Lecturas del Miercoles, Decimoquinta Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Pastoral: 
Litúrgica
Date: 
Mié, 2012-07-18

I. Contemplamos la Palabra

Lectura del libro de Isaías 10,5-7.13-16:

Así dice el Señor: «¡Ay Asur, vara de mi ira, bastón de mi furor! Contra una nación impía lo envié, lo mandé contra el pueblo de mi cólera, para entrarle a saco y despojarlo, para hollarlo como barro de las calles. Pero él no pensaba así, no eran éstos los planes de su corazón; su propósito era aniquilar, exterminar naciones numerosas. Él decía: "Con la fuerza de mi mano lo he hecho, con mi saber, porque soy inteligente. Cambié las fronteras de las naciones, saqueé sus tesoros y derribé como un héroe a sus jefes. Mi mano cogió, como un nido, las riquezas de los pueblos; como quien recoge huevos abandonados, cogí toda su tierra, y no hubo quien batiese las alas, quien abriese el pico para piar." ¿Se envanece el hacha contra quien la blande? ¿Se gloría la sierra contra quien la maneja? Como si el bastón manejase a quien lo levanta, como si la vara alzase a quien no es leño. Por eso, el Señor de los ejércitos meterá enfermedad en su gordura y debajo del hígado le encenderá una fiebre, como incendio de fuego.»

Sal. 93 R/. El Señor no rechaza a su pueblo.

Trituran, Señor, a tu pueblo,
oprimen a tu heredad;
asesinan a viudas y forasteros,
degüellan a los huérfanos. R.

Y comentan: «Dios no lo ve,
el Dios de Jacob no se entera.»
Enteraos, los más necios del pueblo,
ignorantes, ¿cuándo discurriréis? R.

El que plantó el oído ¿no va a oír?;
el que formó el ojo ¿no va a ver?; R.

el que educa a los pueblos ¿no va a castigar?;
el que instruye al hombre ¿no va a saber?
Porque el Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona su heredad:
el justo obtendrá su derecho,
y un porvenir los rectos de corazón. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,25-27 :

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»

II. Compartimos la Palabra

En la primera lectura de este miércoles escuchamos la voz del profeta acusando al pueblo de rebelarse contra Dios. El profeta Isaías utiliza diferentes imágenes para resaltar esta idea: "¿Se envanece el hacha contra quien la blanda? ¿Se gloría la sierra contra quien la maneja? Como si el bastón manejase a quien lo levanta, como si la vara alzase a quien no es leño." Rebelarse contra Dios contiene en sí una esperanza: la esperanza de la conversión, del cambio, de reparación de la relación. El olvido de Dios, en cambio, es mucho más peligroso... Dios desaparece... Pero tanto la rebelión contra Dios como el olvido contienen el mayor pecado que la Biblia siempre resalta: el ser humano se constituye en autosuficiente, en dueño y señor, en su propio centro... Es el egoísmo.

Por eso, el profeta Isaías grita para restablecer el orden en la sociedad, en el pueblo de Isaías: YHWH es el Señor y nosotros somos su pueblo. Una vida personal y social en orden es fuente de éxito.

En el Evangelio encontramos un breve fragmento de Mateo. Mateo nos describe el contenido de una oración de Jesús hacia el Padre. Es una oración de gracias por el tesoro de la Vida. Un tesoro que no se compra, con el que no se negocia... Un tesoro que se encuentra con una sola disposición: la sencillez. La sencillez no sólo es el mapa para encontrar el tesoro, sino que es en sí mismo el tesoro. Lo sencillo contiene lo fundamental en la vida. La sencillez nos ubica en una vida sin pretensiones, en una vida agradecida, en una vida amorosa por lo que hemos recibido. La sencillez nos coloca en la aceptación de nuestra Verdad, en la aceptación de los que nos rodean. La sencillez nos ayuda a vivir una vida en orden, como el profeta Isaías nos decía en la primera lectura.

Por tanto, Dios en este miércoles nos regala dos claves para vivir más evangélicamente: el orden y la sencillez. El orden nos lleva a la Luz; la sencillez nos lleva a la bondad.

Fray José Rafael Reyes González
Convento de San Clemente - Roma