Lecturas del Sábado, Décima Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Sáb, 2012-06-16

Lectura del primer libro de los Reyes 19, 16b. 19-21

En aquellos días, el Señor dijo a Elías:
- «Unge profeta sucesor tuyo a Elíseo, hijo de Safat, de Prado Bailén. »
Elías se marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con la última.
Ellas pasó a su lado y le echó encima el manto.
Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió:
- «Déjame decir adiós a, mis padres; luego vuelvo y te sigo.»
Ellas le dijo:
- «Ve y vuelve; ¿quién te lo impide?»
Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó, marchó tras Ellas y se puso a su servicio.

Salmo: Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11 R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2,41-51:

Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedo en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.

II. Compartimos la Palabra

Elías pasó a su lado y le echo encima su manto

Comenzamos el “ciclo de Eliseo” hablando de su vocación. La vocación de Eliseo que es todo un ejemplo maravilloso del seguimiento de Cristo, de escucha a la voz del Dios que le llamó.
La llamada de Dios a través del profeta Elías irrumpe en el día a día de Eliseo. La llamada llega al corazón joven donde la vida se abre paso rodeada del cálido entorno familiar y de una prometedora proyección de futuro (Eliseo era un rico propietario de tierras), abrazado por la dulce amistad de quienes tanto le apreciaban, albergando en el corazón aspiraciones justas y nobles. Dios irrumpe con tal fuerza y delicadeza a la vez, con tal hondura y determinación, que todo, absolutamente todo queda superado y supeditado al seguimiento. La consagración de Eliseo por el profeta Elías se da por la investidura del manto de este sobre el joven como signo de posesión.

Dios, Jesús más tarde, son exigentes en la llamada, eligen y consagran a hombres y mujeres para entregarse a Él con pasión, totalidad, entusiasmo y alegría. La vocación tiene un carácter absoluto una llamada apremiante a vivir el evangelio con radicalidad. Seguir a Dios no se hace sin rupturas, sin ciertas renuncias. Abandonar trabajos, familia, riquezas es difícil, pero esto se nos pide por el Reino de Dios. A quienes aceptan y libremente se comprometen, Jesús les da a cambio una vida de amistad con Él.

Eliseo tiene un gesto de despedida, organiza una comida. Sigue el camino marcado por Dios sin vuelta atrás, quema naves, corta amarras, para no caer en la tentación de volver atrás. ¿Somos capaces nosotros de ser sensibles a la llamada de Dios y hacerla llegar a los demás con sencillez, con humildad, pero con toda la fuerza que viene de Dios? ¿Somos capaces de seguirle, dejándolo todo por lo que realmente merece la pena? ¿Dejamos oír la voz de Dios en nuestro corazón?

¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?

Hoy celebramos el Inmaculada corazón de María que nos remite de una manera directa y misteriosa al Sagrado Corazón de Jesús celebrado ayer. En María todo nos dirige a su Hijo. Son dos corazones unidos en el tiempo y en toda la eternidad. El modo más seguro que tenemos para llegar a Jesús es mirando y acompañando a María. Por eso nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María que nos invita a confiar en su amor maternal. Ese corazón de madre preocupada del que hoy podemos disfrutar en el Evangelio de Lucas, donde Jesús se queda en el templo.

Se queda en el templo, para ocuparse de las cosas de su Padre, increíble respuesta de un niño de tan solo 12 años de edad. Mientras que María estaba preocupada, Jesús estaba seguro, tranquilo y hasta le costaba entender porque el afán de la búsqueda desesperada de sus padres. Jesús tenía su misión en la casa de su Padre y así se lo hace saber a José y a María. Ella se va dando cuenta de todo. María no es solo su madre, es también la primera y mejor discípula, totalmente unida a su destino. María necesitó guardar y meditar en su corazón para enseñarnos a todos el trabajo de la fe, de estar siempre alerta para ver a su Hijo y escuchar su palabra. Juan Pablo II decía, que toda la vida de Jesús mirada por una fiel y filial sumisión al Padre celestial. Mi comida- decía- es hacer la voluntad de Aquel que me envió a llevar a cabo su obra (Jn 4-34).

MM. Dominicas Monasterio Sta. María la Real
Bormujos (Sevilla)