Redescubrir que ser maestro es una verdadera vocación y para los cristianos es un verdadero apostolado

Escrito por  Dr. Rodrigo Guerra

Buenas tardes, agradezco la invitación para comentar de manera breve algunos de los principales contenidos de la primera parte de este nuevo documento que los obispos mexicanos nos regalan y que este día presentan no solo a la Iglesia, sino a la sociedad mexicana en general.

Como ya comentaba Mons. Cortés, el documento está estructurado en cuatro grandes partes, y la primera es muy importante por el diagnóstico educativo. Todos sabemos que existen informes sobre esta situación de la educación en México de distinta factura, el día de hoy la OCDE ha presentado justamente los resultados de su evaluación 2012 en materia educativa, vía videoconferencia desde París, y que ha repercutido inmediatamente en la comunidad educativa de México justo esta mañana.

Los datos que ofrece la OCDE este día, de una manera muy providencial confirma los principales diagnósticos que los obispos que en la parte número uno ofrece en su nuevo documento. A qué nos referimos, en el documento de los obispos el diagnóstico comienza primero con una aseveración que se ha vuelto uno de esos pocos lugares de convergencia entre las más distintas corrientes de pensamiento tanto en el ámbito de la sociología, de la filosofía, de la antropología cultural y del diagnóstico contemporáneo. ¿Cuál es esa convergencia? Los obispos, siguiendo las intuiciones del documento de Aparecida de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano nos recuerdan que no estamos en un mero momento de cambio sino en un verdadero Cambio de Época que incide principalmente en la cultura, esto, puede resultar un poco técnico, que quiere decir que las certezas existencialmente asumidas por las personas y los pueblos, marca y definen y distinguen a una época de otra en el momento presente.

Durante muchos años hemos vivido bajo un cierto paradigma que hoy se encuentra en proceso de revisión y de construcción, justamente en este momento similar tal vez al del Renacimiento, en donde certezas del pasado se cuestionan y se arriesgan caminos con nuevas hipótesis sobre nuevos caminos y nuevos significados, tenemos que enmarcar lo que los obispos denominan la emergencia educativa, ¿por qué?, porque justamente en el momento en que muchas de las antiguas certezas se derrumban, existen gran desconcierto en las personas, particularmente en las nuevas generaciones, no solo al respecto de dónde trabajar o cómo emprender un negocio o qué destino profesional elegir, sino principalmente, respecto del significado último de la vida, entonces se percibe como algo existencialmente interesante, claro, empíricamente verificable, que podamos encontrar si nos esforzamos. Muy por el contrario, el gran desencanto que ha generado el derrumbe de ideologías tanto de derecha como de izquierda, hoy ha provocado que las nuevas generaciones aparezcan escépticas delante de los valores que antaño se había presentado como seguros no solo en México sino en toda América Latina.

Justamente este fenómeno del Cambio de Época genera un efecto inmediato de los procesos de evangelización y de educación en general, este efecto consiste, dicen los obispos, en la dificultad, que hoy es constatable por todos, de transmitir efectivamente las certezas, los valores, las creencias, las convicciones, las conductas, a las nuevas generaciones que hoy, al momento de escucharlas de parte de la Iglesia, de la familia, y de las autoridades políticas o del sistema educativo, más bien se muestran distantes respecto de todas esas propuestas como sospechando que tal vez, una vez más, las más diversas instituciones pudieran llegar a usarnos y manipularnos con intereses de poder. Justamente los obispos al diagnosticar el gran escenario macro, se introducen al escenario más local de nuestra realidad mexicana.

Y así, simplemente por destacar algunos de los incisos más importantes de esta primera parte, me atrevo a subrayar que hay una sección hacia el inicio del documento que se denomina radiografía de la emergencia educativa, aquí los señores obispos arriesgan una gran hipótesis, pero que tiene un gran respaldo por parte de grandes expertos en la educación en México. La simplifico de la siguiente manera: las graves condiciones de desarrollo humano, económico y social, en la que vive sumergida más de la mitad de la población del país, generan un efecto inmediato en la necesaria equidad educativa que debería existir.

A qué nos referimos con este tipo de expresión, a que no es lo mismo la educación que recibe un niño de sexto de primaria que se encuentra tal vez en medio de la selva de Chiapas o en la Sierra Tarahumara, en lo que recibe en el mismo grado escolar un niño en un ambiente urbano como puede ser la Ciudad de México, el mismo nivel educativo y sin embargo una diferencia sustantiva en la calidad y en los efectos humanizadores de desarrollo de ampliación de la libertad y de oportunidades para las personas a causa de importantes condicionamientos en materia de desarrollo social y económico que hoy no podemos ignorar.

Dicen los obispos, la diversidad y la riqueza de nuestro país es abundante, pero los modos de su distribución de la riqueza son profundamente injustos, provocando que los más pobres tengan cada vez más dificultad para acceder a vías efectivas de desarrollo humano y participación social. La justicia social tan largamente anhelada y siempre prometida en innumerables campañas sigue siendo un pendiente histórico sin resolver.

El 35.8% de la población mexicana vive en condiciones de pobreza y a esto se le suma el 10.4% de nuestra población que vive además en condiciones de pobreza extrema, dando lugar a que casi 50 millones de mexicanos no tienen ni siquiera los mínimos medios para poder vivir y desarrollarse con dignidad.

Esto que de suyo ya es escandaloso, los obispos nos dicen, no es lo peor, lo más grave es que la región más inequitativa del mundo no es Asia, no es una región de África, sino es América Latina y México despunta, ¿por qué?, porque la concentración de la riqueza en los sectores más altos de la población, es decir, el 5% más rico, concentra una gran cantidad del producto interno bruto anual del país, mientras que el 5% más pobre vive con las migajas del desarrollo y de la riqueza que no logran compartirse.

En otras palabras, los obispos mexicanos en esta sección hacen una crítica a todas esas visiones que de manera explícita o implícita afirman que la riqueza cuando se genera se comunica generosamente de manera automática a los medianos, y de los medianos a los pequeños empresarios, y de los pequeños a los micro, y así a todos los trabajadores y así de manera generosa la riqueza lentamente se va a compartir. Los obispos en esta sección, con una gran firmeza nos indican que la grave inequidad que existe en la concentración de la riqueza en nuestro país es un pecado que clama al cielo, ante el cual los cristianos no podemos ser indiferentes.

Otro de los elementos de diagnóstico que nos ofrecen los obispos es el atender, nuevamente, la importancia de las comunidades indígenas, que sistemáticamente son invisibilizadas en los diagnósticos y más aún en las propuestas de acción para el desarrollo social y educativo de nuestro país.

Los obispos nos recuerdan que no solamente por razones históricas, yo me atrevería a decir además no sólo por una especie de cariño o de benevolencia folklórica, sino principalmente por la importante contribución para el desarrollo nacional aportando no solamente el trabajo sino valores, creencias, actitudes, modo solidario de organización, etc., y que forman parte del ambiente cultural del que todos gozamos, mestizos y criollos, justamente por esa enorme deuda histórica que tenemos con ellos es necesario no volver a ignorarlos más al momento de promover la educación, es necesario que haya educación diferenciada que permita integrarlos, por supuesto a las condiciones de desarrollo que requieren para salir de sus condiciones de marginación y de pobreza y de exclusión en las que suelen vivir las comunidades indígenas y al mismo tiempo respetar su identidad, su lengua, sus tradiciones y su historia que son un aporte y no un lastre para el verdadero desarrollo de un pueblo como el mexicano.

El otro elemento de diagnóstico también importante y que puede ser muy relevante por la coyuntura que estamos viviendo en nuestro país, los obispos mexicanos nos recuerdan que es muy importante que luchemos porque en México exista verdadera libertad para que los padres tengamos el derecho de educar a nuestros hijos conforme a nuestras convicciones, tanto en la educación privada como en la educación pública, no es conforme a la dignidad de la persona humana, no es conforme a los tratados y acuerdos internacionales firmados y ratificados por México en materia de derechos humanos promover la libertad educativa, amplísima, solamente para las élites “pudientes” que pueden escoger si ingresan a sus hijos a una escuela o a otra, a una escuela que promueva una cierta manera de ver la realidad o a otra; mientras que las inmensas mayorías que viven instaladas dentro de la escuela oficial no gozan de esta libertad porque muchas veces son sometidas a programas educativos, como dicen los obispos, que en vez de mostrar una manera científica, abierta, sin censura, la totalidad de los factores de la realidad, manifiesta muchas veces compromisos ideológicos, agendas políticas, usos y abusos del todo lamentables sobre todo en la delicadísima tarea educativa.

En este terreno hay un apartado dedicado a la reflexión sobre la familia y a la educación que los invito a que le puedan poner especial atención a la hora de revisar la parte de diagnóstico, porque en ella los obispos nuevamente nos recuerdan que es muy lamentable que existan por parte de los programas oficiales en materia educativa, a veces, agendas inductivas que distorsionan en particular el desarrollo de una adecuada sexualidad en los niños y en los jóvenes en función del amor, lastimando esta articulación de la sexualidad en función del amor, muchas promueven conductas contrarias a la dignidad humana y además que lastiman el legítimo derecho de los padres a educar a sus hijos en estas delicadas materias sobre desarrollo sexual conforme a sus propias convicciones.

Más adelante, los señores obispos nos insisten en la necesidad de una reforma educativa integral, son muy consientes de los innumerables proyectos y programas que a lo largo de los años, de los sexenios se han promovido en México para lograr la reforma educativa integral. Sin embargo, es muy importante, dicen los señores obispos, no perder de vista que una verdadera reforma educativa no es sólo la que nos dota de competencias para hacernos capaces de ingresar amigablemente al mercado laboral. Todo el pensamiento basado en competencias tiene su lugar, su valor, su importancia y, sin embargo, no puede ser el criterio decisivo para un programa educativo, porque lo más importante en la educación es hacer personas íntegramente humanas y no solamente individuos capaces de insertarse amigablemente a la lógica del mercado.

Acercándonos hacia el final encontraremos una sección también muy importante donde los obispos reconocen la importante contribución que escuelas y universidades públicas y privadas ha realizado por la educación en México, esta contribución indiscutiblemente debe ser valorada y sin embargo, nuevamente, nos insiste que es importante que las escuelas de todo nivel no pierdan su enfoque profundamente educativo, es decir, humanizador. No basta tener preocupaciones en materia de eficiencia, de capacidad técnica y ni siquiera una formación más o menos abstracta de valores, lo importante es lo que ya se decía hace un momento por parte de Mons. Cortes, reconocer que la propia persona es método educativo, en ella existe un conjunto de evidencias y certezas que pueden permitir a un ser humano encontrar el camino para su realización, ayudado obviamente por un maestro, que funja como autoridad y le muestre desde su propia experiencia madura un camino por el que él antes ya ha transitado.

En la medida en que la educación se renueve justo en ese sentido podremos, no solamente hacer profesionales técnicos competentes, sino niños y jóvenes plenos en el sentido auténticamente humano del término.

Los obispos con gran caridad y claridad nos ayudan a descubrir cual es la dolorosa situación en la que viven los maestros, que muchas veces son víctimas del uso y del abuso por parte de diversos liderazgos sindicales, dicen a la letra: “los privilegios derivados de la centralización y de prácticas corporativistas y clientelares de los sindicatos, generaron una estructura de dominación y de control que ha vulnerado la autonomía del proceso educativo y ha despojado de capacidad de decisión a la escuela y al maestro y ha contaminado gravemente la noble tarea de educar.

La corrupción propiciada por este sistema sindical consume enormes cantidades de recursos públicos que no llegan a derramar sus beneficios en los centros escolares.

Por su parte, la Iglesia católica promueve abiertamente la existencia de los sindicatos para la “tutela de los justos derechos de los trabajadores”, pues “buscando su fin específico al servicio del bien común, son un factor constructivo de orden social y solidaridad”. Su libertad es esencial para el cumplimiento de su misión.

Es deber de todos colaborar para que los sindicatos no sean cooptados por liderazgos sempiternos o ideologías a la labor educativa”.

Finalmente, los señores obispos al terminar esta primera parte del diagnóstico, invitan a todos los actores comprometidos con la educación, principalmente a los maestros, a redescubrir la vocación magisterial para redescubrir que ser maestro es una verdadera vocación y para los cristianos es un verdadero apostolado, humanizador y liberador, porque en la medida en que la educación promueve los valores auténticamente humanos y exalta y hace crecer nuestra humanidad, en esa medida la educación educa.

Por lo tanto, la educación no educa por el mero hecho de ir al aula, por el mero hecho de recibir lecciones pasivamente sino que educan cuando el maestro descubre que puede a través de su vocación ejercer una experiencia de amistad que permita a sus alumnos encontrar en su vida y en la historia del pueblo donde se encuentran inmersos una gran hipótesis a verificar para crecer como personas y no para ser esclavos de los usos y abusos del poder.

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