PAZ EN EL RESPETO DE LAS DIFERENCIAS

2012-09-13 L’Osservatore Romano
A dos días del viaje a Líbano, el Papa lanzó un nuevo llamamiento en favor de la paz en el «País de los cedros» y en toda la región de Oriente Medio. Lo hizo durante la audiencia general del miércoles 12 de septiembre, en el aula Pablo VI, recordando que la riqueza de la variada sociedad libanesa podrá seguir existiendo «sólo si vive en la paz y en la reconciliación permanente».

Hablando en lengua francesa el Pontífice se dirigiò a «todos los cristianos de Oriente Medio, sean originarios del lugar o recién llegados», pidiéndoles que sean «constructores de paz y protagonistas de reconciliación». El Papa expresó gratitud y aliento a la Iglesia, con el deseo de que «siga dando testimonio de Cristo en esas tierras benditas, buscando la comunión en la unidad». La historia de Oriente Medio —recordó en particular— «nos muestra el papel importante y a menudo fundamental desempeñado por las diversas comunidades cristianas en el diálogo interreligioso e intercultural. Pidamos a Dios que done a esta región del mundo la paz tan deseada, en el respeto de las legítimas diferencias».

Una invitación repetida inmediatamente después en el saludo a los fieles italianos, a los cuales Benedicto XVI pidió «acompañar con la oración» su inminente viaje. «Que esta visita —fue su deseo— anime a los cristianos y favorezca la paz y la fraternidad en toda esa región».

Anteriormente, el Pontífice había hablado de la segunda parte del Libro del Apocalipsis, releyendo en él la simbología a la luz de la visión cristiana de la historia y del mundo. Visión que, para el Papa, se ha de alimentar constantemente con la oración personal y comunitaria, gracias a la cual los creyentes están en condiciones de «ver las cosas de modo nuevo» y de «captar su sentido más auténtico». En esta perspectiva el cristiano nunca puede ser pesimista porque «no existen oraciones superfluas, inútiles; ninguna se pierde». Incluso cuando se tiene la sensación de no poder hacer nada ante la fuerza del mal, la oración sigue siendo «la respuesta primera y más eficaz que podemos dar y que hace más fuerte nuestro compromiso cotidiano de difundir el bien».