Beata Osanna Andreasi de Mantua

Date: 
Viernes, Junio 18, 2021
Clase: 
Beato

Hosanna Andreasi nació el 17 de enero del año 1449 en Carbonarola, pueblo cercano a la ciudad de Mantua, (Italia), perteneciente entonces al marquesado de Mantua. Allí sus padres tenían una casa donde solían pasar sus veranos
Fue segundogénita del noble Niccolò Andreasi y de Agnese Mazzoni que era parienta de segundo grado de la Familia Gonzaga, gobernantes de Mantua en el siglo XV.
Hosanna vivió la mayor parte de su vida en Mantua. Cinco o seis años vivió en Bigarello, donde uno de sus hermanos era gobernador y una semana hizo una visita a Milán, donde fue llamada por su fama de santa por el conde Raimondo Lupo. El resto del tiempo vivió en Mantua, en su casa, con su familia.
Hosanna pertenecía a una familia numerosa, pero desde niña buscaba la soledad.
A la edad de cinco o seis años vivió su primera experiencia mística, mientras paseaba por la ribera del Po en la villa de Carbonarola, “la movió el Espíritu a meditar la condición humana y entrar en el propio conocimiento. En esta consideración estaba, cuando oyó una voz grande y poderosa que le dijo: ¡Oh niña, la vida y la muerte consiste en amar a Dios!”. Tuvo una visión de la Trinidad, los nueve coros de ángeles y entendió la felicidad que en el cielo se experimenta al amar a Dios.
También le muestra un ángel toda la creación, y le da a comprender cómo por el conocimiento de la creación se llega “al verdadero conocimiento de Dios y a su perfecto amor”, le enseña que toda criatura en su ser no grita otra cosa sino “Amad a Dios”.
Surgen en ella inmensos deseos de amar a Dios con plenitud y pide con ardor a Dios, le dé ese amor.
Así escribe Hosanna, en una carta a pedido de su Padre espiritual:
“Yo, de seis años infundió el Señor en mi alma, no por mis méritos, un género de conocimiento y luz que todo cuanto veía y oía me representaba a Dios en mi interior; con tan viva representación, gusto, sentimiento y dulzura del mismo Dios, que muchas veces se hallaba mi espíritu absorto y transportado en Cristo. Esta luz me convidaba y hacía pronta, solícita y perseverante en la oración, en la meditación de la Pasión, en las abstinencias, ayunos, obras de misericordia, Confesión y lágrimas.”
Al principio ella trató de que sus compañeras de juegos amaran a Jesús como ella lo hacía. Pronto descubrió que debía guardar esas experiencias para ella misma. Llegó a ser tan reservada que su madre (que siempre la trataba con amabilidad) estaba muy preocupada.
Como la niña tenía raptos y éxtasis sus padres comenzaron a pensar que padecía alguna enfermedad y comenzaron a intentar curarla con distintas medicinas y tratamientos “Entendían que yo estaba enferma de algún mal incurable, hechizada o endemoniada y por esto era el deshecho de la casa y muy aborrecida en aquel tiempo”
Su padre, la reprendía duramente, hasta que la encontró absorta en un éxtasis místico cuando oraba y comenzó a comprender la realidad de su hija.
Con toda probabilidad la Beata Hosanna se traslada a Mantua en torno al 1470. Vivía, en la ciudad de Mantua, en la actual Vía Frattini 9 (hoy “Casa Andreasi” es propiedad de la Provincia dominicana y sede de la Fraternidad Dominicana). Se puede visitar, está recientemente restaurada. Allí se organizan cursos, congresos, exposiciones que ayudan a formarse en la espiritualidad dominicana.
Su madre murió durante su infancia y Hosanna entonces se hizo responsable del mantenimiento de su casa. Manejaba a los otros niños con gran prudencia y se destacó por su hospitalidad con los pobres.
Sin descuidar sus responsabilidades domésticas continuó experimentando una intensa vida mística. Porque aunque se ocupase de cosas exteriores y de las necesidades de sus prójimos, interiormente vivía en íntima unión con Cristo. Todo en este mundo la hacía recordar a Jesús.
Su padre no le dio excesiva educación considerando que eso no era apropiado para una mujer, pero ella consiguió aprender a leer y escribir y sus cartas muestran que conocía los escritos de algunos Padres de la Iglesia.
Osanna terciaria dominica:
Hosanna sentía gran admiración por Santa Catalina de Siena y Jerónimo Savonarola.
A los quince años, habiendo rehusado el matrimonio, vistió el hábito de las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, venciendo la firme oposición de su padre que deseaba verla casada. En una revelación que vivió durante la oración entendió que no tenía que ser monja dominica, sino terciaria en la Orden.
Cuando tomó el hábito recrudeció la persecución hacia Hosanna, “a causa de sus éxtasis y arrobos que sin poder su espíritu refrenarlos, padecía en público; porque los religiosos de su Hábito, poco afectos a exterioridades manifiestas de Espíritu, empezaron a mortificarla, reprendiéndola con palabras agrias, para que corrigiese sus éxtasis (poco noticiosos aún de su Espíritu); hasta amenazarla que le quitaríanle el hábito si no se abstenía, por lo menos en público, de aquellas abstracciones. Quisiera Hosanna darles gusto, pero no estaba en su arbitrio, ni podía resistir al ímpetu del Espíritu que en ella obraba; y así con increíble paciencia y humildad, recibía las correcciones.
Conociendo después de tiempo cuán maciza era su virtud, le veneraron y estimaron en tanto extremo cuanto antes la habían vilipendiado”
Niccolò Andreasi falleció y ella siguió a cargo de sus hermanos.
No había mayor delicia para Hosanna que el empleo en la oración. Cultivó en grado sumo las virtudes cristianas, en especial la humildad y la caridad. Por algunos años, como Santa Catalina de Siena, vivió casi sin comer.
Era muy común en la oración de Hosanna interceder pidiendo por los que amaba, por los que se encomendaban a su oración, por su patria, por la salud de enfermos, por la salvación eterna de determinadas personas. El Señor mismo la exhortaba a que pidiese cuanto quisiese, asegurándole responder a sus súplicas “porque me son gratísimas” le decía el Señor.
A la edad de 18 años experimentó el desposorio místico con Jesucristo.
La reputación de su santidad se extendió a causa de sus obras de caridad y su vida de oración.
“Fue Hosanna de mediana estatura, de hermosa y agraciada presencia y de una cara como un Ángel, tan modesta que no despertaba en los que la miraban sino pensamientos de honestidad y pureza. Tenía, de la penitencia, algo perdido el color, que en su juventud estaba muy vivo... los ojos garzos, que retiraban a color de cielo; y usaba de ellos con tanta entereza y circunspección, que se conciliaba veneración y respeto. Las mejillas con tanta gracia llenas, suaves y modestas que ayudaban no poco a la entereza de su hermosura. Era de complexión algo flaca; y lo fue más en su senectud, ya por los años ya también por su extremada penitencia que la dejó tan extenuada y macilenta, que tenía la piel como pegada a sus huesos.
A la gracia de su modestísima hermosura añadió el Señor otra del suavísimo olor y fragancia, que exhalaba el virginal cuerpo de nuestra Santa, originado sin duda de la pureza de su Espíritu.
“De su natural era muy jovial, apacible y graciosa enlazaba esto con un modo santo, que con solo verla se movían los que la miraban a devoción”
“Tenía tal gracia Hosanna en sus labios; unas palabras tan dulces y suaves y tal energía en persuadir lo conveniente y sosegar los ánimos turbados que cualquiera que llegase, apenas le manifestaba su pecho y declaraba sus penas o calamidades, con dos palabras de Hosanna quedaba tan sereno y sosegado que aún la memoria de su dolor se le borraba.
Acudían las gentes a Hosanna de todas partes, como a un oráculo de celestial luz y consuelo y teníanla tan ocupada, que casi no le daban lugar muchos días para rezar el Oficio o presentar al Esposo algunas oraciones vocales.
Su natural humanísimo, suave y afable atraía como imán los corazones. Siempre estaba alegre y serena. En sus palabras era sobre todo dulce y amable. Estilaba, acabada la visita, acompañar hasta la puerta. Y si eran mujeres conocidas y familiares, las despedía dándoles dulcísimos besos de paz y tiernísimos abrazos.”
Poseía el don de profecía y “En conocer los secretos del corazón tuvo tal gracia, que parecía no había para Hosanna noticia reservada en los que trataba, parecía estar todo patente a sus ojos.”
El dominico Silvestre de Ferrara, (director espiritual de Hossana en sus últimos años), en su objetiva biografía de Hosanna, nos dice que una de las razones por la que tantas personas la visitaban, era por la alegría gozosa y las maneras amables con que ella consolaba y animaba a aquellos que le pedían consejo. Acostumbraba a inclinarse en actitud de servicial recibimiento cuando alguien entraba en su casa.
Era celebrada en toda Italia, acudiendo las gentes a buscar en ella consuelo.
En cierta oportunidad en que Hosanna pasaba por una etapa de sequedad en la oración “grandísimas sequedades y tristísimos desamparos”, le preguntó al Señor cuál era la culpa por la cual pasaba por esa situación. “No, hija mía, respondió el Divino Esposo, no es culpa alguna tuya, ni falta de mi amor; porque así te amo, como cuando anegaba en delicias espirituales tu alma. Disposición es mía, dijo el Señor, para que no te niegues al consuelo de las Almas; pues si te hallaras llena de celestiales delicias, te retirarías mucho de asistir al consuelo de los prójimos, y procurar su salud.”
Gracias místicas:
Hosana, admiraba profundamente a Catalina de Siena que suspiraba por la Sangre de Cristo, además era Mantuana. En Mantua, como hemos citado, hay una especial devoción a la Sangre de Cristo porque Mantua se considera cristianizada por Longinos, el centurión que atravesó el corazón de Cristo y en la Catedral de San Andrés conservan reliquias de la Sangre de Cristo traida por el mismo San Longinos.
Hosanna, como Santa Catalina, bebe del costado abierto del Cristo, ya a los catorce años y también años más tarde: “Le ofreció (el Señor), para su regalo, la dulce Llaga de su costado abierto... Mandó aplicase sus labios a aquella Fuente de Vida: obedeció con indecible gusto Hosanna... volviendo en sí días y noches se abrasaba en amor de Cristo, su Esposo.”
El Señor fue comunicando a Hosanna poco a poco los dolores más íntimos de su Pasión.
Deseaba Hosanna ardientemente la identificación con Cristo crucificado y así se lo pedía constantemente al Señor con palabras, suspiros y lágrimas. “Toda llamas oraba Hosanna, cuando para favorecerla y concederle la Gracia, se le apareció su Esposo trayendo la corona de espinas en sus manos y poniéndola en la cabeza de Hosanna añadió: Te doy, Esposa mía, lo que tanto pides y deseas. Sintió la Santa, al ponerle Cristo la corona, tan vivos y penetrantes dolores en sus sienes, que se hubiera caído muerta, si no la mantuviera en vida con modo maravilloso su Esposo. Cayó amortecida; pero vuelta en sí, se halló con aquella diadema espinosa en la cabeza, que aunque le causaba acerbísimos dolores al cuerpo, daba singular gozo al espíritu, considerándose partícipe de los dolores de Cristo. Procuró Hosanna ocultar este favor, pero vinieron a saberlo sus domésticos, ya porque llevaba el velo sin prender por dar lugar a las espinas, ya también por haberse descubierto esmaltado en sangre todo el derredor de su cabeza”
“El tres de junio de 1447, contando Hosanna 28 años, fue a la casa de una mujer (Margarita Serafina), que estaba enferma a consolarla. Hablando con ella entró de pronto en éxtasis, se le apreció el Señor y le mostró sus llagas. Estuvo así tres horas en oración... queriéndola consolar el Señor le envió de la herida de su pecho un crecido rayo de luz, tan fuerte y agudo, que hiriendo hacia la parte izquierda de Hosanna y penetrando hasta el corazón, le causó gran dolor en su pecho... los presentes no descubrían qué pasaba entre Cristo y Hosanna. Volvió la santa en sí y reparando en lo que delante de tantos le había sucedido, cubrió su cara de vergonzoso rubor y toda turbada se retiró a su casa.”
A los 29 años, estando en Bigareli, en la casa de su hermano que era gobernador del lugar, recibió Hosanna del Señor las llagas en pies y manos. Ella los trataba de mantener escondidos para todo el mundo, menos para sus sirvientes, pero a veces el dolor en sus pies era tan grande que era incapaz de caminar.
“Tuvo un corazón Hosanna tan encendido en el amor de Cristo, que días y noches le amaba, le buscaba, le meditaba, le soñaba y se moría por él. En Jesús sólo se deleitaba y enteramente vivía”
“No tuvo un día de entera salud. Enferma no hablaba sino de Cristo, su Esposo; y esto con tal serenidad y tan risueña como si se hallara en las mayores delicias. No le entorpecía el espíritu la enfermedad; antes para la contemplación y oración le tenía más ágil, fervoroso y ardiente”
La gran sensibilidad de Hosanna ante la miseria de la Italia de su tiempo, la degradación de la Iglesia bajo el pontificado de Alejandro VI, y su intenso deseo de Dios, eran la fuente de sus sufrimientos
Hosanna regente de Mantua:
Directo e implicante es el compromiso político asumido por Hosanna Andreasi, auténtica “santa de corte”, cerca de los Gonzaga, señores de Mantua.
“Los Marqueses de Mantua y sus hijos, la veneraban como Madre, la visitaban de ordinario. Le consultaban los negocios más arduos, siguiendo en todo su sentir. Querían las Marquesas asistiese a sus partos”
En 1478 Federico I Gonzaga en guerra contra los suizos, confió a Hosanna la custodia de su mujer Margarita de Baviera y de su hijo Francesco durante su ausencia. La muerte de Margarita de Baviera hace que nuestra Beata asuma la regencia del marquesado de Mantua.
Así lo relata Fray Serafin Thomas Miguel: “En una ocasión estando de partida para la Toscana Federico, príncipe de Mantua, llamó a nuestra Hosanna y le encargó el cuidado de su esposa y familia... Visitaba a la Marquesa muy a menudo, porque esta princesa le encargó a su discreción todo el gobierno de su palacio y familia. Pero estando un día rogando al Señor por la salud de estos príncipes, le manifestó su Divino Esposo, en un rapto que le duró tres días, la temprana muerte de la marquesa y sucedió de allí a cinco meses”. (página 114)
Alegre y caritativa unió con admirable sabiduría la contemplación de los misterios divinos con las ocupaciones del gobierno y la práctica de las buenas obras.
Las relaciones con la casa gobernante se intensificaron en el tiempo de Francesco II e Isabela D’Este, que estimaron a Hosanna y la apreciaron como guía espiritual y consejera política, hasta llegar a atribuir a su intercesión el nacimiento tardío del heredero Federico II (1500), llamado por esto “el hijo de la oración”. (Francesco e Isabela después de diez años de matrimonio no tenían hijo varón. Habían tenido dos mujeres Eleonora y Margarita).
También se atribuyó a oraciones de Hosanna el éxito en la batalla de Fornovo. Silvestri relata que Hosanna profetizó la victoria en esta batalla.
El marqués Francesco II tuvo una estrecha relación epistolar con Hosanna.
Hosanna socorría a los pobres y necesitados y no tenía escrúpulos para interceder ante los Gonzaga, sobre los que tenía un fuerte asendente, para conseguir gracias para los más humildes.
También encontró consuelo y ánimo en las confidencias con Hosanna la duquesa Elizabetha, mujer di Guidubaldo d’Urbino, en cuyo gobierno la ciudad fue acechada por el ejército de César Borgia.
Hosanna ve en una visión el estado de la Iglesia y presagia el mal que sobrevendrá a “la pobre Italia”. Por esto se ofrece en víctima de expiación, unida a la presiosísima sangre de Cristo.

Hosanna perteneció al grupo de las denominadas “santas vivas”, en vida era considerada santa por sus contemporáneos. Su ciudad y sus gobernantes se sentían protegidos por ella, acudían a su consejo y la amaban como a madre.
Se acerca la deseada hora del Encuentro definitivo:
En el año 1501, Hossana hace su profesión en la Tercera Orden de Santo Domingo, casi cuarenta años después de haber tomado el hábito y cuatro antes de su muerte
Contemporánea de Hosanna fue la Beata Columba de Rieti (1467-1501) a quien Hosanna no conoció personalmente, pero vio en varias visiones. Al morir Columba, se aparece a Hosanna para prepararla en los últimos difíciles años de la vida y para la muerte.
También tuvo una hermosa relación con la Beata Stéfana Quinzani; mutuamente se veneraron. Fueron muy distintas en su personalidad y realidad socioeconómica y cultural, pero muy afines en el amor a Cristo crucificado y en las gracias místicas que ambas recibieron.
Hosanna deseaba con ardor morir para vivir eternamente con Cristo. Enfermó de gravedad y le fue dado conocer que llegaba el momento de su muerte. Los marqueses de Mantua querían retenerla y le pedían que rogase al Señor dilatar el tiempo de su muerte. Hosanna les decía que se consolasen y estuviesen alegres. El Señor le dio certeza interior de su divino amor y su perdón Vivió los momentos finales con inmensa paz, alegría y serenidad de ánimo.Llena de gracias místicas extraordinarias Hosanna murió el 18 de junio de 1505 a sus cincuenta y seis años, rodeada del afecto de los Gonzaga y de todos los Mantuanos.
Muchos milagros de curaciones se realizaron en el momento de su muerte.
A los diez años de su fallecimiento, en 1515, León X permitió su culto en la diócesis de Mantua, e Inocencio XII lo confirmó universalmente el 27 de noviembre de 1694.
Su cuerpo se venera en la Catedral de Mantua.
Su fiesta es el 18 de junio.