2012-05-28 L’Osservatore Romano
Milán, 28.. «Una ocasión privilegiada para contemplar en acción el don del Espíritu a través de la unidad y la urgencia misionera que suscita en todos nosotros». En el domingo de Pentecostés, el cardenal arzobispo de Milán, Angelo Scola, definió de este modo el ya inminente VII Encuentro mundial de las familias. Lo hizo al encontrarse en la catedral con los más de cincuenta mil voluntarios que harán posible el evento milanés. Y celebrando con ellos la misa por la entrega del especial “mandato”. Un modo para dar desde ahora las gracias de parte de la Iglesia ambrosiana y de la Iglesia universal, e invocar juntos la acción del Espíritu Santo «para que nos ilumine sobre el significado de este valioso servicio y nos sostenga en su actuación». De hecho, «los diversos servicios que estáis llamados a desarrollar en estos días son todos expresión de la unidad que nosotros vivimos».
La semana de «Family 2012», que culminará con la visita de Benedicto XVI, se ha abierto por tanto en el signo del Espíritu Santo y de la laboriosidad que espera a cuantos serán llamados a acoger a los peregrinos y a acompañar a las numerosas delegaciones internacionales. Un trabajo al servicio de la comunión eclesial. «El don de la unidad brillará en el testimonio recíproco que familias provenientes de más de ciento cincuenta países del mundo ofrecerán a lo largo de toda esta semana y, de manera especial, en la gran celebración eucarística presidida por el Santo Padre. Que en estos días cada uno de nosotros redescubra el don de la unidad en el variado mosaico de naciones y culturas con que nos encontraremos. Esta ocasión será, para los milaneses y los habitantes de nuestras tierras, una escuela privilegiada para aprender a vivir la Milán del futuro».