Escrito por CEM
Los Obispos de México reiteramos nuestro reconocimiento a la civilidad política y social de los ciudadanos mexicanos porque dimos un paso muy importante en la construcción de nuestra democracia cuando con interés y responsabilidad participamos en la fiesta electoral del 1º de julio, para elegir a nuestras autoridades de gobierno.
Felicitamos al pueblo de México por la ejemplar jornada electoral, que si bien no fue perfecta si fue auténtica, gracias a las garantías que ofrecieron antes, durante y después los organismos electorales de la República. También extendemos nuestra felicitación a la responsabilidad de los miles de funcionarios de casilla que junto con la alta participación del pueblo han contribuido al triunfo de la democracia del país.
Damos nuestro respaldo a las instituciones ciudadanas encargadas de dirigir el conteo de los votos y de revisar las impugnaciones como ha sido la tarea del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), para atender las demandas que por ley tienen derecho los partidos políticos, con la cual da la garantía del cuidado del voto de todos los mexicanos.
Ante el fallo que ha hecho el TEPJF apelamos a la madurez democrática de los partidos y militantes para que la transición de gobierno marque los caminos que todo el pueblo de México anhela, a la altura de los tiempos políticos que demanda nuestra Patria, permitiendo el desarrollo oficial de la toma de protesta de nuestro nuevo presidente en paz y sin sobresaltos.
Expresamos nuestra sincera felicitación al Ciudadano Presidente Electo de México Lic. Enrique Peña Nieto por el resultado final de la elección que le concede la constancia de mayoría para convertirse en los próximos meses en el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Con sumo respeto hacemos un llamado a todos los mexicanos para confiar en la honorabilidad de los miles de electores que de manera libre y voluntaria ejercieron su derecho constitucional al voto. Así mismo mantenemos la esperanza en que México, país de instituciones, mantiene su credibilidad e integridad de su sistema democrático ante el concierto de las naciones.
Solicitamos se haga un verdadero esfuerzo por lograr la reconciliación entre las distintas opciones políticas y en la medida de lo posible la integración de las ideas que potencien la grandeza de nuestro pueblo. Los ciudadanos no debemos dejarnos llevar por sentimientos o ánimos exacerbados de vencedores o vencidos; todos somos México; todos queremos el bien, el bienestar, el progreso y desarrollo de México.
Si bien, en una familia caben legítimamente las diferencias y divergencias, no es concebible el odio, y mucho menos la violencia, siempre condenable y estéril de caminos y construcción. Sobrepongamos la democracia a los sentimientos y pasiones partidistas, propias de la contienda electoral, y ubicar las elecciones como un proceso de competencia y selección, donde la ley marcó los tiempos para esperar los resultados oficiales. Reconozcamos al ganador y dispongámonos a colaborar con el nuevo gobierno en beneficio de nuestra nación.
No desechemos la oportunidad de unir esfuerzos y de conformar gobiernos incluyentes, capaces de dialogar y asumir las distintas propuestas, muestra de que existe madurez y crecimiento democrático. Lo fundamental será llevar a cabo las diferentes reformas que México necesita, en beneficio de todos, y de manera especial a los más desprotegidos de nuestra sociedad.
Nos corresponde encontrar los caminos que ayuden a superar los lamentables niveles de pobreza, porque si no hay esperanza para los pobres, no la habrá para nadie. Necesitamos fortalecer la convivencia pacífica, porque cuando ésta se destruye, se causan enormes sufrimientos para todos.
La contienda electoral nos debe hacer más sensibles y conscientes de la necesidad de trabajar juntos, poniendo todo el esfuerzo, para erradicar la corrupción, la ignorancia y las profundas desigualdades sociales que han marcado a nuestro pueblo. Estas son las tareas que nos quedan pendientes y que todos los actores políticos y sociales reconocen.
México es un país cada vez más plural en el que debemos alcanzar una convivencia pacífica y respetuosa, puesto que todos buscamos el progreso, la justicia, el respeto a los derechos humanos y el bien de la Patria. Más allá de las diferencias ideológicas, compartimos un territorio, una historia, unos valores, un destino.
Es el tiempo de la concordia, de la paz y de la búsqueda de acuerdos. Queremos ver que nuestros representantes saben trabajar y hacer equipo, logrando que todos, gobiernos, partidos y jueces, junto con las organizaciones civiles y sociales, alcancemos un México, donde todos tengamos una vida digna.
Aprovechamos para agradecer el arduo trabajo de los representantes de los medios de comunicación que de manera profesional han informado en todo momento sobre el proceso electoral.
Llamamos a los Católicos de México a iniciar una intensa Jornada de Oración por la Reconciliación, la Concordia y la Paz, y por el nuevo gobierno de la República. Invocamos la protección del Espíritu Santo, a quien hemos consagrado nuestra Patria.
Santa María de Guadalupe, Reina de México, oramos para que con tu intercesión se mantenga la unidad de nuestro México.
Por los obispos de México.
Arzobispo de Tlalnepantla
Presidente de la CEM
Obispo Auxiliar de Texcoco
Secretario General de la CEM