Ciudad del Vaticano, 11 junio 2012 (VIS).-Los participantes en el XV Seminario Internacional de capellanes católicos de la Aviación Civil y de los miembros de las capellanías de los aeropuertos han sido recibidos esta mañana en audiencia por el Santo Padre. La patrona de los capellanes es, como recordó el pontífice, Nuestra Señora de Loreto, patrona de todos los que viajan en avión, haciendo referencia a la tradición que atribuye a los ángeles el traslado de la casa de María de Nazareth a Loreto (Italia).
El seminario está dedicado a los nuevos métodos y manifestaciones de la obra de evangelización en el ámbito en que los capellanes ejercen su ministerio y el Papa les animó en este sentido a ser siempre “conscientes de estar llamados a hacer presente en los aeropuertos del mundo la misma misión de la Iglesia, que es llevar a Dios al hombre y guiar al hombre al encuentro con Dios”.
“Los aeropuertos -recordó- son lugares que reflejan cada vez más la realidad globalizada de nuestro tiempo. En ellos se encuentran personas diferentes por nacionalidad, cultura, religión, nivel social y edad, pero se encuentran también situaciones humanas muy distintas y nada fáciles, que requieren siempre una mayor atención; pienso, por ejemplo, en quienes viven una espera llena de angustia en el intento de transitar sin los documentos necesarios, como los emigrantes o los que solicitan asilo; pienso en los engorros ocasionados por las medidas para contrarrestar los atentados terroristas (...) Éste es el contexto humano y espiritual en el que estáis llamados a anunciar con renovado vigor la Buena Nueva, con la palabra, con vuestra presencia, con vuestro ejemplo y vuestro testimonio, bien conscientes de que, aun en los encuentros casuales, la gente sabe reconocer un hombre de Dios y que, con frecuencia, hasta una pequeña semilla en una tierra bien dispuesta puede germinar y producir frutos abundantes”.
“Además, en los aeródromos tenéis la posibilidad de entrar en contacto cada día con muchas personas, hombres y mujeres, que trabajan en un ambiente en el que tanto la continua movilidad como la tecnología constantemente en progreso, amenazan con oscurecer la centralidad que debe tener el ser humano; a menudo se da mayor atención a la eficiencia y a la productividad en detrimento del amor al prójimo y de la solidaridad, que, sin embargo, han de caracterizar siempre las relaciones humanas. También en esto es importante y preciosa vuestra presencia: es un testimonio vivo de un Dios cercano al hombre; y es una llamada a no quedarse nunca indiferentes ante quien se encuentra, sino a tratarlo con disponibilidad y con amor. Os animo a ser un signo luminoso de esta caridad de Cristo, que da serenidad y paz”, concluyó el Santo Padre.