Las “RES NOVAE” del mundo del trabajo (I)

Escrito por Secretaría de Comunicación y Prensa CEM

Comentario de la Oficina de Prensa

México se encamina, o bien a un país en vías de desarrollo sustentable con un futuro, llamémosle “promisorio”, y para lo cual se requieren reformas urgentes, como la laboral que en estos días se está discutiendo en el Senado de la República; o por otro lado, corremos el riesgo de quedarnos estancados y en una especie de torbellino donde no podemos salir y lo que dejamos son conflictos para las generaciones futuras.

¿No nos hemos dado cuenta que uno de los estímulos más significativos para el actual cambio de la organización del trabajo procede del fenómeno de la globalización?

Una de las características más relevantes de la nueva organización del trabajo es la fragmentación física del ciclo productivo, impulsada por el afán de conseguir una mayor eficiencia y mayores beneficios. Desde este punto de vista, las tradicionales coordenadas espacio-temporales, dentro de las que el ciclo productivo se definía, sufren una transformación sin precedentes, que determina un cambio en la estructura misma del trabajo. Todo ello tiene importantes consecuencias en la vida de las personas y de las comunidades, sometidas a cambios radicales tanto en el ámbito de las condiciones materiales, cuanto en el de la cultura y de los valores. Este fenómeno afecta, a nivel global y local, a millones de personas, independientemente de la profesión que ejercen, de su condición social, o de su preparación cultural. La reorganización del tiempo, su regularización y los cambios en curso en el uso del espacio —comparables, por su entidad, a la primera revolución industrial, en cuanto que implican a todos los sectores productivos, en todos los continentes, independientemente de su grado de desarrollo— deben considerarse, por tanto, un desafío decisivo, incluidos los aspectos ético y cultural, en el ámbito de la definición de un sistema renovado de tutela del trabajo.

La globalización de la economía, con la liberación de los mercados, la acentuación de la competencia, el crecimiento de empresas especializadas en el abastecimiento de productos y servicios, requiere una mayor flexibilidad en el mercado de trabajo y en la organización y gestión de los procesos productivos. Al valorar esta delicada materia, parece oportuno conceder una mayor atención moral, cultural y estratégica para orientar la acción social y política en la temática vinculada a la identidad y los contenidos del nuevo trabajo, en un mercado y una economía a su vez nuevos. Los cambios del mercado de trabajo son a menudo un efecto del cambio del trabajo mismo, y no su causa.

La Iglesia por medio de su pensamiento plasmado en el Compendio de la Doctrina Social nos hace ver esta nueva realidad en el tema laboral y al mismo tiempo nos hace conscientes que los cambios son progresivos y con ello debemos de aceptar que las leyes también lo son.

No hay leyes perfectas, más si perfectibles. ¿No es hora de dar un paso con lo que ahora tenemos para seguir perfeccionando en otro tiempo y en otra coyuntura?.

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