2012-05-19 L’Osservatore Romano
El viernes 18 de mayo, en su discurso al último grupo de obispos de Estados Unidos –regiones XIV y XV- en visita “ad limina Apostolorum”, el Papa reafirmó la «unidad católica» como «condición fundamental para el desarrollo de la misión de la Iglesia».
El Pontífice mostró su alegría en particular por la presencia de los obispos de las Iglesias orientales de Estados Unidos, pues –les explicó- «vosotros y vuestros fieles encarnáis de modo único la riqueza étnica, cultural y espiritual de la comunidad católica estadounidense, pasada y presente». De hecho –recordó- «la Iglesia en Estados Unidos ha luchado por reconocer e incorporar esta diversidad, y lo ha logrado, no sin dificultades, forjando una comunión en Cristo y en la fe apostólica que refleja la catolicidad». Benedicto XVI habló, luego, de la importancia de preservar, alimentar y promover el don de la unidad católica, como condición fundamental para el desarrollo de la misión de la Iglesia en Estados Unidos, afrontando dos puntos específicos: el de la inmigración y el de las mujeres consagradas.
Por lo que atañe al primero, elogió «los incansables esfuerzos, en la mejor tradición de la Iglesia en Estados Unidos, para responder al fenómeno constante de la inmigración. La comunidad católica en Estados Unidos sigue acogiendo con gran generosidad a numerosos nuevos inmigrantes, proporcionándoles atención pastoral y asistencia caritativa, y sosteniendo modos para regularizar su situación, especialmente en lo que se refiere a la reunificación de las familias». Para el Papa un signo particular en ese sentido es «el compromiso continuo de los obispos estadounidenses a favor de la reforma de las normas sobre la inmigración»: cuestión difícil y muy compleja, la definió, tanto desde el punto de vista civil y político, como del social, económico y humano.
Respecto al segundo tema, el Pontífice exhortó a los obispos a «estar especialmente cercanos a los hombres y mujeres comprometidos en seguir a Cristo de un modo cada vez más perfecto, abrazando generosamente los consejos evangélicos». Y reafirmó su «profunda gratitud por el ejemplo de fidelidad y sacrificio que dan numerosas mujeres consagradas» en Estados Unidos, uniéndose a ellas «en oración para que este momento de discernimiento dé abundantes frutos espirituales para reavivar a las comunidades y reforzarlas en la fidelidad a Cristo y a la Iglesia, así como a sus carismas fundacionales ».