Lecturas del Miercoles, Décimocuarta Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Mié, 2012-07-11

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de los Proverbios 2,1-9:

Hijo mío, si aceptas mis palabras y conservas mis consejos, prestando oído a la sensatez y prestando atención a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia; si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro, entonces comprenderás el temor del Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios. Porque es el Señor quien da sensatez, de su boca proceden saber e inteligencia. Él atesora acierto para los hombres rectos, es escudo para el de conducta intachable, custodia la senda del deber, la rectitud y los buenos senderos. Entonces comprenderás la justicia y el derecho, la rectitud y toda obra buena.

Sal 33,2-3.4.6.9.12.14-15 R/. Bendigo al Señor en todo momento

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará. R/.

Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor. R/.

Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 19,27-29:

En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.»

II. Compartimos la Palabra

“De su boca proceden saber e inteligencia”

Celebramos hoy la fiesta de San Benito, abad. Patrón de Europa y una de los grandes santos de la Iglesia. La Regla que escribió San Benito para sus monjes no es sólo una regla para la vida monástica, sino que también es un regla para la vida cristiana. Se encuentra cuajada de pensamientos lleno de sabiduría, una sabiduría propia de los hombres y mujeres que viven en permanente contacto y referencia a la Sagrada Escritura. Es la sabiduría que encontramos en la primera lectura: “de su boca proceden saber e inteligencia” San Benito, al igual que nosotros, leyó esta misma primera lectura, la cual le sugirió el siguiente pensamiento procedente de la Regla en el n.72:-

“Así como hay un mal celo de amargura que separa de Dios y lleva al infierno, hay también un celo bueno que separa de los vicios y conduce a Dios y a la vida eterna. Practiquen, pues, los monjes este celo con la más ardiente caridad, esto es, "adelántense para honrarse unos a otros"; tolérense con suma paciencia sus debilidades, tanto corporales como morales; obedézcanse unos a otros a porfía; nadie busque lo que le parece útil para sí, sino más bien para otro; practiquen la caridad fraternamente; teman a Dios con amor; amen a su abad con una caridad sincera y humilde; y nada absolutamente antepongan a Cristo, el cual nos lleve a todos juntamente a la vida eterna”

¿Qué nos va a tocar?

En el Evangelio encontramos la pregunta de Pedro a Jesús sobre el futuro, sobre la recompensa que recibirán por haber seguido a Jesús: ¿Qué nos va tocar? Es una pregunta que todos nos podemos hacer tras haber hecho algo bueno: ¿Y cuál es la recompensa? ¿Qué conseguiremos? La recompensa de la que habla Jesús para aquellos que lo han seguido tiene dos rasgos: sentarse en uno de los 12 tronos para regir la tribus de Israel; y por otro, la vida eterna. Así pues, sabemos ya la recompensa, de antemano; no es secreta, no está oculta... ¿Qué significa sentarse en uno de los tronos para gobernar las tribus de Israel? Significar sentarse como Dios se sienta en su trono. El trono de Dios es la cruz. La cruz es el trono despreciable por poderosos de este mundo; pero es el trono que Dios asume, que Dios acepta. Es el trono del Amor, es el trono de la caridad, del servicio. Es el trono de la Vida Eterna. Sentarse en uno de los tronos de las tribus de Israel es sentarse en el trono de Dios, en el trono del servicio cuya recompensa es la Vida Eterna.

Esta es una sabiduría oculta a los poderosos del mundo, a los arrogantes… Esta es la sabiduría que sale de la boca de Dios, esta es la sabiduría del servicio, del Amor. Esta es la sabiduría de la justicia, del derecho, de toda buena obra.

Fray José Rafael Reyes González
Convento de San Clemente - Roma