — Fiesta: 12 de mayo.

«Dios te salve, María; llena de gracia. Más gloriosa que los fíngeles, más santa que los Santos; la más venerada de todas las criaturas.

»Salve, paloma mensajera que llevas el ramo de olivo y anuncias el puerto salvador. Tus alas plateadas reflejan la luz divina del Espíritu.

»Salve, recogido y atrayente jardín de Dios, plantado al Sol y mimado por el Señor; oloroso de lirios y exuberante de rosas siempre tiernas, que nos libran de las tristezas y angustias que nacen de nuestra solitud; jardín donde crece el árbol que vivifica y da la inmortalidad.

»Salve, palacio del Rey de Reyes, obra de arquitectura divina, palacio resplandeciente y limpio, bien amueblado, que acoge a cuantos llaman a sus puertas y es espléndido en refrigerios místicos; palacio donde el Verbo enamorado cobró la pobre naturaleza humana y de donde, unida a ella en desposorios, recoge sin parar a los pródigos a fin de mostrarles el camino de retorno a la Casa del Padre.

»Salve, montaña frondosa y con sombra donde el Cordero de Dios se robusteció para revestirse un día con nuestros pecados y nuestras flaquezas; montaña de la que, desprendida una piedra y rodando, deshizo los altares de los dioses —que no existían—, y con admiración de todos se convirtió en la piedra angular.

»Salve, trono santo de Dios, tesoro escondido, ornamento, propiciatorio de todo el Universo, cielo al alcance de nuestra mano.

»Salve, relicario de oro trabajado a mano, donde se guarda el verdadero maná — Cristo Nuestro Señor, pan dulce y tierno. ¡Oh Virgen pura y digna de ser alabada sin cesar, templo dedicado a Dios, tierra virgen, prado sin labrar, vid frondosa, fuente que mana, Virgen... y Madre; tesoro escondido, sagrario de la virtud!

»Con tus súplicas y tu poder de madre, tan eficaz ante Dios, Señor, Creador... e Hijo tuyo, haz que los que forman la clerecía comprendan su misión de guías, y dales la paz».

Por esta calurosa Homilía nos llega toda la profundidad y sinceridad de sentimientos de San Germán: entusiasta de María, como cristiano y obispo inculcó a los hombres del siglo VIII una de las devociones esenciales de nuestra Religión.

De las nueve Homilías que nos quedan de él, siete hablan de María, y de éstas, tres de su Dormición y Asunción corporal al Cielo.

Fue San Germán notable escritor. Compuso varias obras dogmáticas y de otra diversa índole. Aunque se le atribuyen, además, muchos cánticos eclesiásticos, lo que no ofrece duda es que defendió también, con la pluma, el culto de las imágenes. Lo cual motivó que sus adversarios le depusieran de la Sede de Constantinopla en el año 730. Falleció dos años más tarde, a los noventa y siete de edad.

Su vida estuvo concorde con su proceder —en el campo de la palabra oral y escrita—. Por esto, una vez fallecido, comenzó a tenérsele como santo. A través de su vida aprendemos a tratar íntima y profundamente a María, Madre nuestra del Cielo. El testimonio de su valentía nos recuerda que en la Iglesia ha habido siempre héroes que lo han arriesgado todo por defender la Verdad... en definitiva al propio Cristo: Verdad única, consubstancial al Padre.

Oportuno es hacer constar que San Germán fue buen amigo de San Juan Damasceno, el gran Padre y Doctor de la Iglesia, defensor insigne del culto a las imágenes, y propugnador de la gloriosa Asunción de la Virgen.