Santa Afra

Date: 
Jueves, Agosto 5, 2021
Clase: 
Santa

No es una mártir famosa, ni siquiera su culto parece ir más allá de la ciudad y diócesis de Augsburgo (Alemania), así como en Ginestar (Girona, España) donde tiene un destacado santuario; pero siempre ha llamado la atención por haber sido incluida –arbitrariamente, como veremos- entre las “penitentes”, eufemismo que designa a aquellas mujeres que pasan de una vida de pecado a la santidad. Sin embargo, esta denominación, como decía, es bastante incorrecta en el caso de Santa Afra, primero, porque ella no se santificó mediante la penitencia, sino mediante el martirio. Y segundo, porque como es el caso de Santa María Magdalena, ha sido injustamente tachada de prostituta, lo que no eran, ni una ni la otra.

Pero comencemos por el principio. Lo primero que hay que decir es que de la existencia y autenticidad del martirio de Santa Afra no cabe la menor duda hoy en día. Y esto es así porque el Martirologio Jeronimiano hace eco de una noticia del calendario de Milán, que ya mencionaba a la Santa nada menos que en el siglo V, tanto el día 5 como el 7 de agosto. Y Venancio Fortunato, autor de la Vita Sancti Martini, dice haber visitado el sepulcro de la Santa en el año 565. Por lo tanto, un culto y una veneración a las reliquias de la Santa desde una época tempranísima, muy próxima al momento del martirio, ubicado en el siglo IV.

Hablemos de su passio. De ella hay dos versiones, una más antigua y breve; y otra conocida como Conversio, que data del siglo VIII. Véase que ya estamos tratando fechas muy posteriores a las del culto documentado de la Santa, y como suele ocurrir, ambas están llenas de leyendas, pero tienen, en este caso particular, un trasfondo histórico.

Según la passio más antigua, Afra era una prostituta que vivía en Augsburgo y que se convirtió libremente al cristianismo, pero que sufrió el martirio antes de poder ser bautizada; así, y del mismo modo en que ocurrió con Santa Emerenciana, recibió lo que llamamos “bautismo de sangre”, es decir, que fue el martirio lo que la confirmó como cristiana y la santificó. La passio del siglo VIII, la Conversio, nos dice, en cambio, que fue el obispo Narciso quien la convirtió y la bautizó junto con su madre, Hilaria, y sus esclavas Digna, Eunomia y Eutropia (o Euprepia, según versiones). Durante la persecución de Diocleciano, Afra fue apresada y condenada a morir quemada viva. Luego, posteriormente, su madre y esclavas sufrirían el mismo destino, por lo que este grupo de mujeres mártires es conmemorado conjuntamente.

Pero… ¿era prostituta? Vamos a desarrollar un poco más estos escuetos datos. Dice el relato que la madre de Afra, Hilaria, era sacerdotisa de Venus y que consagró a su hija desde niña al servicio de la diosa. Eso, en lenguaje común, equivale a la prostitución, pues Venus era la protectora de las prostitutas y éstas, prestando servicio, rendían culto a la diosa. Ahora bien, el autor cristiano de la passio, que la redactó tardíamente, confunde sacerdotisa de Venus con prostituta. En efecto, una sacerdotisa pagana no es una ramera, cosa que cualquiera puede entender. Hilaria era sacerdotisa y Afra lo fue también. ¿Por qué entonces, asociar su sacerdocio con la prostitución? Si especulamos un poco con estos datos arbitrarios de la passio, podría haberse dado que ambas fuese hierodulas, en cuyo caso es comprensible que el autor cristiano las confundiese con prostitutas.

¿Qué es la hierodulía? Esta palabra griega significa “esclavitud sagrada”, luego la hierodula es la “esclava sagrada”. Así se llamaba a las vírgenes que eran consagradas a una divinidad concreta, Venus en particular, y pasaban a servirla en los templos. Estas sacerdotisas recibían a los devotos en los templos y, previa ofrenda, practicaban el sexo con ellos. Podría decirse que se trataba de una prostitución sagrada –fenómeno que tiene sus equivalentes, salvando las distancias, en Egipto y en Persia- pero si lo vemos desde el punto de vista religioso, ni siquiera era eso: se entendía que la diosa entraba en el cuerpo de la sacerdotisa en el momento en que se realizaba el acto sexual, por lo que la unión era una especie de comunión divina: el devoto no se unía a la sacerdotisa, sino a la misma diosa. Eso, por raro que nos pueda parecer, no deja de ser un ritual religioso de extrema piedad: he aquí por lo que es inconveniente, desde la idiosincrasia de la época, rebajar a una sacerdotisa de Venus al nivel de una prostituta.

Esto es lo que, teóricamente, hubiesen podido ser Afra, Hilaria y las esclavas. Y he aquí por lo que la piedad cristiana, tan intransigente con las cuestiones del sexo, las equiparaba a la simple y mera prostitución –que, si acaso por ser en honor a una diosa pagana, todavía les parecería más aberrante-; pero recordemos que todo esto que he dicho, lo he especulado en base al texto de la passio, con las limitaciones de realidad histórica que ello supone. Así que, ¿era una prostituta? ¿Era una hierodula? ¿Qué eran, en general, Afra y compañeras?

No es una mártir famosa, ni siquiera su culto parece ir más allá de la ciudad y diócesis de Augsburgo (Alemania), así como en Ginestar (Girona, España) donde tiene un destacado santuario; pero siempre ha llamado la atención por haber sido incluida –arbitrariamente, como veremos- entre las “penitentes”, eufemismo que designa a aquellas mujeres que pasan de una vida de pecado a la santidad. Sin embargo, esta denominación, como decía, es bastante incorrecta en el caso de Santa Afra, primero, porque ella no se santificó mediante la penitencia, sino mediante el martirio. Y segundo, porque como es el caso de Santa María Magdalena, ha sido injustamente tachada de prostituta, lo que no eran, ni una ni la otra.

Pero comencemos por el principio. Lo primero que hay que decir es que de la existencia y autenticidad del martirio de Santa Afra no cabe la menor duda hoy en día. Y esto es así porque el Martirologio Jeronimiano hace eco de una noticia del calendario de Milán, que ya mencionaba a la Santa nada menos que en el siglo V, tanto el día 5 como el 7 de agosto. Y Venancio Fortunato, autor de la Vita Sancti Martini, dice haber visitado el sepulcro de la Santa en el año 565. Por lo tanto, un culto y una veneración a las reliquias de la Santa desde una época tempranísima, muy próxima al momento del martirio, ubicado en el siglo IV.

Hablemos de su passio. De ella hay dos versiones, una más antigua y breve; y otra conocida como Conversio, que data del siglo VIII. Véase que ya estamos tratando fechas muy posteriores a las del culto documentado de la Santa, y como suele ocurrir, ambas están llenas de leyendas, pero tienen, en este caso particular, un trasfondo histórico.

Según la passio más antigua, Afra era una prostituta que vivía en Augsburgo y que se convirtió libremente al cristianismo, pero que sufrió el martirio antes de poder ser bautizada; así, y del mismo modo en que ocurrió con Santa Emerenciana, recibió lo que llamamos “bautismo de sangre”, es decir, que fue el martirio lo que la confirmó como cristiana y la santificó. La passio del siglo VIII, la Conversio, nos dice, en cambio, que fue el obispo Narciso quien la convirtió y la bautizó junto con su madre, Hilaria, y sus esclavas Digna, Eunomia y Eutropia (o Euprepia, según versiones). Durante la persecución de Diocleciano, Afra fue apresada y condenada a morir quemada viva. Luego, posteriormente, su madre y esclavas sufrirían el mismo destino, por lo que este grupo de mujeres mártires es conmemorado conjuntamente.

Pero… ¿era prostituta? Vamos a desarrollar un poco más estos escuetos datos. Dice el relato que la madre de Afra, Hilaria, era sacerdotisa de Venus y que consagró a su hija desde niña al servicio de la diosa. Eso, en lenguaje común, equivale a la prostitución, pues Venus era la protectora de las prostitutas y éstas, prestando servicio, rendían culto a la diosa. Ahora bien, el autor cristiano de la passio, que la redactó tardíamente, confunde sacerdotisa de Venus con prostituta. En efecto, una sacerdotisa pagana no es una ramera, cosa que cualquiera puede entender. Hilaria era sacerdotisa y Afra lo fue también. ¿Por qué entonces, asociar su sacerdocio con la prostitución? Si especulamos un poco con estos datos arbitrarios de la passio, podría haberse dado que ambas fuese hierodulas, en cuyo caso es comprensible que el autor cristiano las confundiese con prostitutas.

¿Qué es la hierodulía? Esta palabra griega significa “esclavitud sagrada”, luego la hierodula es la “esclava sagrada”. Así se llamaba a las vírgenes que eran consagradas a una divinidad concreta, Venus en particular, y pasaban a servirla en los templos. Estas sacerdotisas recibían a los devotos en los templos y, previa ofrenda, practicaban el sexo con ellos. Podría decirse que se trataba de una prostitución sagrada –fenómeno que tiene sus equivalentes, salvando las distancias, en Egipto y en Persia- pero si lo vemos desde el punto de vista religioso, ni siquiera era eso: se entendía que la diosa entraba en el cuerpo de la sacerdotisa en el momento en que se realizaba el acto sexual, por lo que la unión era una especie de comunión divina: el devoto no se unía a la sacerdotisa, sino a la misma diosa. Eso, por raro que nos pueda parecer, no deja de ser un ritual religioso de extrema piedad: he aquí por lo que es inconveniente, desde la idiosincrasia de la época, rebajar a una sacerdotisa de Venus al nivel de una prostituta.

Esto es lo que, teóricamente, hubiesen podido ser Afra, Hilaria y las esclavas. Y he aquí por lo que la piedad cristiana, tan intransigente con las cuestiones del sexo, las equiparaba a la simple y mera prostitución –que, si acaso por ser en honor a una diosa pagana, todavía les parecería más aberrante-; pero recordemos que todo esto que he dicho, lo he especulado en base al texto de la passio, con las limitaciones de realidad histórica que ello supone. Así que, ¿era una prostituta? ¿Era una hierodula? ¿Qué eran, en general, Afra y compañeras?

La realidad es que parece ser que no fueron, a fin de cuentas, nada de eso. Pues vemos que la passio más antigua de la Santa, la relaciona con una mártir de nombre Venerea, oriunda de Antioquía, la que es mencionada el mismo día en el Martirologio Jeronimiano. Venerea significa “de Venus”, dedicada a Venus, por lo que se confundió a una con la otra, haciendo a Afra lo que no era (no olvidemos que aún hoy en día llamamos enfermedades venéreas –de Venus- a aquellas que se contraen mediante la práctica del sexo). Y para más inri: los antiguos calendarios de Augusta – que no es otra que la actual Ausburgo- mencionan a Afra como virgen, concretamente en los años 1010, 1050 y 1100. Es decir, que Afra, siendo virgen y mártir, por un error de interpretación a causa de una mártir mencionada junto a ella cuyo nombre significaba “de Venus” –¡y nada más que eso!- acabó siendo tachada de prostituta (¡!).

Virgen o prostituta, el caso es que el relato sigue diciendo que Afra recibió en su casa al obispo Narciso y al diácono Félix, los agasajó con la mejor hospitalidad y al verlos partir el pan en la cena, se sintió inspirada por aquella nueva fe y quiso ser instruida y bautizada en ella, lo que el obispo hizo tras instruirla, y asimismo a su madre y a las tres esclavas mencionadas. Eran los tiempos de la persecución de Diocleciano y ella corría gran riesgo al hospedar a un obispo y su diácono, pero lo hizo de buena fe aun siendo pagana. Luego, los ayudó a escapar y ponerse a salvo. Luego fue detenida y viendo que se proclamaba cristiana, condenada a ser quemada viva. Idéntico destino sufrieron su madre y sus esclavas al recoger sus huesos calcinados y darles cristiana sepultura.

Sea cierta esta leyenda o no, lo que sí es cierto es que el cuerpo de la Santa ha recibido veneración desde entonces.  La tumba de la Santa se halla ubicada en la iglesia que lleva su nombre, junto al del obispo San Ulrico, al que se le aparecería en una visión tras pedirle que desenterrara sus restos. Ambos tienen su sepulcro en la cripta de esta iglesia, aunque en zonas separadas. Y además, remarcar que la placa que adorna la tumba de la Santa reza: SEPULC. SAE. AFRAE VIRGINIS MARTY. Sepulcro de Santa Afra, virgen y mártir (!!).

Santa Afra es la patrona de las arrepentidas, prostitutas y penitentes, por esta incómoda confusión de identidad. Se la representa siempre atada a un palo y quemándose viva. Es patrona de la ciudad y diócesis de Augsburgo y, como decía, tiene un santuario en la ciudad catalana de Ginestar, por ello de que el obispo Narciso, quien supuestamente la había bautizado, sufriría martirio al fin en la zona de Girona. Se la celebra hoy, día 5 de agosto, aunque también se la conmemora el día 7. Y es muy importante no confundirla con otra Santa Afra, dicha “de Brescia” –ciudad italiana- que se menciona en la passio de los santos mártires Faustino y Jovita, y de quien ya hablaré en otra ocasión.

Meldelen (www.preguntasantoral.es)