La pedagogía de Jesús fue del perdón y la curación

Escrito por  Dra. Sylvia Irene Schmelkes Del Valle

Buenas tardes a todos y a todas. Un agradecimiento muy sincero a Mons. Cortés, por haberme invitado a comentar este importante documento sobre educación, que constituye un llamado oportuno a los diferentes sectores que integran la Iglesia Católica en México, pero no solo a ellos, sino a miembros de la sociedad en general y al gobierno, a tomar acción frente a lo que los señores obispos llaman y no sin razón, la emergencia educativa.

Se trata de una emergencia educativa, porque aunque el sistema educativo se ha expandido notablemente en los últimos años, lo ha hecho sin la calidad necesaria y en forma por demás desigual en uno de los países más desiguales del mundo.

Es una emergencia porque los jóvenes no están encontrando en la escuela algo que les signifique, que les resulte relevante, y la escuela no resulta para ellos una opción interesante. Esto es especialmente crudo en el caso de los indígenas y el documento nos lo hace ver. Un estudio reciente de UNICEF y CEPAL encuentra que México es el país de América Latina con poblaciones originarias donde las brechas educativas, entre indígenas y no indígenas son más ondas.

Pero esta falta de relevancia en el sentido de la educación afecta a todos los jóvenes, un número importante de los cuales deserta en segundaria y sobre todo en la educación media superior. Es una emergencia porque estos jóvenes no encuentran trabajo y hoy nos recordaba el documento de la OCDE, más de 7 millones de ellos se encuentran en la inactividad y sin acudir a la escuela.

Una parte de estos jóvenes son presa fácil del crimen organizado, porque además en general, dada la baja calidad en la educación, su formación no ha sido integral, su situación familiar es precaria y su estructura de valores hacia los demás es endeble. Terminan educándolos en las edades más proclives a la estructuración del juicio moral sus compañeros de tribu. Es una emergencia porque la juventud a nivel global está siendo formada por los medios de comunicación carentes de un código de ética, así como por el internet y las redes sociales que no pueden esperar a tener, porque ni la familia ni la escuela están siendo capaces de educar para ser receptores y usuarios críticos de estos medios y porque no están proporcionando los incentivos para el desarrollo de otros aspectos del ser humano como la afectividad, la búsqueda de la verdad, el gozo estético, la solidaridad y la educación para convivir y resolver conflictos. Y tampoco para la vida espiritual y las preguntas básicas por la trascendencia. Reina entonces el individualismo, el hedonismo, el relativismo, con la consecuente frustración y pérdida de sentido.

Es una emergencia en breve, porque muchos jóvenes no están accediendo a la escuela, o porque accediendo están desertando de ella en edades críticas, porque los pobres que sí acceden a ella reciben una educación de muy mala calidad, porque los que no son tan pobres reciben una educación parcial y con poco significado para ellos, y porque desde el sistema educativo no estamos pudiendo hacer frente a la desigualdad y a la creciente violencia que los aqueja en lo más profundo a los mexicanos y amenaza con cancelar las perspectivas de futuro de las personas del país.

Es un Cambio de Época nos dice la carta, estamos viviendo un entorno difícil de comprender, la generación responsable de educar se encuentra más distante de los jóvenes que nunca antes, porque no manejan la tecnología o no lo hace de la misma manera y no comprende ni sus problemas ni sus potencialidades. Se derrumban, como ya se dijo, las certezas de la generación adulta y la generación joven no construye las propias. A pesar de ello, es una de las grandes virtudes de la carta, hay motivos de esperanza.

México es un país de gran tradición, de una profunda fe cristiana, de una gran solidaridad y de un gran espíritu comunitario. Su enorme diversidad y la riqueza de sus múltiples culturas y de sus diferentes cosmovisiones y formas de entender el mundo y de enfrentar los problemas, diversidad por cierto también amenazada por un afán asimilacionista y un modelo educativo homogeneizante. Esta diversidad ahora se reconoce como riqueza y empieza a valorarse y a percibirse.

El mexicano valora a la familia por encima de todo, y hay otras tendencias alentadoras como la creciente descentralización de la vida nacional y la valoración de las autonomías y por lo mismo de las soluciones más locales, más participativas, más democráticas.

Ahora, lo que antes eran garantías otorgadas o concebidas por el Estado a las personas, se reconocen como derechos pertenecientes a las personas. Tal es el caso del derecho a la educación. El documento lo reconoce como responsabilidad del gobierno, pero considera que en él somos todos corresponsables y le pide al gobierno que abra el espacio para poder colaborar. Familia, empresarios, las escuelas y las universidades privadas y un sindicato que tiene que ser diferente, transformado, porque el que existe, corporativo, controlador y corrupto es parte del problema más que de la solución. Es un llamado a todos nosotros.

El documento ubica una parte muy importante de la solución a la emergencia en los maestros mexicanos, reconoce en ellos, la gran mayoría, un gran compromiso. Lamenta su deficiente formación en las normales y la falta de formación pedagógica de los profesores de secundaria y media superior que proceden de carreras universitarias no educativas, refiere la falta de educación profesional en servicio adecuada a los problemas que enfrentan los docentes en sus aulas.

Describe su gran soledad, la falta de apoyo, le parece que no están bien pagados, no por el salario neto que reciben y que es comparable con otras profesiones de Estado, sino porque tienen que trabajar dos turnos, o bien cumplir sus horas en varias escuelas secundarias o bachilleratos y no pueden destinar el tiempo necesario a planear sus clases, a evaluar a sus alumnos, a trabajar para la escuela y con su comunidad.

Considera que su sindicato, si bien defiende sus derechos laborales, los controla he inhibe el compromiso y la innovación. Todos estos problemas repercuten directamente en los alumnos, todos hablan de la necesidad de trabajar mucho más de cerca con los maestros, formarlos, mejorar sus condiciones de trabajo, pero quizás sobretodo valorarlos, darles su lugar, reconocer su esfuerzo, acompañar su crecimiento.

El documento también es un llamado a solidarizarnos a trabajar con ellos, así como con sus formadores. El documento no plantea un modelo educativo más allá de colocar unos principios básicos de capital importancia, el más importante es la centralidad de la persona y la insistencia en que siempre deberá de ser el fin de todo proceso y reforma educativa y nunca el medio.

Hay ejemplos de instrumentalización de la persona en reformas educativas recientes que solo preparan para el trabajo o para los exámenes. El segundo principio fundamental es la necesidad de entender la educación como formación, es decir, como desarrollo integral de la persona en sus diferentes esferas. La primera, la esfera cognoscitiva: el desarrollo de la razón, de la búsqueda de la verdad, de la felicidad. La segunda, la esfera socio-afectiva: la educación como libertad responsable, la libertad como obediencia de la verdad, dice el documento, y también la educación en el reconocimiento de la interdependencia y la capacidad de respetar al otro y de trabajar con otros.

La educación para amar, en el sentido más cristiano de la palabra. La esfera estética: la educación para el disfrute de la belleza natural y de la creada por los seres humanos, se entiende que también la educación para la creatividad artística, aunque no se dice, y evidentemente, la educación para la búsqueda de un sentido último de la vida, es decir, para la trascendencia.

La educación se entiende como creadora de cultura, de culturas, diríamos nosotros, como lo que se requiere para crecer, como lo que logra con apoyos el propio sujeto.

Tampoco se propone un método educativo, se habla más bien de la tradición histórica de la educación católica de nuestro país, nos decía María Aspe sobre esto, los misioneros que aprendieron las lenguas de los indígenas, respetaron sus culturas e inculturaron el evangelio, pero se habla sobre todo, también ya se mencionó, de Jesús maestro que educaba a través de la coherencia entre lo que decía y hacía. Educaba a través del compromiso con la verdad, porque sólo la verdad nos hará auténticamente libres. Educaba con su actitud humilde al servicio del discípulo. La coherencia le dio autoridad para ganarse el respeto y la admiración, el servicio le gano la confianza y el amor.

La pedagogía de Jesús fue la pedagogía del perdón y de la curación, las parábolas eran metáforas extraídas de la vida cotidiana, interesantes a todos, comprensibles por todos.

Debo decir que hay cosas en el documento con las que no estoy de acuerdo, y que también me parece que hay aspectos que se prestan a cierta confusión, por ejemplo, la educación sexual que se trata en dos lugares con mensajes diferente, en uno se dice que es un asunto de la familia, en otro se dice que es muy importante que la escuela lo asuma con mucho cuidado, mucha delicadeza, o la finalmente ambigua postura sobre la evaluación educativa y al final no sabes si sí o si no, se debe hacer o no se debe hacer.

Otros que me parecen contradictorios como la importancia otorgada al universo y a la naturaleza, el documento se los da, y entiende uno que también a su cuidado y a su conservación, para lo cual habría que educar en sustentabilidad, aunque el documento no trata el tema de la sustentabilidad, pero al mismo tiempo que se habla de la importancia de la naturaleza y el universo se entiende que el ser humano está llamado a dominar dicha naturaleza.

Otra, me parece la importancia que se le da a la mujer, pero el tono un poco patriarcal todavía del documento donde la mujer es importante en tanto educadora de sus hijos solamente, aunque el hombre también es importante en tanto educador de sus hijos, la mujer es importante en muchas otras cosas también educativamente.

Hay también algunas imprecisiones, como la forma de entender educación inclusiva haciéndola equivalente a la educación intercultural y descuidando otras diferencias que no son solo las culturales; o como la propuesta de atender a los alumnos con discapacidades en instituciones ad hoc posición que hace ya casi veinte años fue superada, pero tener estos planteamientos en un documento como este permite analizarlos, discutirlos, corregirlos o completarlos o disentir de ellos, pues no se trata de un documento que se presente como dogma.

Las ideas desarrolladas en la carta que he pretendido resumir y comentar confluyen, como ya se dijo, en 10 propuestas finales con las que todos debemos comprometernos, obispos, sacerdotes y demás seguidores de la vida religiosa, padres de familia, instituciones educativas, gobierno y empresarios, responsables de pastorales específicas. Las diez propuestas son generales, son inspiradoras, no nos dicen qué hacer ni como hacerlo, el documento es un llamado genérico, orientador de la corresponsabilidad de todos con el cumplimiento del derecho a la educación.

Está en cada uno de quienes lo leemos y en cada grupo aludido, ir desarrollando las alianzas, las redes, las sinergias de las que se habla al principio del documento para ir definiendo los qué’s más precisos y los cómo’s más claros.

El documento es un llamado a juntar la emergencia educativa con nuestras fortalezas para construir entre ambas la esperanza de una educación que contribuya a una sociedad transformada.

Junto con varias otras propuestas educativas que están siendo elaboradas por otros grupos de personas para definir el futuro de  nuestra educación, justamente ante la incapacidad ya histórica del sistema educativo para entender la desigualdad, la falta de caridad, la integralidad educativa y la violencia, en estas propuestas hay varios puntos coincidentes con lo que los obispos nos están proponiendo y con ellas juntos esperamos ir construyendo las bases para una transformación de fondo de nuestra educación.

Muchísimas gracias.

Dra. Sylvia Irene Schmelkes Del Valle
Directora del Instituto de Investigaciones para el
Desarrollo de la Educación de la Universidad Iberoamerican

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