Viernes, 10 de Agosto de 2012 12:25
Escrito por Mons. Fernando Mario Chávez Ruvalcaba
Homilía XIX Domingo Tiempo Ordinario Ciclo B
1.- INTRODUCCIÓN.
El domingo pasado hemos comenzado a reflexionar acerca de Cristo como Pan de Vida. Hoy propongo en esta homilía, que ahondemos en algunas características o dimensiones de este Pan de Vida. Seguimos asimilando el capítulo sexto de San Juan evangelista, en el cual encontramos ampliamente la doctrina acerca de esta revelación que Cristo hace de sí mismo, para que Dios Padre sea glorificado y los hombres creyentes en él, tengan vida en abundancia a través de la existencia y su desarrollo en este mundo, camino hacia el más allá, donde se realizará, la comunión de la vida perfecta que Cristo nos promete dándonos a comer su cuerpo y a beber su sangre.
2.- ALGUNAS DIMENSIONES DEL PAN DE VIDA, QUE ES CRISTO.
· Ante todo es Pan que baja del cielo para dar vida terrena y al mismo tiempo ser pan que alimenta la esperanza en la vida futura que Dios promete por medio de Cristo. Es la realización del anuncio que Dios dio a los israelitas en el desierto, cuando durante cuarenta años peregrinaron, teniendo como meta la posesión de la tierra que Dios iba a darles para que fueran felices y seguros con la abundancia de esa tierra de la cual manarían leche y miel. El “maná” fue precisamente un pan que bajado del cielo alimentó por mucho tiempo, al pueblo en marcha hacia la tierra de promisión como liberación también de la esclavitud de Egipto. Ese “maná” era adelanto del Pan de Vida que Cristo da a todo hombre que crea en él.
· El Pan de Vida, es distinto de aquel maná que comieron los padres en su peregrinación por el desierto. Aquel “maná” saciaba ciertamente el hambre y restauraba vigorosamente las fuerzas en el duro caminar por terrenos abiertos e inconmensurables, bajo el calor agobiante del día y con fríos por las noches. Ese pan calmaba las necesidades elementales del cuerpo, pero era pasajero. En cambio el Pan de Vida que da Cristo es para la historia y para la vida perdurable del cielo.
· El Pan de Vida es ahora en nuestro peregrinar por este mundo, prenda y arras de la vida eterna cuando en ella ya no se tenga más hambre y sed. Sobre todo hambre de justicia, de paz, comunión fraterna, ya sin odios, rencores, venganzas, violencias y muertes fratricidas.
· El Pan de Vida que Cristo ofrece en el altar de la Eucaristía engendra comunión y participación. Capacita para servir y dar la vida por el mismo Cristo y por los hermanos. Pan que da fuerzas y sabiduría para saber perdonar, devolver bien por mal. Pan que apaga los deseos de venganza y desquites, proporcionando paz, concordia, alegría, misericordia y perdón.
· Es un Pan que trae la salvación al mundo, que cuando se parte, genera frutos de amor, justicia, solidaridad y fraternidad.
· Pan que es memorial vivo y siempre presente de Cristo hecho carne, con su persona divina, su palabra y su obra. Por eso es fuente de verdadera fraternidad, más allá de los odios y separaciones que producen dolor, angustia e inseguridad, guerras y muertes.
3.- CONCLUSIÓN.
Hermanos: al celebrar nuestra Eucaristía dominical, entendamos y vivamos intensa y comprometidamente, que es nuestro alimento espiritual en el camino hacia la nueva Jerusalén que nos espera. La divinidad, el cuerpo y la sangre de Jesucristo, se nos dan, bajo los velos de la fe inquebrantable, para que nos ayuden a crecer como hijos adoptivos de Dios Padre, siendo hermanos de Cristo, el Primogénito entre muchos hermanos. Con este Pan Vivo bajado del cielo, podremos ser bondadosos, humildes, sinceros y generosos para con Dios y con nuestros prójimos, en el mundo que nos ha tocado vivir en medio de grandes alegrías y logros que ha alcanzado la humanidad, pero también con sufrimientos, retos y desafíos en la socio-cultura de estos días que se olvida de Dios o simplemente no lo acepta, cuando las pasiones egoístas y los afanes del poder, del placer y del dinero, se adueñan de los hombres, cayendo en el vacío de la desesperación y de la nada...cuando los hombres se alejan de Dios y pierden el verdadero sentido e identidad cristianos, que nos deben preparar y hacer de nuestras vidas un anuncio gozoso de feliz resurrección...
Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas, a 12 de agosto de 2012.
Obispo Emérito de Zacatecas