El presente pasaje es preparado ampliamente en el A. T. en Is. 5, 1-7(Primera lectura); Miq. 6, 1-5 y otros pasajes. En estos encontramos un canto del amor de Dios, que al final amenaza con destruir al que lo desprecia, sin realizarlo. Isaías lo sabe por haber encontrado a Dios: su amor es suave y muy exigente.
Los profetas fácilmente reemplazaban el lenguaje de la religión por el del amor apasionado: Amigo, Amado, Esposo: Yavéh no se parece al Dios en que piensan los judíos.
La viña es el pueblo que Yavéh crió durante siglos de historia y en que trabajaron tantos profetas y el mismo Jesucristo, regándola con sus sudores y con su sangre. En el texto parecido de Miqueas 6, 1-5, Dios recuerda todo lo que hizo con su pueblo. Luego de contemplar tantas atenciones de Yavéh, Isaías y Mateo denuncian la injusticia, la muerte y la opresión que se dan en la respuesta del hombre, de la comunidad al amor de Dios. Aquí ven la prueba de que la ley, los milagros y las bendiciones de Yavéh han sido inútiles. La historia del Reino de David fue un fracaso, pues Judá fue destruido. Y si nuestra respuesta hoy no cambia, vamos en la misma dirección
En Mateo este amor de Dios y la respuesta del hombre en el N. T.: Jesucristo lo manifiesta con la parábola de los pérfidos viñadores, en donde encierra muchas enseñanzas: la providencia de Dios para con su pueblo desde la antigüedad; la actitud sanguinaria del pueblo desde el principio de su existencia; la realidad de que nada fue olvidado de lo que se relaciona con la solicitud de Dios hacia su pueblo; que no los rechaza a pesar de que fueron asesinados los profetas, sino que tuvo la valentía de enviar a su propio Hijo, que es también el mismo y único Dios del N. y A. T.; que la muerte de Cristo habría conseguido los más grandes beneficios para la humanidad, si la respuesta del hombre fuese según la justicia y la caridad (San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de Mateo 68, 1). El mismo Jesucristo invita a su pueblo a que cambie radicalmente su actitud frente al amor de Dios; Y lo hace perdonando y manifestando su renovado y más profundo amor por los que creen en El. Porque de otra manera, nos sucederá lo que le pasó al pueblo del A. y N.T. que es representado por la viña.
Ante esta situación, San Pablo nos señala insistentemente a que nuestro cambio de conducta, vaya en la línea de buscar en todo, lo verdadero. Pues él mismo nos anima a que no basta en nuestra conducta, observar los mandamientos, sólo para evitar lo prohibido, si nos dejamos guiar por el Espíritu de Dios que nos enseña a construir nuestra existencia motivados por una creatividad positiva en la vida diaria: Valorando en todo lo verdadero, noble, justo, limpio… y descubrir que lo podemos hacer mejor nosotros, poniendo manos a la obra; nos invita encarecidamente a que nos fijemos en todo lo bueno, donde quiera que lo encontremos, aun entre los que no creen. Sólo con esta actitud hacia nuestros hermanos, no sólo haciendo o evitando el mal, sino construyendo algo nuevo, algo positivo, algo atractivo con nuestras vidas, en nuestras familias y en nuestras comunidades, cambiaremos todos juntos nuestra sociedad y nuestra historia.
+Felipe Padilla Cardona.