2012-08-03 Radio Vaticana
(RV).- Tras haber comenzado –el pasado 19 de julio– el mes del Ramadán, que concluirá el próximo día 18 agosto, también este año el Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso ha hecho público un mensaje dirigido a los “queridos amigos musulmanes”, firmado hoy por el Cardenal Jean-Louis Cardinal Tauran y por el Arzobispo Pier Luigi Celata, respectivamente Presidente y Secretario de este dicasterio. Mensaje que, en esta ocasión, se ha traducido en 31 lenguas, entre las cuales el urdu, chino, árabe o búlgaro.
En el texto se lee que la celebración del “Id al-Fitr”, que concluye el mes del Ramadán, les da el gozo de presentarles las cordiales felicitaciones del Consejo pontifico para el Dialogo Interreligioso, que se alegra con ellos por este tiempo privilegiado que les ha permitido, mediante el ayuno y otras prácticas de piedad, profundizar en la obediencia a Dios, un valor también fundamental para los cristianos. Por esta razón, explican que este año, les ha parecido oportuno centrar la común reflexión sobre el tema de la educación de los jóvenes cristianos y musulmanes en la justicia y en la paz, que son inseparables de la verdad y de la libertad.
En efecto, en el mensaje a los musulmanes de todo el mundo se recuerda que “si la tarea de la educación está confiada a la sociedad entera, ésta es sobre todo, y de manera particular, obra de los padres y, con ellos, de las familias, de las escuelas y de las universidades, sin olvidar a los responsables de la vida religiosa, cultural, social, económica y del mundo de la comunicación”. A la vez que se añade que se trata de una empresa bella y al mismo tiempo difícil: ayudar a los muchachos y a los jóvenes a descubrir y desarrollar los recursos que el Creador les ha confiado y a establecer relaciones humanas responsables.
Al mismo tiempo, refiriéndose a la tarea de los educadores, en el texto se destaca que Su Santidad el Papa Benedicto XVI ha afirmado recientemente que “Por esto son más que nunca necesarios los auténticos testimonios, y no los meros dispensadores de reglas y de informaciones… Porque el testimonio es el que se vive en primera persona en el camino que propone”. A la vez que también los jóvenes son responsables de la propia educación así como de la propia formación en la justicia y en la paz.
“La justicia –leemos textualmente en este mensaje– es determinada sobre todo por la identidad de la persona humana, considerada en su integridad”; la cual “no puede ser reducida a su dimensión conmutativa y distributiva”. Y se recuerda que “el bien común ¡no puede ser obtenido sin solidaridad y fraternidad!”. Porque “para los creyentes, la justicia auténtica vivida en la amistad con Dios profundiza las relaciones con los demás y con la entera creación”. Mientras “la justicia tiene origen en el hecho de que todos los hombres son creados por Dios y están llamados a formar una sola y única familia”.
Por otra parte, aludiendo al “mundo atormentado en el que vivimos”, en el mensaje se destaca que se hace cada vez más urgente “la educación de los jóvenes a la paz”. Mientras para empeñarse de forma adecuada, “se debe comprender la verdadera naturaleza de la paz que no se limita a la ausencia de la guerra, ni al equilibrio de las fuerzas contrapuestas, sino que es, al mismo tiempo, un don de Dios, y obra humana, que se debe construir sin cesar”. Porque como se reafirma la paz “es fruto de la justicia y un efecto de la caridad”. De ahí que se haga hincapié en la importancia de que “los creyentes sean siempre activos” en las comunidades a las que pertenecen, poniendo en práctica “la compasión, la solidaridad, la colaboración y la fraternidad”, para “contribuir eficazmente a recoger los grandes desafíos de la hora presente: crecimiento armonioso, desarrollo integral, prevención y resolución de conflictos, por citar sólo algunos”.
Por último, el Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso manifiesta su deseo de “alentar a los jóvenes musulmanes y cristianos que tendrán a bien leer este mensaje, a cultivar siempre la verdad y la libertad, para ser auténticos heraldos de justicia y de paz, y constructores de una cultura respetuosa de los derechos y de la dignidad de todo ciudadano”. Y mientras los invitan “a tener la paciencia y la tenacidad necesarias para realizar estos ideales, sin jamás recurrir a compromisos ambiguos, atajos engañosos o medios poco respetuosos de la persona humana”, se reafirma que “sólo hombres y mujeres sinceramente convencidos de estas exigencias podrán construir sociedades en las que la justicia y la paz se conviertan en realidad”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).