2012-08-09 L’Osservatore Romano
- Inclinado como signo de humildad;
- postrado en tierra para pedir perdón por los pecados;
- de rodillas para hacer penitencia;
- participando en los sufrimientos de Jesús;
- con los brazos abiertos;
- mirando fijamente al Crucificado para contemplar;
- con la mirada hacia el cielo sintiéndose atraído por Dios;
- en la intimidad de la meditación personal;
- sentado, tranquilo, en actitud de escucha.
Son los nueve modos de rezar de santo Domingo de Guzmán que Benedicto XVI propuso, el miércoles 8 de agosto por la mañana, a los fieles presentes en Castelgandolfo para la acostumbrada cita de la audiencia general. Del fundador de la Orden de los Frailes Predicadores, los dominicos, el Pontífice ya había hablado en una catequesis anterior, poniendo de relieve su contribución fundamental a la renovación de la Iglesia de su tiempo. En la mañana del miércoles quiso presentarlo como «hombre de oración» y «ejemplo de integración armoniosa entre contemplación de los misterios divinos y actividad apostólica», hasta el punto de que «en cada momento -dijo- la oración fue la fuerza que renovó e hizo cada vez más fecundas sus obras apostólicas». Mirándolo a él, el hombre de hoy puede redescubrir «que en el origen del testimonio de fe que todo cristiano debe dar en la familia, en el trabajo, en el compromiso social y también en los momentos de distensión, está la oración», porque «sólo la relación constante con Dios nos da la fuerza para vivir intensamente cada acontecimiento, especialmente los de mayor sufrimiento». Y de la oración, recordó Benedicto XVI, forman parte integrante también las actitudes exteriores que acompañan el «diálogo con Dios». El Papa, luego, quiso centrar la atención en la «necesidad que tiene para nuestra vida espiritual el hecho de encontrar diariamente momentos para rezar con tranquilidad; debemos tomarnos este tiempo especialmente en las vacaciones, dedicar un poco de tiempo para hablar con Dios». Será un modo «también para ayudar a quien está cerca de nosotros -agregó el Pontífice- a entrar en el rayo luminoso de la presencia de Dios, que trae la paz y el amor del que todos tenemos necesidad». Al concluir al meditación sobre santo Domingo, el Papa se dirigió, como de costumbre, a los diversos grupos de fieles procedentes de distintos países. Al saludar a los peregrinos de lengua francesa aprovechó una vez más la ocasión para recomendar dedicar este tiempo privilegiado de las vacaciones a la búsqueda del contacto personal con Dios y con los demás.