V Domingo de Pascua, Ciclo B

CATEQUESIS DE JESUS SOBRE LA VID, JESUCRISTO Y NOSOTROS SUS SARMIENTOS (Jn. 15, 1-8)
 
En el A. T. la casa de Israel es la viña plantada por el Señor (Is. 5,7). Comunidad exclusiva del Señor: “Mi viña es sólo para mí” (Cant. 8, 12). Esta viña, es objeto del amor y de los cuidados de Dios; está llamada a producir frutos de justicia y santidad. La ama tanto que sólo la idea de destruirla lo llena de tristeza como se expresa en un desgarrador poema, Isaías (5, 1-7).
 
En el N. T. a Dios ya no le duele tanto la viña malvada y desagradecida, sino la actuación inícua de los renteros de esa viña que tanto ama (Mt. 21, 33- 43). Y cuando Jesús fue enviado por el Padre para reclamar lo que le pertenecía, ellos hablaban de justicia, pero no la vivían:

“Te expulsaron fuera de la viña y te mataron” (Mt. 21, 39). Ahora Jesucristo de manera inesperada llevado por su gran amor a nosotros, se presenta como la auténtica vid, símbolo de riqueza y bienestar (bienestar embriagante, incluso): “Yo soy la vid y ustedes los sarmientos”. Jesús es el único camino que perdona, que nos introduce en el camino de la vida, pues nos comunica la savia divina capaz de transformarnos.
 
El mismo Jesús nos enseña el camino para disfrutar nuestra unión a él y, así comunicarnos la riqueza y el bienestar de Dios: primero purificándonos y arrepintiéndonos de nuestros pecados, pues él quita de nuestra vida esas actitudes de pecado que nos dañan y dañan a nuestros hermanos; además nos indica el camino para permanecer en él, por medio de sus palabras y de sus indicaciones en los problemas y dificultades de nuestra vida; nuestro permanecer unidos a Jesucristo, nos impulsa naturalmente a fortalecer nuestra fe en Jesús y a manifestarla amando a nuestros hermanos; pues si nuestra fe no la expresamos en obras, todo es mentira, porque quien cree en Jesús ama a sus hermanos (1 Jn. 3, 18-24). Manifestación alegre y gozosa de nuestra fe en Jesús, que nos hace capaces de hacer partícipe a todos nuestros hermanos, especialmente los enfermos, los pobres, los abandonados de esa savia que transforma y llena de sentido nuestra vida.
 
Hermanos por nuestra fe en Jesucristo corre su savia divina, y en nosotros está el que corra también para nuestras familias, para nuestra sociedad. Y junto con Jesucristo podamos participar de la vida que Dios nos da en favor de los demás.
 
 
† Felipe Padilla Cardona.