Escrito por Mons. José Luis Chávez Botello
Es importante rescatar la importancia, el sentido y la finalidad que el descanso y las vacaciones tienen en la vida de toda persona. Lamentablemente son muchas las personas que en el día de descanso y vacaciones despilfarran dinero, tiempo y salud; cuando se confunde el descanso con la inactividad, se cae fácilmente en el aburrimiento.
Quien no aprende a descansar en vacaciones, va cayendo en adicción a la televisión o al internet, en desvelos innecesarios, en la irresponsabilidad, en relaciones dañinas, en el libertinaje, en vicios, en la infidelidad y hasta en delitos; podemos constatar algo de esto los fines de semana. Es una lástima que no pocos adolescentes y jóvenes abandonen los estudios y sigan el camino de su destrucción.
Las vacaciones como todo descanso no es fin en sí mismo; es un medio para restaurar las fuerzas, para que el trabajo sea eficaz y para servir mejor. Es una necesidad para la salud del cuerpo, de la mente y del espíritu, dejar las tareas cotidianas, distanciarse de las fatigas normales de la semana y del año para descansar; la cuerda de un arco o las cuerdas de un instrumento musical no pueden estar siempre tirantes, requieren aflojarse para que respondan bien cuando se necesite. De allí la importancia de asegurar horas de descanso semanal y algunos días de vacaciones al año.
Pero no basta tener horas de descanso semanal y vacaciones anuales; todos necesitamos aprender a descansar y a superarnos en ellas, esto requiere organizarnos para un mejor aprovechamiento y jerarquizar las actividades de acuerdo a lo que más necesitamos y nos aprovecha. Nuestro llamado a todas las familias para organizar estas vacaciones como una oportunidad privilegiada para aprender a descansar, a estimular la superación de cada uno de sus miembros y fortalecer la familia. Me atrevo a recordar algunas sugerencias:
1- El desarrollo integral y la superación de toda persona depende del cultivo permanente de relaciones sanas consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con Dios. Son relaciones fundamentales para la vida de las personas y de la sociedad; descuidar alguna de ellas no solo deja un vacío sino que debilita la superación, la convivencia, el sentido de pertenencia y la proyección.
2- El trabajo en casa o fuera del hogar y la escuela dificultan no pocas veces atender adecuadamente el cultivo de estas cuatro relaciones fundamentales; las vacaciones son tiempo privilegiado para atender, con actividades concretas, los vacíos o debilidades de alguna de ellas.
3- La relación consigo mismo comporta la autoestima, el cultivo de los valores fundamentales, el cuidado de la salud física y mental, el estudio o lectura, el ejercicio físico o deporte, disfrutar o cultivar alguna de las artes v.g. música, canto, pintura, escultura, teatro, etc. La relación con los demás pide cultivar la verdad, el respeto y aprecio por la dignidad de toda persona, la amistad, la convivencia, el servicio y la colaboración en el bien común. La relación con la naturaleza ayuda a ubicarnos como parte del universo, ensancha el espíritu, descubrimos sus grandes beneficios pero nos exige respeto, no contaminar, colaborar en su rescate y cuidado. La relación con Dios es primordial: solo en Dios encontramos luz y paz, el verdadero descanso y la fuerza para superarnos; nunca podemos darnos vacaciones de Dios.
Si procuramos superarnos, fortalecer nuestra familia, abrirnos a los demás y a Dios siempre tendremos felices vacaciones. Papás, mamás, ayuden a sus hijos y ayúdense; hagan la prueba juntos.
Con mi saludo y bendición para todos.
+ José Luís Chávez Botello
Arzobispo de Antequera Oaxaca