2012-08-06 L’Osservatore Romano
Un hombre concentrado en Cristo. Así recordó, el lunes 6 de agosto por la mañana, en Castelgandolfo, al Papa Pablo VI en el 34° aniversario de su muerte, acontecida precisamente en esa localidad del Lacio, monseñor Marcello Semeraro, obispo de Albano, durante la misa celebrada en la parroquia pontificia de Santo Tomás de Villanueva. En su homilía, el prelado puso énfasis de modo especial en la expresión del libro de la Sabiduría que fue objeto de atención por parte de Pablo VI: «El obstáculo que impide al hombre transformarse en imagen de Cristo es la fascinatio nugacitatis». En sus escritos, recordó monseñor Semeraro, el Papa Montini la cita no menos de seis veces y la explica como «la fascinación de la diversión y de las frivolidades, el vértigo de las pasiones, la seducción de las cosas y de las actividades inútiles, lo banal preferido a lo grande, útil y necesario, aunque comprometedor».
«En este volar bajo –añadió el prelado-— no puede haber experiencia de Cristo. Pablo VI advertía con frecuencia de que sólo cuando un hombre concentra totalmente su mirada en Cristo logra escapar de los torbellinos de las futilidades y de las sugestiones exteriores. Recordémoslo mientras nos disponemos a celebrar un Año de la fe, convocado por el Papa Benedicto XVI explícitamente en analogía con el que quiso Pablo VI para 1967». Se refirió en particular a lo que dijo Pablo VI en la audiencia del 5 de abril de 1967, cuando habló de la seguridad de que «Cristo es verdaderamente el Hijo de Dios, y la concepción de la vida que de ello deriva ayuda a vencer esa terrible insidia». Por consiguiente, la fe hace superar toda tentación.
El prelado, por último, recordó que el Papa Montini se dirigió como peregrino a la abadía de Fossanova, el 14 de septiembre de 1974, para preguntar, casi en diálogo con santo Tomás de Aquino, qué podía decir al hombre de hoy, distraído precisamente por esta fascinatio nugacitatis de la que experimentamos «su vertiginoso encanto, al prevalecer el conocimiento sensible sobre el intelectual y espiritual».
Numerosos fieles participaron en la celebración, que por lo demás fue la primera que se tenía en la parroquia pontificia después de estar cerrada desde el mes de febrero para realizar algunos trabajos de restauración que devolvieron el color original a algunas obras de Bernini.