Etimológicamente significa “de la madre”. Viene de la lengua latina.
Si un creyente quiere vivir bien y acorde con su fe, no le queda otro camino que el de la oración
Este chico murió en Treves entre los años 314 y 344. Apenas entregó alma a Dios, el pueblo empezó a tributarle el culto que merecía.
Por todas las ciudades que circundan al río Ródano, corrían leyendas acerca de su nombre.
Unos lo enmarcan como un amigo íntimo de san Pedro. Los hay también que se remontan al momento en que Jesús resucitó a Naïn, el hijo de la vida de este pueblo de Palestina.
De Palestina emigró a Occidente. Hacia el año 50 se encontró con san Pedro. Este le envió con otros compañeros a que evangelizara los países del Norte.
Iban alegres con trabajo apostólico. Poco antes de llegar a Alsacia, Materno cayó gravemente enfermo y murió.
Su oración le mantuvo alegre hasta el mismo instante de su muerte.
Sus dos compañeros, apesadumbrados por su pérdida, se volvieron a Roma para darle a san Pedro la mala noticia.
Y el apóstol les dijo:"No es nada. ¡Vamos! Coged mi bastón y colocadlo sobre el cuerpo de mi viejo amigo, y le ordenaréis, en nombre del Señor que vuelva a la vida".
Los discípulos obedecieron la orden de Pedro. Hicieron lo que les mandó, y el hijo de la vida de Naïm volvió a resucitar.
Se narran muchos milagros acerca de san Materno. El más llamativo fue la celebración simultánea en tres lugares: Treves, Tongres y Colonia.
A su muerte, las tres ciudades se disputaban sus reliquias. Finalmente se quedaron en Colonia.