Escrito por Mons. Carlos Garfias Merlos

La deseada paz que todos anhelamos requiere de un proceso largo que hay que recorrer, si queremos que sea duradera y auténtica. Y este proceso hace necesaria la reconciliación social entre personas, comunidades, instituciones y estructuras. De hecho, un factor que la violencia va generando es, precisamente, la historia de desconfianzas y distancias entre actores sociales y políticos en el país, que necesitan ser superadas para que juntos construyamos la sociedad que queremos.

En la exhortación pastoral de los obispos mexicanos Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna, señalamos que “la reconciliación social (…) es un proceso por el que, en cualquier orden de la vida, las partes que viven situaciones de confrontación deponen una forma de relación destructiva y sin salida, y asumen una forma constructiva de reparar el pasado, edificar el presente y preparar el futuro” (n. 221). Esto requiere de un examen profundo y honesto sobre la historia de nuestros desencuentros no resueltos.

Por ello, en coherencia con el mensaje del Evangelio que urge la reconciliación, la Iglesia está buscando tender puentes con diversos actores sociales y políticos con esa finalidad. Nuestro interés es pastoral y evangélico, pues creemos que nuestra contribución la construcción de la paz es buscar acercamientos con todos los sectores de buena voluntad que quieran escucharnos y atendernos y, a la vez, tender puentes entre ellos mismos. Queremos seguir buscando forma concretas y ofrecer nuestro mensaje y nuestra colaboración para que realice la reconciliación social en todos los espacios donde podamos favorecerla.

El servicio de las autoridades municipales y la corresponsabilidad de la ciudadanía.

A unas semanas del relevo en los gobiernos municipales del Estado de Guerrero, se han dejado ver una serie de inconsistencias en el ejercicio de la autoridad, que preocupan por los efectos dañinos para la sociedad. Se sabe de una multitud de juicios laborales que enfrentan los ayuntamientos, las deudas acumuladas y heredadas de gobiernos anteriores, el exceso de personal en la burocracia y las amenazas del crimen organizado.

Todos estos asuntos tienen mucho peso en estas instituciones gubernamentales que están cerca de las necesidades cotidianas de la población, pues tienen la responsabilidad de asegurar los servicios públicos básicos que requiere la comunidad como alumbrado público, agua potable, manejo de la basura y seguridad entre otros. Por ello, si los ayuntamientos no cuentan con una fortaleza institucional pueden causar serios descontentos sociales.

De aquí se deriva la urgencia de las correcciones necesarias para que se rectifiquen las anomalías que se han manifestado. Para ello, los actuales gobiernos han de cuidar el interés público y no subordinarlo a intereses de partido o de grupos, además de procurar la transparencia en la administración de los recursos públicos.

También es muy importante que todos los ciudadanos tengan presente su corresponsabilidad para que colaboren con las autoridades y se vaya encontrando un proceso adecuado de transición entre los gobiernos salientes con los que están empezando su gestión. Es muy importante que la autoridad sea responsable y cumpla con lo que es su obligación, pero también es sumamente importante que todos los ciudadanos sean corresponsables con sus autoridades.