Escrito por Mons. Carlos Garfias Merlos
Hoy quiero comentarles que en días pasados tuvimos dos talleres relacionados con la atención a las víctimas de la violencia; el primero con sacerdotes y el segundo con laicos de siete parroquias. Ambos talleres nos han proporcionado herramientas espirituales, pastorales, psicosociales y jurídicas para realizar un adecuado acompañamiento a quienes han sufrido los estragos de la violencia.
Quiero poner de relieve que la Iglesia tiene recursos espirituales de mucho valor que pueden ser usados a favor de las víctimas para que puedan superar esa condición y se conviertan en constructoras de la paz. Me refiero a la pastoral del consuelo y a la pastoral de la esperanza. Cuando las personas han recibido el impacto destructor de la violencia tienen una gran necesidad del consuelo para poder superar el dolor y los daños causados. Es misión de la Iglesia el consolar a los afligidos de manera que puedan pacificar sus mentes y sus corazones como primera condición para desarrollar un proceso de reconstrucción de sus personas y de sus relaciones. El consuelo puede desactivar los deseos de venganza y activar la búsqueda de la justicia. El consuelo puede ser el principio de la sanación que podría llevar a un compromiso por la paz.
Por otro lado, el Evangelio, que es un mensaje de esperanza puede ayudar a las personas golpeadas por la violencia a valorar todos los recursos y capacidades con los que sigue contando para asumir la responsabilidad de no dejarse derribar por el dolor y superar la tentación a una permanente victimización. La esperanza es decisiva para vencer la cadena de la violencia y para construir la paz. La Arquidiócesis de Acapulco está poniendo las condiciones pastorales necesarias para acompañar a las víctimas de la violencia desde la perspectiva de la evangelización. Contamos con una oficina en la casa diocesana donde una persona de tiempo completo y una psicóloga les puede atender y procurar el modo de acompañamiento necesario en las diferentes circunstancias de violencia por la que hayan pasado.
Diálogos por la Paz en Guerrero.
Como un hecho esperanzador se ha realizado esta semana en Acapulco el Diálogo Cumbre por la Convivencia y por la Paz, promovido por el Gobierno del Estado y coordinado por Javier Morlett Macho, quien perdiera a una hija suya como víctima de la violencia. Este hecho culmina un proceso de diálogos ciudadanos promovidos en las siete regiones del estado de Guerrero, en los que los ciudadanos hicieron un elenco de propuestas para contribuir a la construcción de la paz.
Celebro este acontecimiento que pone a la vista dos hechos muy importantes para la construcción de la paz. Se necesita la participación activa de todos los actores sociales, políticos y económicos para buscar los caminos adecuados que nos ayuden a superar las causas generadoras de violencia y para encontrar las soluciones adecuadas. Y el segundo es que el diálogo es imprescindible, tanto entre los ciudadanos y sus organizaciones como entre los ciudadanos y las autoridades. Sin la participación y sin el diálogo franco y constructivo no podemos esperar condiciones que mejoren la situación de violencia en que viven los pueblos.
Reconozco al gobierno del estado su apertura para promover este tipo de participación ciudadana y tener el valor de escuchar a los representantes de las siete regiones del estado, aliento a las organizaciones civiles y a los ciudadanos que han participado hasta ahora en este proceso ciudadano a que continúen aportando lo mejor de ustedes mismos a favor de construir la paz, y animo a quienes aún no participan de manera sistemática en la búsqueda de caminos para la paz, a activar su interés por la paz y por la buena convivencia en la sociedad.
+ Carlos Garfias Merlos
Arzobispo de Acapulco