2012-07-28 L’Osservatore Romano
Londres, 28.

El auspicio es que las Olimpiadas sean «un momento de nueva y renovada amistad en el cual forjar la paz y una comprensión recíproca más profunda entre nosotros y en toda la comunidad humana»: lo expresó el presidente de la Conferencia episcopal de Inglaterra y Gales, el arzobispo de Westminster, Vincent Gerard Nichols, con ocasión del inicio del evento deportivo. En un mensaje el prelado observa cómo «cada ser humano es, en último análisis, un peregrino en búsqueda de verdad, bondad y realización de su potencial; y cuando este peregrinaje se vive de modo auténtico, entonces abre al diálogo con el otro, sin excluir a nadie del compromiso de construir una fraternidad de paz». De aquí, concluye monseñor Nichols, «la esperanza de que todas las personas de fe y también los no creyentes puedan perseguir iniciativas de paz y de reconciliación en el espíritu de los Juegos Antiguos».

Uno de los principales símbolos de fe de los Juegos de la trigésima Olimpiada y Paralimpiada es una cruz, realizada por la comunidad católica inglesa, visible en el Joshua Camp del 1 al 13 de agosto. Se trata de un encuentro de carácter ecuménico que tendrá lugar en la escuela San Buenaventura de East London, cerca del pueblo que acogía a los equipos de atletas.

El Joshua Camp, informa una nota del episcopado, ofrecerá a los jóvenes la oportunidad, a través de las catequesis cotidianas, de profundizar en la propia fe y, en particular, «de tomar parte en proyectos de acogida y de servicio a la evangelización». El evento, se subraya, asume las características de una especie de «Jornada mundial de la juventud olímpica». El programa prevé asimismo la celebración cotidiana de la misa, la adoración eucarística perpetua y la puesta en común de experiencias y testimonios entre grupos y comunidades católicas de todo el mundo.

La cruz, realizada con doce tipos distintos de madera, que simbolizan a los doce Apóstoles, pretende ser sobre todo un «don» para transmitir en el futuro.