Carta Pastoral de la Provincia de Yucatán con motivo del Año de la Fe convocado por Su Santidad Benedicto XVI

Escrito por Provincia Eclesiástica de Yucatán

Saludo inicial

1. Hermanos sacerdotes, fieles colaboradores en el ministerio pastoral,
2. Hermanas religiosas de los diversos Institutos,
3. Hermanos seglares comprometidos en los Grupos y Movimientos de Apostolado,
4. Hermanos todos, hombres y mujeres de buena voluntad:

5. Desde el año pasado el Santo Padre, Benedicto XVI, anunció, como les hemos comunicado en diversas ocasiones, un “AÑO DE LA FE”; los Obispos de Yucatán, Campeche, Tabasco y Cancún-Chetumal, en comunión provincial, nos dirigimos a ustedes para exhortarles a que dispongan su mente y su corazón para crecer y fortalecer su experiencia de fe. Jesús le dijo a San Pedro: “Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, confirma a tus hermanos.” [1]. Esta es la misión que hemos recibido también los Obispos.

6. El 11 de octubre, ya próximo, el Papa proclamará el inicio del AÑO DE LA FE, que terminará el 24 de noviembre de 2013 en la solemnidad de Cristo, Rey del Universo.

7. El Santo Padre, en el documento PORTA FIDEI, anuncia este AÑO DE LA FE y dice: “«La puerta de la fe»[2], que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida.”[3] “«La Iglesia en su conjunto, y en ella sus pastores, como Cristo, ha de ponerse en camino para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud»”[4]

8. El AÑO DE LA FE, es, entonces, un tiempo para crecer y fortalecer la fe de los creyentes y para anunciar a Jesucristo al mundo, a quienes no lo conocen, a quienes se han alejado, a los indiferentes, a quienes han seguido otros caminos religiosos.

9. Pero, especialmente, el Papa convoca a este AÑO DE LA FE motivado por dos aniversarios muy importantes que se recuerdan el 11 de octubre: los 50 años del inicio del Concilio Vaticano II y los 20 años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica.

Presentación

10.Es innegable que en la actualidad el ser humano no encuentra con claridad el sentido de su existencia, de su ser y misión en el mundo y, por tanto, tampoco el objetivo hacia el cual dirigir su acción, sus esfuerzos, su vida misma.

11.Los creyentes en Jesucristo, sabemos que el sentido y la dirección de la vida del hombre se encuentra en Dios, ya que para nosotros, ha sido creado a su imagen y semejanza y llamado a vivir la plenitud de vida con Él en la eternidad.

12.El olvido de Dios, su desconocimiento y, en ocasiones su rechazo, ha provocado en el mundo de hoy un ambiente en el que Dios está ausente. La superficialidad, la “cultura de la imagen”, la “cultura de la muerte”, el relativismo, el materialismo, el hedonismo, manifiestan, entre otras tantas filosofías e ideologías, al mismo tiempo, su búsqueda de razones y motivaciones para vivir y su confusión y desencanto de la vida. No se entiende a sí mismo porque no entiende que viene de Dios, que es de Dios.

13.En el mundo en que vivimos hoy las nuevas generaciones ya no aceptan fácilmente la visión de la vida que antiguamente se transmitía de padres a hijos por vía de autoridad. Las ideas y directrices que predominan en la cultura moderna se alejan mucho de la inspiración cristiana.

14.Esto significa que la fe ya no es «algo evidente y natural». Lo cristiano está sometido a un examen crítico cada vez más implacable. Son muchos los que en este contexto se sienten sacudidos por la duda y bastantes los que, dejándose llevar por las corrientes del momento, lo abandonan todo. Una fe combatida desde tantos frentes no puede ser vivida como hace unos años. El creyente ya no puede apoyarse en la cultura ambiental ni en las instituciones.

15.“Auméntanos la fe”[5]. Fue la súplica de los Apóstoles al Señor Jesús al percibir que solamente en la fe, don de Dios, podían establecer una relación personal con Él y estar a la altura de su vocación de discípulos. El pedido fue debido a la experiencia de los propios límites, ya que no se sentían suficientemente fuertes para perdonar al hermano. La fe es indispensable para realizar los signos de la presencia del Reino de Dios en el mundo. El caso de la higuera seca hasta las raíces sirvió a Jesús para dar ánimo a los discípulos: “Tengan fe en Dios. Yo les aseguro que quien diga a este monte: ‘Quítate y arrójate al mar’ y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá”[6]. En otras ocasiones el Señor Jesús reprochó a “los Doce” que tenían poca fe; y a la pregunta sobre por qué no habían logrado expulsar al demonio, el Maestro respondió: “Por su poca fe”[7]. Luego, en el mar de Tiberíades, antes de calmar la tempestad, Jesús amonestó a los discípulos: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”[8]

El Año de la fe

16.El Santo Padre, al dar la noticia en su exhortación apostólica decía: “Será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo”[9]. Con estas palabras, el Santo Padre convocó a toda la Iglesia a movilizarse a favor de la gran empresa de la fe en nuestro tiempo.

17.Un “año de la fe” no significa, ciertamente, que sólo reflexionemos en la fe durante este tiempo. Así como dedicamos cada año el tiempo de cuaresma para un proceso sistemático e intenso de conversión y penitencia aunque en toda la vida del cristiano, en cualquier tiempo, debe vivirse la conversión y la penitencia, así también este año, pretende ser un tiempo intenso y sistemático, tanto para la vida de los creyentes como para llamar la atención del mundo por todos los medios, haciendo presente la fe en Jesucristo de maneras nuevas, que respondan a los grandes interrogantes del hombre de hoy.

18.Los valores son perennes, pero la conciencia que los hombres tienen de ellos es muy tornadiza. Está sometida a flujos y reflujos. A veces incluso se oscurece, se debilita e incluso se pierde. La humanidad necesita algo que despierte la conciencia para que vuelva a admirar la belleza y la actualidad de ese valor "olvidado", la fe.

Objetivos del Año de la fe

19.El Papa Pablo VI convocó un “AÑO DE LA FE EN 1967”. Hoy el Papa Benedicto XVI convoca otro “AÑO DE LA FE”. En los documentos con los que fueron convocados encontramos elementos comunes:

1) "Para confirmar nuestra fe rectamente expresada" (Pablo VI) y para "redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada" (Benedicto XVI).

2) "Para promover el estudio de las enseñanzas del Concilio Vaticano II" (Pablo VI), ya que "con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza" (Benedicto XVI).

3) "Para sostener los esfuerzos de los católicos que buscan profundizar las verdades de la fe" (Pablo VI); e "intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo" (Benedicto XVI).

20.A estos fines comunes a los dos Papas, Benedicto XVI añade algunos más, fijándose en las circunstancias actuales:

1) "Invitar a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo".

2) "Comprometerse a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe".

3) "Suscitar en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza".

4) "Comprender de manera más profunda no sólo los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el que decidimos entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios".

21.Este último objetivo es el que más recalca Su Santidad Benedicto XVI. Subraya que no se puede separar el acto de fe de los contenidos doctrinales que se aceptan. Cuando decimos “yo creo” estamos diciendo que aceptamos a Dios como nuestro Señor, como nuestro Padre; a Jesucristo como su Hijo y nuestro hermano; al Espíritu Santo como la fuerza que vive en nosotros y que nos atrae al Padre y nos hace confesar que Jesús es el Señor y, al mismo tiempo, que aceptamos sus enseñanzas, sus mandamientos, su Palabra, como criterio para dirigir nuestra vida.

22.El acto de fe sin contenidos nos conduce a una fe sentimental, que no da sentido y orientación a nuestra vida. Es decir, “Señor, Señor”[10], y no aceptar su Palabra ni hacerla vida.

23.Los contenidos, sin el asentimiento de la fe, instruyen nuestra mente, pero no nos unen a Dios ni son capaces de transformar nuestra vida, de convertirla al Dios vivo. Sólo si la profesión de fe desemboca en confesión del corazón podemos hablar de una fe nutrida con la Palabra y los sacramentos, madura, bien formada, y capaz de producir frutos en los demás.

24.El Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece una definición clara y completa de la fe: “La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado.”[11] Así entendemos por qué Aparecida insiste tanto en la necesidad de un “encuentro personal con Jesucristo vivo” y por qué, más que hablar de un asentimiento intelectual, habría que hablar de una “experiencia integral” que incluye toda la persona, con todas sus capacidades, que responde libremente a la revelación del misterio de Dios, movida por la gracia del Espíritu Santo (el don de la fe teologal).

Camino a recorrer

25.El AÑO DE LA FE se propone como un camino intenso y sistemático. El Papa exhorta a ORAR, REFLEXIONAR, CELEBRAR Y LLEGAR A COMPROMISOS.

26.Los Obispos de la Provincia de Yucatán les exhortamos vivamente a vivir este AÑO DE LA FE:

1) INDIVIDUALMENTE, orando diariamente al Señor, leyendo asiduamente su Palabra en la Biblia, celebrando en sus comunidades Parroquiales la Misa Dominical y aceptando un compromiso apostólico para llevar esta fe a sus hermanos.

2) FAMILIARMENTE, orando reunidos en algún momento especial, compartiendo la reflexión sobre la Palabra de Dios, participando juntos en la Eucaristía y animando a otras familias a formar comunidades pequeñas que se ayuden mutuamente en el camino de la vida cristiana y así dar testimonio de Cristo.

3) PARROQUIALMENTE, ofreciendo oportunidades de encuentro con el Señor en oración, especialmente en la adoración del Santísimo; procurando celebraciones eucarísticas y, en general, sacramentales, que sean preparadas con detalle, organizadas, para que ofrezcan oportunidad de ser fructuosas, activas y participativas, que motiven y animen al testimonio y al compromiso apostólico.

4) EN EL MARCO DE LA MISIÓN CONTINENTAL PERMANENTE, el Año de la Fe, ha de ser para todas nuestras comunidades, parroquias, rectorías, seminarios, comunidades de vida consagrada, grupos y movimientos apostólicos, un año intenso de encuentro con Jesucristo, de renovación de nuestro compromiso de ser sus discípulos, testigos y misioneros del Evangelio.

Los libros privilegiados para el Año de la Fe: la Sagrada Escritura, los Documentos del Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica

27.Los exhortamos a hacerse asiduos lectores de la Biblia, estudiarla y reflexionarla, individual y familiarmente; a participar en los cursos que estamos ofreciendo en las parroquias.

28.También, tanto las parroquias como los grupos y otras instituciones, ofrezcan oportunidades de conocimiento y reflexión sobre la doctrina del Concilio Vaticano II y los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados en el Catecismo de la Iglesia Católica[12].

29.En nuestro tiempo, en el que los contenidos objetivos de la fe cristiana son muchas veces devaluados, o sometidos a crítica, se trata de reavivar e infundir una nueva fuerza a la fe de los creyentes en Cristo; el Catecismo es el camino seguro para conseguirlo. En él se resume y expresa la fe de toda la Iglesia desde sus orígenes hasta nuestros días. En él hallamos:

30.la fe que profesamos (Credo)

31.la fe que celebramos (Liturgia)

32.la fe que vivimos (Moral)

33.la fe que rezamos (Oración)

34.¡Un año entero para ello hará mucho bien a toda la comunidad de la Iglesia!

35.En la sociedad en que vivimos se entrecruzan los cristianos con hermanos en la fe, que ahora son indiferentes y viven al margen de ella; con hombres y mujeres de otras denominaciones religiosas, o que no son creyentes, aunque busquen sinceramente y de corazón la verdad. Para los no creyentes la lectura del Catecismo puede constituir una llamada amorosa de Dios.

36.El Papa Benedicto XVI hace el elogio de la fe poniendo de manifiesto el poder de la fe de la Virgen María, de los apóstoles, discípulos, mártires, hombres y mujeres que, a lo largo de la historia, han dado su vida para acercar a todos a Cristo. Los últimos somos los cristianos de hoy: "nosotros". Las palabras del Papa son una constatación, exhortación, estímulo, proyección del futuro: "También nosotros vivimos por la fe: para el reconocimiento vivo del Señor Jesús, presente en nuestras vidas y en la historia". Que la fe sea un verdadero "compromiso de convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo".

Conclusión

37.Les exhortamos a comenzar el año de la fe con un corazón magnánimo. Leer la Sagrada Escritura, los documentos conciliares y el Catecismo, reflexionar, meditar, orar y asimilar, vivir la experiencia de encuentro con el Señor diariamente es una forma maravillosa, personal y comunitaria, de abrir el alma a la gracia del Año de la Fe.

38.Hermanos todos en Cristo Jesús: de cara a la nueva evangelización el Santo Padre Benedicto XVI escribió: «No podemos olvidar que la primera tarea será ser dóciles a la obra gratuita del Espíritu del Resucitado, que acompaña a cuantos son portadores del Evangelio y abre el corazón de quienes escuchan. Para proclamar de modo fecundo la Palabra del Evangelio se requiere ante todo hacer una experiencia profunda de Dios»[13].

39.El Papa Benedicto dice: “LA FE SÓLO CRECE Y SE FORTALECE, CREYENDO”[14].El Papa Juan Pablo II decía: “LA FE SE FORTALECE, DÁNDOLA”[15]. No basta que renovemos y fortalezcamos nuestra fe en la oración y la reflexión; hay que comunicarla. Por esto nuestra convocación a todos para comprometerse a vivir como verdaderos testigos y misioneros su fe. Llevar en todo momento la fe a los hermanos y comprometerse en grupos que busquen hacerla llegar a los alejados, indiferentes y a quienes no la conocen. ¡Así se fortalece y se demuestra la propia fe y nuestra Iglesia cumple su misión!

40.Para los católicos mexicanos la Santísima Virgen de Guadalupe es la Madre que nos dio a Jesucristo; Ella nos enseña, como Maestra a “hacer lo que Él nos diga”, a seguirlo, a ser como Jesús. Al mismo tiempo, es el Modelo del discípulo que sigue fielmente al maestro, aprendiendo a ser como Él y del misionero que lleva a Jesucristo a los demás y también Ella es la poderosa intercesora ante Dios para que la fe en Jesucristo se fortalezca y extienda en nuestras Iglesias Particulares. Pongamos en sus manos el AÑO DE LA FE que queremos vivir intensamente en nuestra Provincia de Yucatán.

41.Que este AÑO DE LA FE haga cada vez más fuerte nuestra relación con Cristo, pues sólo en Él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero que encontrará con Él su plenitud en la resurrección.

42.Nos encomendamos a las oraciones de todos los fieles y, en prenda de nuestra solicitud pastoral, les bendecimos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


+ Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
IV Arzobispo de Yucatán
+ Gerardo de Jesús Rojas López
Obispo de Tabasco
+ Jorge Bernal Vargas, L.C.
Obispo Prelado Emérito de Cancún-Chetumal

+ Ramón Castro Castro
Obispo de Campeche
+ Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L.C.
Obispo Prelado de Cancún-Chetumal


[1] Lc 22,32.
[2] cf. Hch 14, 27
[3] PORTA FIDEI No. 1
[4] PORTA FIDEI No. 2
[5] Lc 17,5.
[6] Mc 11, 22-24.
[7] Mt 17,20.
[8] Mt 8,26.
[9] BENEDICTO XVI, Homilía de Benedicto XVI en la santa Misa para la nueva evangelización, 16 octubre 2011.
[10] Mateo 7, 21-27
[11] CATIC No. 150
[12] BENEDICTO XVI, Carta Apostólica Porta fidei, no. 11
[13] BENEDICTO XVI, Carta Apostólica, Ubicumque et semper, 21 de septiembre de 2010.
[14] BENEDICTO XVI, Carta Apostólica Porta fidei, 7.
[15] JUAN PABLO II RM 2
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Nacional