LA VALENTÍA DE LA FIDELIDAD

«La fidelidad de Dios es la clave y la fuente de nuestra fidelidad», una virtud que «para cuantos trabajan en la Santa Sede asume un carácter particular» ya que expresa el vínculo «que se establece entre el Papa y sus directos colaboradores, tanto en la Curia romana como en las representaciones pontificias». El Papa eligió hablar de fidelidad a los sacerdotes que, una vez concluida la Academia Eclesiástica Pontificia, se preparan para ir a los diversos lugares del mundo en los cuales ayudarán a las Iglesias locales y mantendrán los contactos con las autoridades del país. Los recibió en audiencia el lunes, 11 de junio, junto a todos los demás miembros de la comunidad académica.

En el contexto bíblico, la fidelidad, explicó Benedicto XVI, es sobre todo «un atributo divino: Dios se nos da a conocer como Aquel que es fiel para siempre a la alianza que ha establecido con su pueblo, no obstante la infidelidad de este».

Precisamente en cuanto fiel «Dios garantiza el cumplimiento de su plan de amor, y por esto es también digno de fe y veraz». Por tanto, este comportamiento divino es «el que crea en el hombre —añadió— la posibilidad de ser, a su vez, fiel». Aplicada al hombre, la virtud de la fidelidad «está profundamente unida al don sobrenatural de la fe», es decir llega a ser expresión de «la solidez que caracteriza a quien ha puesto en Dios el fundamento de toda su vida».

La fidelidad exigida a los colaboradores del Papa constituye  «una grave responsabilidad, pero también un don especial, que con el tiempo va desarrollando un vínculo afectivo con el Papa, de confianza interior, un “idem sentiré” natural, que se expresa justamente con la palabra “fidelidad”».

Por tanto una entrega particular para los sacerdotes a punto de partir: de la fidelidad de Pedro «que os envía —les dijo el Pontífice—  deriva también una especial fidelidad hacia aquellos a los cuales sois enviados» y en los cuales los futuros diplomáticos deberán hacerse intérpretes de la solicitud del Papa para todas las Iglesias, de su participación y del afecto con el cual él sigue el camino de cada pueblo. De esta manera, explicó, «ayudaréis al Sucesor de Pedro a ser fiel a la misión recibida de Cristo». Y prosiguió: «Pienso con gratitud en la ayuda que recibo cotidianamente de muchos colaboradores de la Curia romana y de las representaciones pontificias, como también en el apoyo que me llega de la oración de innumerables hermanos y hermanas de todo el mundo».

 Benedicto XVI concluyó después recordando que la fidelidad en el seno de la Iglesia y de la Santa Sede «no es una lealtad “ciega”, porque está iluminada por la fe en Aquel que dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”» (Mt 16, 18).