Ser cristianos con apertura y tolerancia

Escrito por Mons. Fernando Mario Chávez Ruvalcaba

Homilía Domingo XXVI Tiempo Ordinario Ciclo B

1.- INTRODUCCIÓN.

Actualmente nuestras sociedades y grupos humanos en este mundo que a todos nos cobija y da sustento, se caracterizan por una variedad enorme de culturas, modos diversos de comportamiento, criterios y posturas, que manifiestan un pluralismo a escala global. Así pues, en estas situaciones multiculturales y multireligiosas incluso, debemos aprender cada día a convivir, tener actitudes de respeto y diálogo. Aprender unos de otros y a trabajar juntos. Esto requiere actitudes de apertura y tolerancia, sin perder, desde luego la propia identidad de nuestro ser y actuar cristianos. Coincidir en valores esenciales y al mismo tiempo definir las diferencias de nuestro modo de ser, pensar y actuar, sin caer en una falsa postura de indiferentismo y confusiones que pueden acarrear errores y equivocaciones que conducen al fracaso y que llevan a replegarse en un mundo cerrado e individualista.

2.- MOISÉS Y CRISTO NOS ENSEÑAN LA APERTURA Y LA TOLERANCIA ANTE LOS DEMÁS.

La primera lectura de este domingo es un fragmento del Libro de los Números, en el cual conocemos que Dios descendió de la nube, tomó del espíritu que reposaba sobre Moisés y se lo dio a los setenta ancianos. Cuando el espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Se habla de dos hombres Edad y Medad, que estaban fuera del grupo de esos setenta ancianos y que movidos por el mismo espíritu, también ellos comenzaron a profetizar en el campamento.

Josué, el segundo hombre de las confianzas de Moisés al saber la actuación de Edad y Medad, dijo a Moisés: “Señor mío, prohíbeselo”. Pero Moisés le respondió: “¿Crees que voy a ponerme celoso? Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el espíritu del Señor”.

Algo semejante nos enseña el evangelio de San Marcos en el pasaje que hemos proclamado en este domingo. El apóstol y evangelista Juan le dijo a Jesús: “Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos. Pero Jesús le respondió: No se lo prohíban, porque, no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor”.

Estos textos que estamos considerando en la liturgia de la palabra de esta eucaristía, nos enseñan, tanto ya desde el Antiguo Testamento, como en el Nuevo, que los creyentes en Dios y en Cristo, debemos ser abiertos y tolerantes para con otros, que sin ser estrictamente de nuestras comunidades cristianas y católicas, pueden tener parte de verdad, bien y comunión en el amor como valor universal, máxime cuando se trata del amor a Dios por encima de todas las cosas y del amor hacia los hermanos. A este propósito cito la oración del domingo pasado que está llena de sabiduría firme y que da sentido de identidad a nuestra ser y actuar de creyentes cristianos: “Dios nuestro, que en el amor a ti y a nuestro prójimo has querido resumir toda tu ley, concédenos descubrirte y amarte en nuestros hermanos para que podamos alcanzar la vida eterna”.

3.- DESDE LA FIRMEZA INCONMOVIBLE DE NUESTRO SER Y ACTUAR DE CRISTIANOS, DEBEMOS ENTENDER DE QUÉ MANERA PODEMOS ESTAR EN PAZ Y EN COMUNIÓN CON LOS HOMBRES QUE NO SON DE NUESTRA RELIGIÓN.

Como decía en la introducción a mi homilía de hoy, vivimos en un mundo plural bajo todas las dimensiones del ser humano. Los medios de comunicación social, han acelerado la realidad global de nuestro mundo en el cual existen muchas religiones, ideologías diferentes y modos culturales de realizar la existencia de todos y cada uno.

Nuestro tiempo actual, se nos presenta marcado fuertemente por el “secularismo”, como postura y criterio de pensar y actuar, como si Dios no existiera. El hombre de este tiempo histórico ha subrayado que cada uno puede hacer su propia vida, estableciendo los “valores” que más le convengan para su bien, comodidad y placeres. El poder, el dinero, los bienes materiales y espirituales de nuestras sociedades de consumo, son los intereses que buscan con afán desmedido las nuevas generaciones. Todo se pone en tela de juicio. Se va en contra de cualquier autoridad, ya sea religiosa o civil. Todo se critica dura y amargamente; casi nada queda firme y seguro en los pensamientos y las convicciones que marcan y dan identidad a la vida de gran número de personas inmersas en las actividades del trabajo, la política, la cultura, las artes, en las cuales parece que se confunde la verdad con el error, el bien con el mal. Se dan corrientes ideológicas que abiertamente atentan contra la integridad y dignidad de la vida, desde su concepción hasta su fin. Todo esto se agrava en las situaciones de inseguridad, crímenes y violencias que constantemente sabemos con las informaciones de día y de noche que nos presentan los medios de comunicación masiva e instantánea.

4.- DEBEMOS SER FIELES Y COHERENTES EN EL EJERCICIO Y TESTIMONIO DE NUESTRA RELIGIÓN CRISTIANA Y CATÓLICA.

Nuestra fe, dentro de las enseñanzas de las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio de nuestra Iglesia, permanece fiel y segura, puesto que se apoya en la sabiduría y poder de Dios, quien se nos ha revelado por Cristo, Dios y hombre verdadero y con el sello, la presencia y la acción del Espíritu Santo. Esta fe, apuntalada por el “Año de la Fe” que dará comienzo el próximo 11 de octubre y que abarca hasta el 24 de noviembre del año 2013, debe ser guía, misión y norte de nuestro vivir y convivir con todos, sin perder nuestra propia identidad de cristianos. La luz que aportemos al mundo de hoy tan pluralista, debe ser de apertura, tolerancia y diálogo basados en la verdad que todos podamos alcanzar, en comunión de bienes universales que todos los hombres podamos poseer y compartir.

¡Pidamos a Cristo en nuestra eucaristía de este día, que nos haga vivir en el amor fraterno, sin límites y fronteras, desterrando los odios y luchas fratricidas que nacen del orgullo y la soberbia. Que el amor a Dios y a nuestros prójimos sea hoy y siempre el lazo de comunión que a todos nos amarre bajo la mirada providente de Dios, porque él es Amor y nos llama a ser portadores de su Amor entre todos los que venimos a este mundo para ser lanzados hacia la eternidad de nuestra comunión divina y fraterna en el cielo!...

Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas, a 30 de septiembre de 2012.

+ Fernando Mario Chávez Ruvalcaba
Obispo Emérito de Zacatecas
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