Gustavo Daniel D´Apice
¿Desde cuándo?
Esta verdad en su sentido real y verdadero está atestiguada desde los comienzos del cristianismo, cuando en las catacumbas, los cristianos perseguidos tenían representación que manifestaban la asunción corporal de la Virgen glorificada con Jesús Resucitado en los cielos.
¿Qué es un dogma?
Los dogmas son luces en nuestro camino de la fe.
Son verdades que tienen sus raíces en la Revelación de Dios, y son propuestas por la Iglesia para ser creídas a fin de crecer en nuestra vida espiritual y de unión con Dios.
Los espíritus humildes y pequeños las reciben con agradecimiento y docilidad.
¿Murió o no murió? - ¿Es una fiesta similar a la Ascensión de Jesús Resucitado?
Cuando Pío XII en su Encíclica Munificentissimus Deus manifestó lo que la Iglesia cristiana creía y había experimentado desde siempre, se cuidó muy bien de decir si murió o no, pues era una cuestión no definida hasta el momento.
Por de pronto, de lo que sí se tiene certeza es de que la Madre de Jesús fue glorificada en su cuerpo y participa de la Pascua de su Hijo, asunta (subida) por el poder de Dios.
En esto difiere de la Resurrección, Ascensión y Exaltación de Jesús a la derecha del Padre, ya que esto fue realizado por el poder del mismo Señor en su naturaleza humana.
María no realizó esto por su propio poder, sino por el Amor de su Hijo-Dios. Tampoco ella fue exaltada a la derecha del Padre, como es el significado de la Ascensión de Jesús, que lo coloca en un plano de igualdad a Dios.
María es una simple creatura. Por eso no son la misma fiesta para Jesús (Ascensión) y para María (Asunción). Ambos son glorificados como lo seremos todos al final de los tiempos. Pero uno fue exaltado a la derecha del Padre (es decir, declarado igual a Dios, Dios mismo) y la otra no.
Por eso María es tipo y figura de lo que seremos nosotros. Jesús nos precede pero nos excede totalmente en cuanto a su divinidad.
María puede excedernos en cuanto a su gracia en la tierra y gloria en el cielo, pero no en cuanto a su humanidad, a su creaturidad, igual a la de nosotros.
San Epifanio a comienzos del siglo V ponía en dudas de que la Virgen haya muerto. Juan Pablo II, en sus meditaciones sobre la Asunción, se inclina por la muerte de María.
Sin embargo, no ha habido declaración dogmática al respecto. Por eso las fiestas de la Dormición y del Tránsito. No hay fiesta de la muerte y sepultura de María, ni memoria litúrgica de las mismas.
¿Si el Hijo murió, por eso debía querer que muera su Madre también? ¿Necesitaba la redención de la muerte de María? ¿No podía Jesús-Dios, por su poder y amor, librar a su Madre del trago amargo que Él hubo de padecer en solidaridad con toda la raza humana?
Queda para oración meditativa y contemplativa de los fieles cristianos.
¿Hay fundamentos bíblicos?
En Apocalipsis 12, 1 se habla de una Mujer revestida del Sol en el cielo, con una corona de doce estrellas sobre su cabeza y con la luna debajo de sus pies.
Muchos han visto en esta Mujer a María, revestida de Dios, con la corona de los 12 Apóstoles sobre su cabeza (pilares del nuevo Pueblo de Dios, así como las 12 tribus de Jacob fueron los fundamentos del Pueblo de Israel, figura de la Iglesia de Jesucristo).
La luna en la literatura de la época bíblica es signo de lo inestable de las realidades temporales (en un mes cambia 4 veces...). La Virgen glorificada vence esta inestabilidad temporal de los temperamentos y de las cosas.
Ya al final del capítulo 11 del citado libro, se habla de que se abre el Santuario de Dios en el cielo, y aparece el Arca de la Alianza.
La antigua Arca de la Alianza contenía las Tablas de la Ley que Dios otorgó a Moisés.
La nueva Arca de la Alianza trae al portador de la Nueva Ley, la Ley del Espíritu que está en el corazón, la ley interior. Y quien porta en su seno a Jesús, portador de la Ley del Espíritu que da la libertad, es María, nueva Arca de la Alianza de Dios con los hombres, Alianza nueva y definitiva que jamás va a pasar.
Para la cuestión de si murió o no murió, tenemos que ir a la primera carta de Pablo a los Tesalonicenses, en el capítulo 4, versículos 16 y 17.
Allí se dice que en la Segunda Venida de Jesús, llamada Parusía, primero resucitarán los muertos, y luego serán transfigurados los que vivan.
Ambos son glorificados, los muertos antes, los vivos después.
María es modelo de ambos, pues no se dice si ha sido figura de los primeros o de los segundos.
Si murió, Jesús la resucitó y se la llevó.
Si no murió, no necesariamente se la tenía que llevar dormida.
San Pablo no dice en el texto precedente que los vivos en la Parusía, caerán todos en un sueño profundo antes de ser glorificados.
Cada uno lo será desde el lugar en donde se encuentre en ese preciso momento.
La glorificó en su cuerpo ya sea en en el jardín, orando o cocinando, y así se la llevó junto a Él.
En ambos casos fue liberada de la corrupción corporal.
Sí sabemos que, como lo serán ambos, ha sido glorificada.
Significado teológico de la solemnidad.
Se habla de María como “icono escatológico de la Iglesia”.
Desmenucemos las palabras de la frase:
Icono quiere decir imagen.
Escatológico quiere decir final, definitivo, último.
La Iglesia es el conjunto de los cristianos.
Por lo tanto, en un lenguaje más comprensible, podemos decir que es la imagen final de lo que seremos los cristianos. que amamos y seguimos a Jesús, al final de los tiempos.
Estaremos glorificados como María, creatura como nosotros que goza ya de la glorificación del Cristo-Dios.