Jesús, se apiada siempre de las miserias y enfermedades de los hombres

Escrito por  Mons. Fernando Mario Chávez Ruvalcaba

Homilía XXIII Domingo Tiempo Ordinario Ciclo B

1.-  INTRODUCCIÓN

Jesús, el Mesías, ha venido a este mundo para dar integridad espiritual y corporal, a todo aquel que crea en él y arrepentido de sus pecados, se acerque para implorar, según su voluntad, el perdón, la ayuda, el consuelo y el remedio para tantas limitaciones, miserias y enfermedades de los hombres. Él, movido por su amor, ha querido estar entre nosotros para  hacernos partícipes de su felicidad adquirida a través de la cruz del sufrimiento. Nos ha dado ejemplo al trabajar fatigosamente, llevando a cabo la obra de salvación que el Padre le confiara. Ha sido humilde, fiel y perseverante hasta alcanzar,  en el ara de la cruz donde murió, la plenitud amorosa de su entrega total a favor de todos los hombres.

En este domingo, les invito a reflexionar en este amor de Jesús que se conmueve y acude en ayuda de todo aquel que suplique ser bendecido y alentado, en el caminar por este mundo, en el cual nunca faltaran las pruebas y angustias de los humanos tan débiles y transitorios en esta vida que debe estar orientada, con Cristo, hacia el gozo del cielo.

2.-  JESÚS SE APIADA Y CURA A UN SORDO Y TARTAMUDO

El evangelio de este día, tomado de San Marcos, nos relata la escena viva y llena de detalles, de la curación de un sordo y tartamudo, cuando Jesús  salió de la región de Tiro, pasando de nuevo por Sidón hacia el mar de Galilea, atravesando por la región de Decápolis. Allí le presentaron a este pobre incapacitado y enfermo que ayudado de sus semejantes, es presentado a Cristo con el fin de que le impusiera sus manos para curarlo.

Jesús no hace el milagro de esa curación de manera inmediata. Va por pasos: primero acoge al enfermo con ternura, piedad y respeto. Con señales sencillas como tocarle con los dedos los canales auditivos, tocar  también la lengua con saliva, mirando al cielo y suspirando, pronuncia una palabra que contiene el poder de curar: “¡Effetá!” (que en arameo la lengua  de Jesús) significa: “¡Abrete!”. “Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad”.

3.-  SIGNIFICADO PARA NOSOSTROS DE ESTA CURACIÓN QUE JESÚS REALIZA CON EL SORDO Y TARTAMUDO

Desde luego, apoyados en la narrativa del evangelio de San Marcos, constatamos el milagro asombroso de esta curación, de tal manera que la gente admirada, proclamó: “¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos!”. En la entraña de este milagro, podemos descubrir que este sordo y tartamudo, es una señal o símbolo para nosotros, quienes a distancia de más de dos mil años de este hecho, por la fe viva y con obras, queremos también acercarnos a Jesús para que se apiade de nosotros y nos cure de todas nuestras dolencias y sufrimientos corporales, morales y espirituales.

Entendemos a la luz de la fe, que Jesús ha traído la salvación integral de los hombres en nombre de Dios. Una salvación que encierra curación de tantas enfermedades de todo tipo, corporales, personales y sociales.

Salvación, que significa liberación de tantas esclavitudes que padecemos: ignorancias culpables e inculpables; epidemias que aún los científicos no han podido sanar, como el cáncer, el sida, el ébola, etc.

La libración que debemos pedir a Cristo con toda humildad y fe firme, se refiere, a las injusticias que claman al cielo; el desamparo de tantos inocentes que sufren crímenes y abandono. Jesús nos trae un mensaje de amor, esperanza y alegría en medio de tantas penalidades. El no quiere la desgracia, ni la muerte ignominiosa de los hombres. Quiere que con su ejemplo y gracia veamos claramente cuál es el camino de nuestra salvación temporal y eterna y que consiste en el servicio a todo aquel que nos necesite, especialmente con los pobres y marginados de nuestras poblaciones y familias sin suficientes recursos de toda clase.

¡Hoy, con especial énfasis de fe y confianza en Cristo que se apiada constantemente de nuestros dolores, discapacidades y miserias, pidámosle lo que aquellos hombres pidieron al Señor : ¡Que imponga sus manos sobre nosotros y nos cure, para entonces alabarlo y bendecirlo, uniéndonos ya para siempre a su persona de Hijo de Dios y verdadero hombre en el camino y misterio de nuestra propia y fraterna liberación!...

Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas, a 9 de septiembre de 2012.

+  Fernando Mario Chávez Ruvalcaba
Obispo Emérito de Zacatecas
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Nacional