Esta princesa era hija de rey Bela IV de Hungría y sobrina de santa Isabel de Hungría.
Vino al mundo en el año 1235. Tuvo la fortuna de encontrar una familia auténtica. Lo primero para ella fue, no el poder y la gloria, sino la buena educación de su hija y la formación completa en valores, de los que tanto vuelve a hablarse hoy en nuestra sociedad.
Es que sin ellos, la persona no se encuentra feliz ni puede hacer el bien a los demás.
Se encargó más directamente de su formación, Santa Cunegunda, la hermana mayor.
Estaba casada con el duque polaco Bodeslao, que a su vez, era príncipe de Kalishi. Su vida de piedad y su entrega a los pobres, le permitieron hacerse terciaria franciscana.
Generalmente, como estamos viendo por estas postales de santos, ha habido, hay y habrá nobles que saben compartir muy bien sus deberes de regir los destinos de los pueblos con una vida cristiana. No hay ninguna oposición. Al contrario, cuanto más se tiene, más se puede dar.
Al quedarse viuda en 1279, entró en el convento de las Clarisas, del que sería más tarde abadesa. Murió en 1298.