Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB
Etimológicamente significa “el mejor, el óptimo”. Viene de la lengua griega.
Un creyente es aquella persona que ensancha su corazón y el espíritu bajo el soplo de Dios.
Si esto no se da, difícilmente se logra la santidad a la que estamos llamados.
Este joven debió vivir allá por los años 130 y tantos al ciento sesenta y tantos.
La lectura meditada de la Biblia fue el camino derecho para que encontrase su conversión a Dios y dejase atrás todos los restos de paganismo que había a su derredor.
Siendo cristiano, se dedicó con ahínco al estudio de la filosofía; un estudio que lleva a la admiración de todo cuanto ha creado Dios.
Las persecuciones contra los cristianos fueron el motivo que le impulsó a escribir uno de los tratados apologéticos más célebres en la historia de la Iglesia.
Tanta era su fama que incluso tuvo que presentar sus escritos al emperador Adriano. Para llegar a Roma tuvo que atravesar muchos países. Se detuvo en Atenas, en donde tuvo ocasión para escribir y atacar el fundamentalismo religioso de los paganos.
El emperador, al leer sus argumentaciones y defensas de los cristianos, se conmovió y ya no dejaría que los creyentes en Cristo fueran perseguidos ni en Occidente ni en Oriente.
Comenzaron por sentir admiración por su Apología el propio san Jerónimo y Eusebio de Cesarea.
Los monasterios se daban tortas por tener en su biblioteca esta obra monumental de aquel tiempo.
Se han llevado a cabo muchas investigaciones y se han encontrado su obra esparcida por aquí y por allá. La Apología son 17 capítulos en los que expone las cuatro religiones: la bárbara, la griega, la judía y la cristiana.
“Lo peor es educar con métodos basado en el temor, la fuerza, la autoridad, porque se destruye la confianza y la sinceridad, y sólo se consigue una falsa sumisión” (Eisntein).