2012-05-24 L’Osservatore Romano
Volver a hablar al mundo de un Dios que «para muchos se ha convertido en el gran desconocido». Esta es la «misión antigua y nueva» indicada por el Papa a los participantes en la asamblea general de la Conferencia episcopal italiana en el curso de la audiencia del jueves, 24 de mayo, por la mañana en el aula del Sínodo. Para cumplirla —recordó el Pontífice— hace falta sobre todo una decidida «renovación de la calidad de nuestra fe y de nuestra oración». De hecho, la primera condición para «hablar de Dios» es «hablar con Dios», comprometiendo la propia vida «por aquello que es realmente fiable, necesario y último». En otras palabras, hay que apuntar «a aquello que es esencial de la fe», para «ofrecer una respuesta significativa a las grandes transformaciones sociales y culturales de nuestro tiempo».
Desde esta perspectiva, el Papa invitó a los prelados a continuar juntos en la «renovación eclesial que el concilio ecuménico Vaticano II nos confió». Cuyas «indicaciones autorizadas», recomendó, deben ser acogidas de manera «dinámica y fiel» bajo la óptica de la «hermenéutica de la continuidad y de la reforma» sugerida por él mismo en el discurso dirigido a la Curia romana el 22 de diciembre de 2005.
Por lo demás, para Benedicto XVI «la crisis que hiere Europa» hoy es esencialmente «espiritual y moral». Razón por la cual «no bastan nuevos métodos de anuncio evangélico o de acción pastoral». Se necesita más bien —precisamente como hicieron los padres conciliares hace cincuenta años— «recomenzar desde Dios» dejándose encontrar y aferrar a él «para ayudar a todas las personas que encontramos a dejarse alcanzar por la Verdad».
Objetivo al cual mira en realidad el Año de la fe que dará comienzo el próximo 11 de octubre: un tiempo para reconducir a los hombres «a un renovado encuentro con Jesús» mostrándoles que «Dios es el garante, no el competidor, de nuestra felicidad».