2012-10-19 L’Osservatore Romano
Maravilloso, difícil, posible, tres palabras con las que el cardenal John Tong Hon describió el Sínodo. El arzobispo Sviatoslav Shevchuk, el más joven de los padres sinodales, añadió enseguida una más: entusiasmo. En síntesis, sobre cómo progresa la asamblea, que ha llegado a la mitad del recorrido, hay «gran satisfacción y gran esperanza».
La misma esperanza que anima también la próxima misión a Siria. De ello habló durante el encuentro con los periodistas en la Oficina de información de la Santa Sede, el jueves 18 de octubre por la mañana, el cardenal Laurent Monsegno Pasinya, que formará parte de la delegación: «Confiamos a Dios nuestra esperanza. Realizaremos un gesto de caridad, de aliento y de consuelo para el pueblo sirio. Esperamos que el gesto del Papa sea apreciado».
De los trabajos sinodales está emergiendo un cuadro completo y útil sobre la realidad de la evangelización en el mundo: «Con Cristo en el centro, nuestra prioridad absoluta», dijo el cardenal Tong Hon, que no ocultó las dificultades «como la falta de vocaciones debida también a la influencia del hedonismo».
Según el cardenal Monsengwo Pasinya, para relanzar la evangelización se necesita «renovar métodos y expresiones en un mundo que parece no plantearse más o plantearse mal la cuestión de Dios»; y remarcó «sobre todo el papel de la familia».
En cuanto a las polémicas sobre el proselitismo, especialmente en Ucrania, el arzobispo Shevchuk subrayó que, «sobre la nueva evangelización, todas las comunidades cristinas están de acuerdo hoy en la urgencia de anunciar juntos a Jesucristo a la sociedad moderna». «Este deseo común nos ayudará también a superar las divisiones del pasado».
En las quince intervenciones libres que siguieron a la Relación después de la discusión, durante la XVI congregación general del miércoles 18 por la tarde, los padres expresaron su unánime aprecio al cardenal Wuerl por su «exhaustivo y sustancial informe», evidenciando al mismo tiempo algunas observaciones e indicaciones.
Se expresó, entre otras cosas, la exigencia de reservar mayor espacio al análisis de la vida religiosa en el camino de la nueva evangelización y la necesidad de hacer referencia más explícita al islam, al diálogo y al camino fraterno de convivencia con los musulmanes. También se pidió una reflexión ulterior sobre la renovación litúrgica del concilio Vaticano II. Por parte de los padres sinodales hubo también algunas propuestas: entre otras, la institución del «ministerio del catequista» y el redescubrimiento de la apologética.
Un rasgo común en muchas de las intervenciones libres fue la reafirmación de la exigencia de recomenzar desde los sacramentos de iniciación cristiana, redescubriendo particularmente la confesión y la centralidad de la Eucaristía.