2012-08-06 L’Osservatore Romano
No hay que quedarse en el horizonte puramente humano, sino abrirse al horizonte de Dios, al horizonte de la fe. Es la invitación que hizo Benedicto XVI a los numerosos fieles que participaron, en Castelgandolfo, el domingo 5 de agosto, en el tradicional encuentro para el rezo de la oración mariana del Ángelus. El Pontífice, comentado la liturgia del día, quiso destacar una vez más la necesidad de poner a Jesús en el centro de la vida del hombre, para superar las angustias y las incertidumbres que nacen de una concepción puramente material de la vida. Es preciso ir más allá del afán de satisfacer de modo inmediato las necesidades diarias, por más importantes que sean, recordó el Papa, porque el horizonte del hombre no puede y no debe limitarse a las preocupaciones «del comer, del vestir y de la carrera». Más bien, debe abrirse a la dimensión del «alimento que permanece para la vida eterna».
Una dimensión que es preciso redescubrir en «los días llenos de ocupaciones y de problemas», pero también «en los de descanso y distensión», un tiempo durante el cual se puede reforzar la fe «en Aquel que es el pan de vida». Benedicto XVI recordó, asimismo, la celebración del aniversario de la dedicación de la basílica de Santa María la Mayor a la Virgen. Antes de concluir el encuentro, dirigió palabras de saludo a los distintos grupos de fieles presentes.